Cuando llevamos tres horas de marcha nos encontramos con un templo en medio de la nada y con aspecto de estar abandonado. No lo está, pero tiene los accesos sin las habituales verjas así que nos damos una vuelta.
No es nada espectacular pero dada su situación y la soledad del entorno así como el esfuerzo que nos ha costado llegar hasta allí ha sido algo muy especial.
No hay forma de saber su nombre pero al rato encontramos un par de chavales y uno de ellos me lo escribe con una letra que me hace morir de envidia: un niño de Limpah, que es un barrio de Munduk, lo que quiere decir una aldea del centro de Bali, tiene una letra preciosa y niños españoles (mis nietos) con todas las facilidades del mundo no hay quien se las descifre.
Otro descubrimiento: campos plantados de hortensias. Hasta ahora las habíamos visto enormes y preciosas, pero como elementos sueltos en los campos o en las entradas de alguna casa y ahora, aquí, son campos llenos de ellas.
Y así subiendo y subiendo y pensando que no íbamos a llegar lo hacemos al fin: aparece delante nuestro Danau (lago) Tamblingan con un cielo totalmente encapotado que se transforma en una ligera lluvia y con una multitud de fieles alrededor del templo.
Se trata de una ceremonia llamada “Ngusaba” que no sé en honor de quien o con qué fin se realiza.
El personal llega hasta allí generalmente en moto; ellos vestidos de blanco con el traje tradicional balinés y ellas de blanco o de amarillo o de rosa con un vestido de encaje y los niños disfrazados de…pues no sé de qué.
Las señoras llevan un gran envoltorio encima de la cabeza donde portan ofrendas. Llegan al templo, esperan en grupos y en un momento dado entra un gran grupo cuando sale otro. Allí se sientan y oyen a los músicos que interpretan música tradicional balinesa que parece siempre de percusión, mientras un señor recita por la megafonía. Como no íbamos vestidos para la ocasión no nos han dejado entrar, pero sí asomarnos.
Además también depositan ofrendas en un par de sitios con el mismo ritual: se arrodillan, un sacristán les echa agua por encima con un hisopo y les reza alguna oración pero muy cortita porque hay otros fieles esperando. ¡Cuánto se parecen todas las religiones! ¡Cómo que se han copiado unas de otras!
Al final dejan la ofrenda que es una cestita con flores artísticamente decoradas y un billete de 5000 rupias encima. Esto dura unos 2 minutos. En cuanto dejan la cestita se van y el sacristán, con una velocidad que no te la creerías, coge la ofrenda y con el mismo movimiento echa el billete en un montón y el resto de la ofrenda al otro lado de la tapia: las flores le han durado a Dios unos 5 segundos. O menos.
En las cercanías del templo habían instalado una serie de entoldados donde vendían desde pantalones hasta comida en pequeños restaurantes. Aquí hemos hecho la comida más barata de todo el viaje: una escudilla con unas albóndigas hechas de arroz y pollo en una sopa de fideos de color azul. Y hemos aprendido que “col” se dice en indonesio “col”. Muy práctico.
Estamos comiendo en aquella especie de tienda de lona y entra una mamá con una niña de unos 10 años y un bebé en brazos. La señora se sienta en la mesa corrida donde estamos nosotros enfrente de mí, el bebé empieza a llorar y ella se pone a darle el pecho. Por primera vez en mi vida una madre desconocida se pone a amamantar a su infante a poco más de medio metro de mí. ¡Qué cosas!
Algunas adolescentes llevan la cara decorada como si fuesen princesas o diosas.
Y todos posan contentos y felices para que Marisa les haga una fotografía. Y más si había niño de por medio.
El lago parecía un lugar apacible y tranquilo y con gran encanto e imagino que una vez que se acabe esta festividad será un sitio solitario y seguirá con el encanto: los árboles, el bosque que lo rodea por completo, llegan hasta la misma orilla excepto donde está la explanada del templo. Precioso.
Nos hubiésemos quedado hasta el final pero ante el temor de tener que hacer parte del recorrido de regreso de noche por aquellos caminos nos obliga a marcharnos antes de lo deseado. Además aunque la vuelta será casi todo cuesta abajo Marisa tiene una rodilla averiada y un descenso de varias horas puede ser un problema.
Al salir de la zona del lago vemos un letrero que teníamos que haber visto al entrar: las normas de vestido. Como no está puesto pensando en nosotros solo está escrito en indonesio y por los dibujos hace referencia a como se debe llevar el traje tradicional, que por cierto permite las transparencias de manera que en muchos casos se ve completamente el sujetador de las señoras.
Volvemos a encontrarnos con más motos que suben con la familia engalanada y el bulto de las ofrendas.
A ratos oímos el sonido más fuerte y repetitivo sin descanso que he oído nunca, seguramente procedente de algún insecto. Es tan repetitivo e igual que he llegado a pensar que quizás procediera de algún artilugio electrónico pues parece imposible que lo haga un ser vivo. Luego en el hotel me dicen que es un insecto llamado “ocret” de unos 3 cm. Imagino que será como una cigarra.
Cuando nos falta un tercio del camino le pido a una furgoneta si nos puede llevar en la caja y así salvamos el final de la bajada y la extenuante parte final de la subida. Lo curioso es que iba cargada de sacos de clavo y nosotros encima de ellos. De esta manera el regreso no ha llegado a las 2 horas.
Vamos a cenar al mismo restaurante de ayer. Aunque es de noche cerrada se vislumbra el valle por el que hemos ido hoy hasta el lago. Cuando vamos a pagar el empleado está absorto delante de una televisión viendo una carrera de motos. ¡No me lo puedo creer: está viendo la carrera de nuestro pueblo! Nosotros en Munduk y aquí gente interesándose por eso.
Me pregunta si me gustan las carreras de motos: “no”. “Entonces le gustará el fútbol”. No quiero desilusionarlo y sonrío, pues ya le debo parecer una persona bastante decepcionante cuando prefiero estar en una aldea del Bali profundo en lugar de asistir a un gran premio de motos.
Llegamos al hotel y Marisa intenta ver en el teléfono como vamos en Cataluña. Te recuerdo que es 27 de septiembre del 2015: elecciones (anticipadas) al Parlamento de Cataluña. La diferencia horaria hace que aún no se sepa nada. Mañana nos enteraremos.
NB
En el hotel ofrecen varias excursiones con guía. Lo gracioso es que el precio depende del nivel de inglés del que te acompaña. Así por ejemplo:
“Good English: 350.000
Middle English. 300.000
Basic English: 250.000”
No decía nada del nivel de conocimiento del territorio, fauna, flora y antropología cultural.
Yo conozco gente de un nivel de inglés altísimo pero que no te podrían explicar la diferencia entre una manifestación religiosa hindú y una animista. Así que si cogemos uno –que no lo cogeremos- será de “Basic”, por el precio y porque lo entenderé mejor.
Etiquetas: Bali, lago Tamblingan, Munduk