Al volar con Qatar Airways nuestro recorrido será de Madrid a Doha y desde allí a Tokio. Y también al ser esa línea aérea, la salida es desde la T4 adonde nos lleva raudo y veloz nuestro hijo. Para mi gusto demasiado raudo y veloz, pero es que uno no deja de ser padre nunca.
La T4 es una maravilla sobre todo si te mueves con facilidad por allí, pues una desesperada ciudadana ecuatoriana me ha pedido ayuda: “por favor, voy a Guayaquil, ¿hacia adónde debo dirigirme?”.
Cerca de nosotros están sentadas las azafatas de nuestro vuelo esperando la hora de acceder al avión. De repente se levantan todas en ordenada fila y se dirigen a la puerta de embarque: primero un joven vestido de gris –siempre un hombre encabezando la marcha-, detrás una señorita también de gris y el resto, una media docena, con uniformes carmesíes. Son morenas, excepto una rubia, y más bien pequeñitas. En mis primeros vuelos con esta aerolínea todas las azafatas eran jóvenes europeas y altas pero hoy algunas no creo que puedan llegar al departamento de equipajes para cerrarlos. ¿Habrá habido alguna reclamación ciudadana quejándose sobre el acceso al mundo azafatil de las chicas pequeñas? No me imagino a los de QA tan concienciados. Quizás hagan como algún partido político español que coloca a las novias cerca de los lideres: “De acuerdo yo te piloto el aeroplano pero mi prima Paquita tiene que venir de azafata”.
En la espera del embarque nos comemos el último bocadillo de jamón durante 36 días. Yo podría pasar el resto de mi vida sin jamón pero Marisa después de sus hijos y nietos sería a lo último que renunciaría.
En la cola de embarque charlo con un joven indio que trabaja en Canarias y regresa a su país para ver a su familia. Me dice que es hindú. Tengo que explicarle, como hago con vosotros, la diferencia de indio e hindú. Me dice que es que cuando está en la tienda y viene algún cliente a cambiar la pila del reloj siempre preguntan: “¿Dónde está el chico hindú?”. Claro que cuando el atentado de Atocha el ministro de justicia Sr. Acebes también dijo que los autores eran hindúes. Se entiende porque cuando uno profesa la única religión verdadera todas las demás te parecen iguales pero te aseguro que a ningún indio hindú le haría ninguna gracia que le confundiesen con un indio musulmán.
El aparato es un B787-8 que tiene dos particularidades: una interesante y otra que es una memez aunque esta última quizás les haya costado más que la primera.
La memez: el cuento de qué se debe hacer en caso de problemas en el vuelo está interpretado por jugadores de fútbol del Barcelona. Una patochada y más todavía si lo comparas con el Air France, por lo menos el que vi en mi último viaje a Bali.
Lo interesante: las ventanillas no tienen cortinas sino que se oscurecen a tu voluntad con un mando situado en la pared.
Empiezan a servir una cena y a mitad de servicio la voz del comandante con un enérgico “Cabin crew take the seats!” lo interrumpe. Nunca lo había visto antes e imagino que empezaremos a dar saltos de los buenos. Pero ha debido ser una falsa alarma o un simulacro porque después de que las pequeñas se sentasen y dejasen frenados los carros delante de los lavabos se ha restablecido la normalidad en un minuto. “Nuestro” carro lo han situado delante del lavabo pero enfrente de la salida de emergencia. Como volábamos entre Ibiza y Argelia he pensado que si amerizábamos quizás el carrito iría a parar delante de la puerta impidiéndonos la incontrolada salida; por cierto esta vez no han preguntado a los pasajeros que estaban allí si estarían dispuestos a controlar la situación como en viajes anteriores. Yo por si acaso le he echado un ojo a una botella de whisky del carrito pues en los caso de amerizaje te dicen que no te lleves objetos personales pero esa botella no sería “personal”.
Un mapa dice que en el vuelo de 6 horas recorreremos 5335 km.
La revista comercial de a bordo te muestra maravillosos perfumes que por el precio deben oler a paraíso. Al escribir esto pienso en la frase, que tanto me gusta, de “huele a victoria” del teniente coronel Bill Kilgore (y de la que ya he escrito en alguna otra ocasión).
Pues bien esos perfumes, en contra de la línea habitual de mostrarlos con señoritas estupendas con poca ropa, aquí están con guapas, muy guapas señoritas, pero recatadamente vestidas, al ser un país fervientemente musulmán. El único desnudo (solamente sugerido) es de un modelo masculino de “Terre d’Hermès”: un torso desnudo a contraluz de un efebo griego. Por la nariz.
