¿Por qué este país?
He visitado Japón en el 2008, 2009, casi en el 2011 (lo impidió el desastre de Fukusima,) y el 2015, así que este del 2016 será mi cuarta visita, siempre en marzo y siempre de un mes de duración. Y si me dejase llevar volvería todos los años.
Los dos primeros viajes los hice solo, el primero a la mitad sur del país, más o menos, y el segundo a la mitad norte. En el primer viaje con Marisa, el año pasado, lo hicimos como el del 2008, o sea la mitad sur y este año lo haremos como en el 2009 a la mitad norte. En todas las ocasiones el recorrido es más o menos igual con alguna variación, como el año pasado la visita a Kagoshima y este año con más tiempo dedicado a la isla de Hokkaido.
En todas las ocasiones la visita ha incluido Tokio, si bien el año 2009 fue breve, y Kioto: una de las ciudades más bonitas e interesantes del mundo. Nuestra guía sitúa a esta ciudad junto a París, Londres y Roma como una de las que hay que visitar por lo menos una vez en la vida.
Así pues en mis anteriores visitas y posterior escritura en este blog ya he comentado muchas de las particularidades de este maravilloso país. Además dada su estabilidad económica, cultural y social tampoco es de los que encuentres grandes diferencias de una visita a otra. Y esto para los que viajan como nosotros es una gran ventaja: no tienes que inventarte el viaje en cada ocasión.
De esta manera sigue el mismo emperador (no lo cambian desde el siglo IV, o así) Akihito y Shinzō Abe como primer ministro de Japón desde diciembre de 2012.
En la clasificación del GPD se sitúa en el 5º puesto teniendo por delante solamente a China, Unión Europea, Estados Unidos e India. En España estamos en el 17º o en el 16º si descontamos la Unión Europea. No está mal. Japón, quiero decir.
¿Y dónde más están mejor que nosotros? Pues en el desempleo: solo tienen (tenían que las cifras de la Agencia son del 2015) un 3,3%. Pues a pesar de esa pequeña cifra ocupan el número 27 del mundo. Que parece mentira. ¿Cómo puede haber 26 países con cifras más bajas de paro? Pues por ejemplo Macao a quien la Agencia considera todavía… pues no sé si lo considera un país independiente de China o solo una especie de autonomía como nuestras regiones. Pues bueno, Macao un 1,9%, como Papúa Nueva Guinea. Vaya, casi todos esos 26 son países tirando a raros y no sé si uno puede fiarse de sus datos estadísticos como Camboya, que ocupa el primer lugar y solo tiene un 0,3%. Menos que el índice de natalidad de El Vaticano, que por cierto no aparece en la lista. Y nosotros ocupamos el puesto 173 de 207, lugar que ocupa Zimbabue con el 95%. Así podríamos inventar un nuevo insulto: “¡Eres más tonto que uno que fue a buscar trabajo a Zimbabue!”. ¿Y en qué más los ganamos además de en parados? En gordos: nosotros estamos en el puesto 45 con un 26,6% y ellos en el 157 con un 5%. Claro que esa información parece que no les preocupa mucho a los “chicos de Langley” (como los llaman en las series americanas de policía –quizás esa ciudad sea como Lepe en España-) y es del 2008, que ahora debemos estar en mejor posición: quizás entre los 20 primeros.
Total, que ya ves, en unas cosas ganamos (en las malas) y en otras perdemos (en las buenas).
En el 2011 no me pude ir a Japón, como ya sabéis, y ahora casi me ocurre lo mismo: pues casi no me voy.
Pocos días antes de marcharnos a Japón aparece una información en audio del suegro del Sr. Granados donde explica, o mejor no explica, como pudo aparecer un maletín con un millón de euros en su cuarto de baño. El lo achaca a los fontaneros e incluso a los montadores de Ikea. Y resulta que nosotros hemos arreglado una casa en nuestro pueblo con mucho trabajo de fontanería y mucho mueble de Ikea, vaya sin comparación con el armario del suegro. Así que en nuestro caso sería mucho más probable. Y el dilema: ¿me debería quedar a buscar algún maletín en lugar de irme a Japón? Resulta que mi fontanero, Jesús, es un amigo y así como el suegro consideraba que si le hubiese dejado su yerno la pasta escondida sería una mala faena, en mi caso lo consideraría como un magnífico regalo. Pero no creo que Jesús me haya dejado nada. Pero por si acaso he dado una pequeña batida por los recovecos de la casa. Luego lo de Ikea: claro, son los montadores los que tienen la posibilidad de olvidarse el maletín; en ese caso sería un “olvido” y no un regalo pues no son amigos. Pero luego he caído que, a diferencia del suegro, los armarios me los monto yo y no creo que a los transportistas les hubiese dado tiempo de esconder nada.
Total, que al final me voy con la duda de que no he pensado en el electricista, Javier, que es tan buena persona que quizás también me podría haber dejado un maletín pero que creo que en los espacios en que él se movió no lo tenía fácil. Así que si algún día aparece un paquete de pasta habrá sido por el constructor, Eloy, que también es un amigo y del que no me sorprendería nada que me hiciese un regalo.
A los que cito aquí si queréis dejarme de forma anónima un maletín, o aunque sea una mochila, con un millón de euros podéis hacerlo sin temor, pues jamás consideraré que me habéis hecho una faena sino una muestra de amistad y cariño. Incluso podéis aprovechar mi ausencia en Japón para hacerlo. Que a pesar de esas perspectivas hemos decidido hacer el viaje.