41. Bali y Lombok 2015. 1 de octubre, jueves. Vigésimo cuarto día de viaje. De Bingin a Jimberan. Primera parte.

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Ayer por la noche conocimos a una pareja de españoles jovencitos a los que acompañaba un alemán. El, aunque valenciano, era originario de Pozuel del Campo y se alegró del encuentro. Me contaron sus aventuras de este viaje pues antes habían estado en Sumatra. El alemán, con un buen nivel de español, había llegado hasta aquí viajando prácticamente por tierra desde su país. Muy interesante.


Durante el desayuno la dueña del hotel va realizando el rito de la ofrenda delante de cada altar de los que hay diseminados por todo el recinto. Lleva una bandeja con unas 20 cestillas.


Antes de marcharnos fotografiamos una de las motos de las que alquilan a los extranjeros y que solo hemos visto por aquí: disponen de dos grandes ganchos en uno de los lados para llevar las tablas de surf.


Dejamos Bingin sin demasiada pena pues dadas sus características topográficas y nuestros medios de transporte nos ha dejado un tanto descolocados.
El mismo conductor de ayer nos lleva a Jimbaran.
Aquello ya es una verdadera ciudad.
Hemos venido aquí en primer lugar porque Bingin se nos había agotado y además la guía dice que este es un lugar con una playa estupenda, un interesante mercado de pescado y también que es famosa por sus restaurantes especializados en marisco que se distribuyen a lo largo de toda la playa. Veremos que muchos de ellos anuncian un transporte gratis a otras ciudades cercanas si cenas allí.
Reservamos el hotel a través de internet pues a diferencia del resto de los lugares donde hemos estado antes aquí apenas hay algún alojamiento referenciado en la guía del tipo de los que acostumbramos a ir. Y este hotel está francamente bien: una gran habitación que da a un jardín con una estupenda piscina en el centro.


Tienen además un restaurante enorme cubierto pero abierto por sus cuatro lados y todo de madera. Tan grande es que me ha recordado a los templos japoneses que también están construidos íntegramente de ese material.


Ya aposentados nos vamos a visitar el mercado de pescado. En el camino nos encontramos con un hotel de nombre “Keraton”, lo que nos hace recordar a nuestro amigo Luis, huésped distinguido de la cadena que intenta imitar o confundir. También encontramos por primera vez pintadas en las paredes. ¡Viva la globalización macarra!
Llegamos al mercado de pescado y aquello es una fiesta para los ojos. Muchos pescados conocidos pero también muchos que no lo son. Allí vemos por primera vez uno que anuncian en todos los restaurantes de la costa norte pero que nunca habíamos visto: “mahi-mahi”, Coryphaena hippurus, del que desconozco su nombre castellano. Como ya es un poco tarde podemos transitar fácilmente por allí, pero imagino que a primera hora será bastante complicado pues los pasillos son muy estrechos y hay bastante trasiego de personal. Además a diferencia de otros sitios semejantes, parece que en este la mercancía está entrando continuamente. Quizás haya algún momento, puede ser que de madrugada, que llegue el grueso del pescado, pero mientras estuvimos nosotros no paraban de llegar grandes canastas recién desembarcadas.


Además los vendedores parecen encantados de que pasees por allí por una razón que he descubierto luego, pues en general en este tipo de mercados ya saben que tú solo eres un mirón y que no vas a comprar nada para cocinártelo tú mismo, aunque si son de naturaleza amable no te rechazan pese a que seas un incordio moviéndote por allí y más si eres alguien como Marisa que hace fotografías o como yo, que suelo preguntar cosas de las mercancías.


Después nos vamos a un espigón a ver las barcas de pesca que hay fondeadas a su alrededor. Hay algunas con dos flotadores como las que hemos visto hasta ahora pero también otras con uno solo y las más grandes sin ninguno aunque tampoco son como las nuestras. Algunas tienen una popa y una proa que recuerda algo a los barcos vikingos de los tebeos y muchas tienen unos bonitos adornos en el único mástil del que disponen.


Antes entrar en el mercado hemos visto un garito donde tres jóvenes no paraban de asar a la parrilla grandes pescados que luego metían en cajas de poliespán. Imagino que serán para algún restaurante donde les darán el último toque y los presentarán como “recién cocinados”.


Después de la visita al mercado les pregunto el precio del pescado que están asando: “Va al mercado, compra lo que quiera y nosotros lo cocinamos por 20.000 idr (1,25€) el kilo”. Ese era el misterio del mercado: no eres un simple mirón, eres un posible comprador. Así que como Marisa está “preñada” de una sepia, buscamos y encontramos una preciosa. No te digo cuanto pesaba porque me da vergüenza. Vamos con la compra a los parrilleros, la pesan, la limpian y te la cocinan.


A nuestro lado un par de jóvenes chinos, gorditos los dos, tienen un surtido espectacular: pescados, langostinos y una enorme langosta. Compruebo que comen como limas; parece mentira pero al final han devorado todo.
Mientras esperamos nuestra comida pasan dos tanquetas occidentales mayorcitas. Luego las volveremos a encontrar en la piscina del hotel. Los jóvenes chinos que están a nuestro lado también acabarán así: no, no en la piscina del hotel, sino como tanquetas.
Regresamos al hotel para descanso, piscina y té. Parece mentira que después del trasiego por las escaleras del acantilado de Bingin estemos aquí gozando de todas estas comodidades.


Acabamos la jornada turística en la playa. Está situada a poniente de la península de Bukit y por tanto esperamos tener una buena puesta de sol.

NB
“Estar preñado”.
No sé si aquí es una licencia poética o un localismo. Está utilizado en el sentido de que alguien desea fervientemente algo. Como el DRAE no recoge ninguna acepción en este sentido imagino que quizás sea un localismo.
Cuando se ha obtenido el objeto del deseo se puede complementar esta frase con la de “ya tienen perro las monjas”, que acostumbraba a decir mi padre. Esta segunda frase me temo que también es un localismo pues buscada en Google solo aparece tres veces y dos de ellas son de este blog. Ahora serán cuatro.

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