Nos sirven una cena y vuelvo a confirmar que estoy hecho para vivir en los aviones. Me parece cojonuda y me sienta divinamente. Además la finalizo con una copa de Hennessy servido por una azafata morenita, delgadita, pequeñita y guapa. Y además india: “de Bombay”. Ah, y le he pedido vino blanco después de la experiencia de echarme el vino tinto por los pantalones en el vuelo a Denpasar.
También encuentro una información sobre el video de seguridad que he calificado de “patochada” y aquí dicen que ha sido clasificado como “among the best of alll time” por los “mainstream media”. Así me entero que este video está protagonizado por Messi (hasta yo sé quién es), Suarez, Neymar, Piqué, Mascherano y Rakitic. Que imagino que a los hijos de este hombre los mandaran a estudiar a otro país porque en España las van a pasar canutas en el colegio. Y no te digo nada si son niños obesos.
Para compensar dicen que fumar a bordo de un avión es ilegal y que te pueden caer 8.200$ de multa si lo haces. Claro que por otras “ofensas” la penalización es de 27.000$ y 3 años de cárcel, así que no debe ser mucho.
Mi compañero de viaje a resultado ser un joven muy interesante, empezando por su nombre: “llámame Yon”. “¿Pero cómo te llamas?” “Jancsi”. Resulta que la “a” se pronuncia “o”, la “cs” “che” o sea “Yonchi” Porque es húngaro de origen húngaro y rumano y ahora español. Resulta que va a hacer pruebas de cámara para una carrera de motos.
Una larga conversación sobre cámaras, objetivos y óptica. ¡Qué fructífero encuentro!
Marisa está viendo una peli (creo que un drama) en su pantallita y yo tengo la información sobre el vuelo en la mía. Una brújula te muestra periódicamente donde está la Meca, Makkah, y algún otro punto más como por ejemplo Tabuk del que no tengo ni idea. Tiene que ser una pesadez eso de ser creyente de la única religión verdadera. Sea la que sea. Imagínate que coges una línea de Zaragoza y continuamente te están diciendo los kilómetros y la orientación en relación con el Pilar. Eso es una idea que proporciono “de gratis” para la futura república catalana, pues imagino que tendrán línea aérea propia: una brújula que indique siempre donde está Montserrat, aunque como entonces también habrá un aeropuerto en Tortosa podrá señalar además a la Virgen de la Cinta.
Por el mismo medio me entero de que solamente hay dos horas de diferencia entre Madrid y Doha. ¿Si eligen como presidente al Sr. Sánchez moverá el uso horario? Creo que alguien dijo que lo harían.
Poco antes de aterrizar nos ofrecen una especie de bocadillo caliente y picante.
Llegada a Doha, despedida del compañero de viaje y proceso de “Transfer”. Hay largas colas en el control de equipajes de mano y el ceremonial habitual: tabletas, teléfonos y portátiles fuera de las fundas; objetos metálicos en las bandejas, chaquetas, chaquetones, fuera…
La diferencia con Madrid –y con otros muchos controles- es que te dejan pasar con las botas puestas. Pienso la razón y quizás sea porque a los que pasan con faldas (y no me refiero a los presbíteros y sus sotanas) hasta los pies no saben el tipo de calzado que llevan y así a todos igual. De manera que aquí pasas con botas y con un fusil ametrallador: con el apresuramiento me olvido de quitarme el forro polar en cuyos bolsillos he colocado todos los objetos metálicos, entre ellos una cámara fotográfica, pues pensaba colocarlo en una bandeja y paso y aquello se pone a pitar. Pero bien pitado. Me doy cuenta de lo que acabo de hacer pero nadie me dice nada. Luego compruebo que el que vigila en la pantalla el contenido de los equipajes no hace ni puto caso al chequeo. Y encima no para de hablar por teléfono con sus seres queridos. Creo que estos teléfonos –y la tarifa plana- han hecho más por la maldad del ser humano que ningún otro invento tecnológico, desde el garrote del mono de la peli de Kubrick. ¿Cuántas veces un policía nacional, municipal, guardia civil están desatendiendo sus obligaciones de “in vigilando” –Doña Esperanza dixit- por estar pegados al teléfono? Y eso no solamente ocurre en España. Vaya, quizás se salven los policías de autonómicos pues ellos tienen un plus de sentimiento patriótico nacionalista de la que carecen el resto.
Pero aquí un desastre.
NB
Por si los has olvidado te recuerdo las palabras de la Sra. Esperanza en febrero de este año por las cuales los españoles no versados en corrupciones aprendimos la diferencia entre “in eligendo” e “in vigilando”:
«Eso me lleva a asumir mi responsabilidad política in eligendo, o sea, por elegir a este señor, e in vigilando, porque yo debería haber vigilado mejor».
Que no hay nada como ser Grande de España (consorte).
Te dejo el enlace de “El Intermedio” donde reproduce su intervención.