Hoy amanece un día precioso y lo vamos a dedicar a Gili Meno.
El barco, o mejor el barquito que va entre las tres islas es un servicio público que solo realiza dos viajes al día pero eso te permite ir por la mañana visitar la otra isla y regresar a la tuya por la tarde.
Es un barco con una toldilla y con bancos de madera corridos a ambos lados con 3 ó 4 travesaños donde también se aposenta el personal pues hoy iba completo y además muchos iban con sus equipajes: el 96,66% mochilas y el 3,33% maletas, pues íbamos unos 90 y había solo 3 maletas. O mejor, maletones. Y debe ser horrible viajar por un lugar como este de esa manera. Porque ayer hablaba del problema de arrastrar esas magníficas maletas con ruedas por estos arenales y hoy he visto el problema de manejarlos para subirlas al barco. Porque esta isla, Gili Air, sí tiene un pequeño embarcadero que es dónde nos bajamos al llegar pero estos barcos públicos, no sé porqué, salen desde la playa misma o sea que debes entrar en el agua que te llega hasta las rodillas o un poco más (obviamente depende de tu altura) y subir con esfuerzo (obviamente depende de tu volumen y de tu edad) a bordo. Así que imagínate a una gorda con maleta. La verdad es que de los 90 solo había una gorda, o sea que el 98,9% eran delgados. Bueno, no es exacto, pues además de la gorda había tres gordachos, así que la proporción era del 95,5%. Y para acabar con la estadística: jóvenes el 97,77%. En resumen: casi todos jóvenes, delgados y con mochila. Y Marisa añade otra observación: soy el único varón con camisa.
Se sienta a mi lado Morten, el tío más guapo de la embarcación, un joven danés que además habla castellano pues ha vivido dos años en San Sebastián. Va con su novia, también hermosa.
Desembarcamos de la misma manera en la playa de Gili Meno, o sea en la arena y con agua a la rodilla.
La guía dice de Gili Meno que es la más pequeña de las tres islas y el lugar perfecto para tu fantasía de lo que representa una isla desierta. Nosotros dudamos al venir aquí si quedarnos en una isla u otra pero creo que solo por dos días no importa la elección.
Vamos a dedicar la mañana a dar la vuelta a la isla y a visitar un lago salado del que dice la guía que está lleno de garcetas.
Desde luego esta isla está más desierta que la “nuestra”, Gili Air, y como ella tiene un camino de circunvalación a veces adoquinado y a veces no, pero siempre con arena, aunque también se puede visitar paseando por la playa.
Esta isla es de un agua más trasparente todavía que Gili Air aunque, como en la otra, no se baña nadie y muy pocos están tumbados tomando el sol. La razón: todo el suelo está cubierto de trozos de coral. Se ven de vez en cuando a algunos buceando cerca de la playa aunque en general todo está bastante desierto. Pero aquí hemos llegado los turistas y ya hay bastantes conjuntos de bungalós y algunos parecen bastante lujosos.
Y lo que no hay en ninguna de las dos islas es un barco de pesca.
Todos los barquitos que encontramos están dedicados al turismo del buceo o al transporte. Porque de nuevo hemos visto descargar un barco lleno de sacos que parecían de tierra. Y los porteadores de nuevo mujeres. ¡Jodido trabajo e imagino que miserable salario!
Como contraste al lado una pareja rubia medio bañándose, medio buceando. Ya lo decía el maestro Yupanqui: “que uno sude sangre para que otro viva mejor”. Bueno, era al revés pero ese es el resultado.
Aunque todo lo que hemos encontrado era cabañas y bungalós también hemos visto el esqueleto de lo que imagino que será un gran hotel. Y sorprendentemente una urbanización de grandes chalets de aspecto imponente pero todos medio hundidos. ¿Qué habrá pasado? Parecía como un terremoto o que ha cedido el suelo. Me preguntaba si será posible aquí asegurar una casa.
Aunque hay chiringuitos como en la otra isla aquí son menos invasores y siempre puedes pasear por la playa. En uno de ellos encontramos un estrambótico tótem dedicado a las chanclas.
Llegamos al lago salado y es una decepción: ni una garceta. Además el entorno, un manglar, parece muy descuidado. En un lado unas cuantas cubetas para hacer sal de una forma bastante rudimentaria. Un letrero en indonesio imagino que explica las características del lugar y que allí no se puede cazar. En la parte inferior un escudo de “USAID” con el subtítulo de “From the American People”. ¡Qué curioso! Yo solo he visto algo semejante una vez en Amán sobre la ayuda española pero aquello era más lucido. ¿A qué habrán ayudado aquí?
Encontramos una especie de yucas a las que han insertado en cada punta la cáscara e un huevo. No sé si será algo de tipo animista o de informalismo matérico.
Cuando estamos a punto de acabar el círculo nos encontramos con seis jóvenes españoles. Parecían amigos pero ha resultado que eran dos parejas y dos chicas y que se habían conocido allí. Una de las chicas al ver mi marca de bolígrafos favorita, “Sobrado”, resulta que la conoce y que tenemos amigos comunes. Un encuentro muy agradable.
Comemos en un restaurante al lado del embarcadero y cuando voy al lavabo descubro un gran letrero en la pared que dice que por favor te quites los zapatos para entrar allí. El suelo está asqueroso y esa petición parece una broma que por supuesto nadie sigue.
Dese la terraza del restaurante vemos el embarque y desembarque del personal que llega o sale de aquí.
En esta isla hay pequeños carros con pequeños caballos y alguna moto eléctrica pero apenas bicicletas. Yo creo que si quisiera una isla tranquila para hacer nada elegiría esta.
Regresamos a Gili Air y pregunto en varias agencias de viajes para el que será nuestro próximo destino en Lombok pues hemos decidido echarle una ojeada antes de regresar a Bali.
Desde aquí los barcos te llevan hasta Bangsal y desde allí varios autobuses van a 3 ó 4 ciudades importantes pero no a la que queremos ir nosotros, así que mañana al llegar a Bangsal decidiremos el próximo paso.
Para acabar nuestra estancia turística nos vamos a ver de nuevo la puesta de sol: preciosa.
Pasamos por el restaurante mejicano “zapatista” y logro fotografiar el eslogan.
Cena temprana y a dormir que mañana hay que madrugar.
Observación gastronómica.
Los pueblecitos de pescadores se han transformado en pueblecitos de turistas. No hay pescadores, luego no hay pescado.
17/05/2016 a las 20:46
Es increíble hasta donde llegan los zapatistas, ¿será verdad que trabajan para su pueblo?
18/05/2016 a las 06:09
Pues de momento llegan hasta una idílica playa de Lombok, lo que no sé es si luego reparten o no.
Un abrazo