Me despierto con el cuerpo dolorido después de la excursión de ayer, pero para compensar la mañana es preciosa.
Nuestra habitación está en un primer piso al que se accede por una escalera empinadísima, aunque este superlativo lo tendría que haber dedicado al hotel de ayer. No recuerdo haber subido unas escaleras más empinadas con la excepción de las de un templo de Camboya. El paso siguiente serían unas escaleras de mano. Y es que este hotel como el otro, como los que he visto paseando por las calles, tienen todos una estructura muy especial. Imagínate un solar de 200 o 300 metros cuadrados con una tapia que da a una calle y en ella una puertecita muy pequeña. Allí hay media docena de escalones que te llevan a un gran patio donde hay 4 ó 5 templetes cubiertos y al fondo un edificio de dos pisos con dos habitaciones en cada uno. Además en alguno de los templetes puede haber alguna habitación más. Pregunté y me dijeron que en un pueblecito solo hay un templo para toda la gente de allí pero que aquí, como es una ciudad, las familias tienen un templo en cada casa. Además en la parte de los huéspedes suele haber una bonita galería que en nuestro caso como estamos en la primera planta nos da a la altura de los tejados de esos templos para los lares. Una bonita vista pues además hay palmeras y árboles floridos.
Y no sé porqué pero les encanta tener pájaros enjaulados. En este hotel hasta tienen enjaulado un gran perro.
En esta ciudad, pero quizás en todo Bali, las señoras colocan unos pequeños cestillos primorosamente adornados con flores en el suelo delante de las casas y de las tiendas mil que pueblan sus calles. Además también en los templetes que hay dentro de las casas alguna señora se dedica a colocar flores por doquier, pero no de adorno sino por devoción. Lo que no sé es que favores esperan conseguir con esta acción o qué males ahuyentar, que en la religión nada se hace de forma ingenua y sin esperar algo a cambio, aunque sea el perdón de los pecados o la resurrección de la carne.
El desayuno más sencillo que el de los otros días pero con abundante fruta y una novedad: una especie de gran empanadilla en cuyo interior está escondido un huevo con tomate.
El joven que nos lo sirve en nuestra terracita nos presiona para que cojamos un viaje que ofrece. Cuando bajamos encontramos a una pareja desayunando en la planta baja: cada uno con un teléfono y sin cruzarse una palabra. Nunca vi un eslogan mejor que el de ayer para describir la escena: “Disponemos de WIFI, así no tendrá que hablar con el otro”.
Hoy vamos a hacer la segunda excursión a pie recomendada por la guía. Visto los que nos pasó ayer hoy llegaremos solo hasta donde podamos sin intentar hacer todo el circuito.
La primera parte del recorrido es común a la de ayer y cuando vamos por el centro de Ubud, Jl Raya Ubud, aunque es tarde para una excursión debe ser muy pronto para los turistas pues está casi vacío. Y en las aceras, delante de cada establecimiento, o sea en todas las puertas, hay una o dos cestillas con flores. Dentro de nada el personal las pisará pero ahora las acaban de poner. Miden unos 7 cm de lado y son una monada. En algunos además de las flores han colocado unos caramelos. También colocan esos cestillos delante de las máscaras monstruosas que hay en el exterior de muchos edificios.
Pasamos por delante de un colegio y un grupo de escolares está limpiando el terreno que hay entre el colegio y la calle. Debe ser algo típico de los sábados pues más tarde encontraremos a un grupo de niños volviendo del colegio y cada uno llevaba una pequeña escoba.
Pasamos por debajo de un árbol enorme de cuyas ramas penden cientos de pequeñas lianas de colores. Parece hilo telefónico y hasta he tenido que coger un trocito para comprobar que era vegetal. Si yo fuese Bill Gates llevaría en mi séquito a un teólogo ecuménico, a un arquitecto y a un botánico. ¿Qué llevará el? A veces leo que gente importante viaja con un peluquero. ¡Qué tontería! O con un cocinero. O sea que te vas a Japón y en lugar de comer un plato de sashimi te llevas a un menda para que te haga una tortilla francesa. Para compensar hoy hemos visto a unos jóvenes padres con un bebé muy pequeñito. Luego en el restaurante de la comida a otros que permitían que su hijo de 2 ó 3 años fuese descalzo por allí ¡Qué inconscientes!
