Volamos toda la noche europea aunque aquí sea de día pero con todas las ventanillas cerradas y las luces apagadas; de esta manera se mantiene el engaño de los meridianos y podemos dormir.
A las 8 de la mañana «nuestra» nos despiertan para un estupendo desayuno y al poco ya llegamos a nuestra escala en Singapur. Y esta escala se ha hecho complicada por el tema de la seguridad. Tienes que desembarcar y llevarte todos tus efectos personales. Y realizas la salida y la entrada casi como si vinieses de la calle: debes pasar un control de equipajes y acceder a una sala de embarque. Es algo molesto porque empleas una hora en salir del avión, hacer cola para el control y de nuevo entrar en el avión. Claro que si no se hiciese así un bastardo podría dejar su mochila peligrosa y desembarcar en Singapur. ¡Todo sea por la seguridad!
Al pasar el control de pasaportes, el primer control, una joven pareja española le dice al empleado de seguridad que se ha olvidado el teléfono en el avión, donde, obviamente, están limpiando todo: “¡Teléfono, teléfono, en avión!”. Y ella hace con la mano el signo de llamar. Ya sabes, el dedo meñique y el pulgar extendidos y el resto bien apretados y moviendo la mano. Obviamente el buen singapurano no les entiende por lo que ella cada vez grita más y mueve también más la mano de la “llamada telefónica”. Se lo traduzco al guardia y les dice que eso se lo expliquen a los de la compañía aérea. Pues el guardia me ha dado las gracias, pero la pareja ni ahí te pudras.
También en la escala encontramos a la pareja andaluza en viaje de novios y van bastante vendidos. Porque tú, ellos, compras un carísimo viaje de 12 días con guía incluido y tienes que hacer ese cambio o rellenar la declaración de la aduana… Pues eso, que en momentos así no tienes a nadie de la agencia que te ayude.
Vuelta al avión y de nuevo charlamos con Geneviève sobre el país. Mi primera pregunta y que parece bastante sencilla: ¿Cómo ir de Denpasar, la capital, a Ubud, la principal ciudad turística de la isla? Pues le pasa lo mismo que me pasaría a mí si me preguntasen cómo ir de Madrid a Toledo: nunca ha ido en transporte público.
Llenamos el formulario de la declaración para la aduana. Marisa lleva tres bocadillos de jamón y en el papel dice textualmente: “Llevo animales, pescado y plantas incluyendo sus productos (vegetales, alimentos,…): SI-NO”. Se va a comer el jamón antes de tirarlo pero Geneviève le dice que no lo haga, que no controlan los equipajes y que si nos lo detectan que digamos que es “toro” por ejemplo; piensa que estamos en un país musulmán. Veremos que ocurre.
En el trayecto de Singapur a Denpasar nos vuelven a dar otra comida, de nuevo pollo y de nuevo buenísimo. Fuera del avión está nublado así que no nos hemos enterado de nada del territorio que atravesamos; en la primera etapa porque hemos ido durmiendo y aunque era de día con todas las ventanillas cerradas y en el segundo por las nubes. Y casi mejor, porque estando cerca de Singapur en el mapa informativo del trayecto el avión ha hecho un par de círculos y si lo ves desde arriba te podría preocupar.
Aterrizamos felizmente en Denpasar a las 13:45 hora española: el viaje total desde Madrid ha sido de 20 horas 35 minutos.
Despedida de la encantadora Geneviève. Ha sido un viaje muy instructivo aunque no nos haya podio proporcionar algunas de las informaciones prácticas que nos eran necesarias.
Lo primero es pasar el control de emigración para que te den el ”Visa on arrival”, que afortunadamente para los ciudadanos de la UE es gratis. Luego el control de aduanas que, como tenemos pinta respetable, pasamos sin problemas a pesar de los bocadillos de jamón de Marisa. Después el primer cambio de moneda y un taxi prepagado, que es mucho más caro de lo que ponen en las webs: 200.000 rupias.
Antes nos despedimos de la joven pareja española, Marcos y su mujer (no es machismo, es que ella tenía un nombre muy raro), que ya han encontrado a su guía. Espero que su viaje sea un éxito porque me parece que venir de luna de miel a Bali no es una decisión muy acertada.
Llegamos al hotel y tenemos habitación a pesar de que al hacer la reserva me equivoqué de día. Este lugar es de lujo pero venido a menos y con un precio sorprendente. La habitación y sobre todo el cuarto de baño enormes.
Así hemos acabado bien la primera etapa del viaje aunque se me haya caído un botón de la camisa, lo que me da un aspecto desaliñado, me haya echado por encima una botella de vino tinto por el pantalón y un trozo de pastel de chocolate por la camisa, me haya dejado olvidada la riñonera, con pasaporte incluido, en un control de equipajes a la salida del aeropuerto y la mochila con el equipo fotográfico en el taxi. Estropicios que se solucionaron todos, más o menos.
PD
En la recepción del hotel intento buscar información de la manera de trasladarnos desde Denpasar a cualquier punto de la isla por transporte público. Que cojamos un taxi.
Le digo a la amable joven que si ella quisiese ir desde Madrid a Barcelona que cómo iría con autobús. Que no hay.
No ha habido forma de conseguir esa información tan importante para nosotros y que tampoco logro ver en la guía.