Encuentro una ofrenda en el suelo a la que han añadido un sobrecito de algo que parecen fritos y en otra hay algo muy dulce pues han acudido como locas las hormigas. ¿Cómo sabrá el personal lo que le gusta a los dioses? Esto es algo que siempre me ha sorprendido de los hindúes en la India: ¿por qué ofrecerán tantos cocos? Por lo menos en la religión cristiana además del incienso y el agua bendita solo se ofrece dinero. Y ya se sabe que aunque no le sea grato al Dios de los pobres, sí que sirve para realizar muchas buenas obras.
Hoy cruzamos un antiguo puente, el de Campuan, sobre el río Cerik. Hay una señorita que lleva una cesta llena de ofrendas y las va dejando en diferentes sitios. Posa complaciente para las fotos y al verlas luego pienso que tenía que haberle preguntado por tal actividad. Los de ella son los más completos pues además de las flores tienen una bolsita de confites y un palito de incienso.
Al final del puente han colocado un artilugio metálico en forma de cono para que los novios puedan colgar allí sus candados de “amor eterno”. Y digo “novios” porque estas gansadas son propias de ellos y no de los casados, porque nosotros con el vínculo sagrado (y seguramente por la gracia santificante que confiere ese sacramento) recibimos una dosis de realidad que nos impide hacer el idiota con la eternidad del amor, vaya banalizarlo. Y, hombre, está mejor hacerlo en aquel cono metálico que en ese puente, porque a la larga esa moderna actividad siempre da problemas.
NB
El puente más famoso a este respecto es el puente de las Artes en París, Pont des Arts, y sus “cadenas d’amour”. Para los no francófonos “cadenas” es “candado” en castellano y es que el francés para el amor es un idioma sin igual. Porque hasta esa palabra suena mucho más bonita.
Volviendo al puente de Campuan: hasta aquí se ve que siempre hay clases; desde parejas que escriben sus nombres con rotulador (espero que indeleble), como Leon y Cherrah, que deben ser matemáticos porque en lugar del típico corazón han colocado el signo del infinito debajo de su nombre, a Kevin y Ellan que lo grabaron en el candado y además el 14 de febrero de hace dos años.
A mí el que más me ha gustado ha sido uno que decía: “L + H = Signo de corazón”.
Pero luego compruebo con tristeza que ha sido una iniciativa de un restaurante, Bridges, que como su nombre indica está al lado del puente, o mejor de los “puentes” pues está este bonito y antiguo y peatonal y al lado otro moderno para el tráfico rodado.
Pero lo peor es el final del letrero: “Disponemos de candados en el restaurante. ¡Compruebe también nuestra oferta “Bridging Romance”!”. Ni idea de cómo traducir lo de “Bridging Romance”.
Pasamos por la puerta del museo “Antonio Blanco”, artista del que desconocía la existencia hasta llegar a esta ciudad. La guía dice de él que llegó a esta isla desde España vía Filipinas, que se especializó en arte erótico y que interpretó el papel de artista excéntrico “à la Dali”. Parece que fue un personaje muy interesante que murió en 1999.
En nuestra inefable Wikipedia en inglés encontramos su biografía.
Como filipino de origen español, pintor figurativo y dedicado, como dice su artículo de Wikipedia en inglés, al «eterno femenino» no es de extrañar que en la España de hoy nadie haya dedicado diez minutos a traducir su biografía. Antonios Blancos en la Wikipedia en español sólo figuran los siguientes:
- Antonio Blanco, ex futbolista argentino.
- Antonio Blanco Solla, político español ejecutado en la Guerra Civil.
- Antonio Blanco Freijeiro (1923-1991), historiador español.
- Pedro Antonio Blanco García (1952-2000), militar español – asesinado por ETA.
No obstante esa desatención, puede comprobarse que tiene obra muy apreciable y que hay quien se preocupa de que no sea olvidado en Youtube.