54. Japón 2015. Vigésimo tercer día de viaje. 21 de marzo, sábado. De Matsumoto a Tokio.

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Hoy vamos a acabar nuestro recorrido viajero ferroviario pues se nos acaba el pase que nos permite viajar gratis y libremente por la red del «Japan Rail», así que nos iremos de Matsumoto a Tokio. Como el tren no sale hasta el medio día aprovecharemos la mañana para visitar el castillo que era en principio el objetivo de venir a esta ciudad aunque también el centro «histórico» tenga interés por sí mismo. Y el restaurante de ayer.
El desayuno nos sorprende con unos macarrones que son de lo más resbalosos para coger con los palillos y además han resultado ser dulces.

Otra sorpresa: ha salido un sol espléndido. Ya era hora.
Vamos a ir al castillo dando un paseo pues en esta ciudad todo está cercano.
En la puerta de un restaurante, o quizás sea un bar, un signo que ya me chocó ayer: en un barril un montón de botellas de vino vacías. Quizás de esta manera indiquen que allí se bebe mucho y bien.

Otras veces dejan las botellas, también vacías, en unos botelleros en la calle e imagino que con el mismo fin.
Volvemos a pasar por el «Spain Tablao mona chulos». Y me sigue sorprendiendo el nombre. Por si eres amante de las cosas raras te dejo el enlace a su web que dice «¡Hola! y el resto en japonés.

Desde luego es un negocio que va bien pues es «Spain Bar» desde 2007 en la planta baja y «Spain Tablao» desde 2011 en la primera.

Y para hacerlo más pintoresco al lado hay un salón de belleza llamado «GRASA».

Obviamente los «mona chulo» no les han explicado su significado en español, porque seguramente es difícil encontrar un nombre menos adecuado para ese tipo de negocio.
También nos encontramos con una barbería con el símbolo que ahora apenas se ve en España pero que antes era su signo imprescindible en todos esos establecimientos.

Y también un reloj (creo que era un reloj) que hubiese ganado el premio al peor diseño en un certamen de relojes suizos.

Para compensar, en una puerta cercana han colocado un ramillete de flores que con las letras japonesas componen una bonita estampa.

Pero no quiero dejar pasar que me he encontrado con la primera pintada de todo el viaje: también hay macarras en este país aunque fuera en una tapia de una calle lateral y con aspecto de estar abandonada.

Y así llegamos al castillo, al famoso Matsumoto-jo.
La guía dice de él que es el más antiguo de Japón construido en madera y uno de los cuatro nombrados como «Tesoro Nacional». La torre del homenaje, «tenshu», fue acabada en 1595 y tiene seis pisos. Los pisos inferiores hacen de pequeño museo de objetos propios de un edificio así . Tiene en una de sus esquinas un precioso pabellón, «Tsukimi yagura», algo así como «el pabellón para mirar la luna» y un tranquilo foso con carpas y a veces con cisnes deslizándose por sus aguas y por debajo de sus puentes rojos.

Hasta aquí la guía. Yo te añado que es un lugar maravilloso y que es tan bonito que es imposible capturar su belleza con una cámara. Y también que dependerá del momento del año y de la hora del día en que lo visites. Porque hoy el día era espléndido y al fondo se veían los Alpes japoneses nevados. Y los cisnes. Y como estamos en Japón los fosos que rodean a los castillos tienen agua. Lo dicho: una maravilla.

Y como es una atracción turística importante han colocado un par de jóvenes ataviados según la época para que el personal se fotografíe con ellos. Ni siquiera Marisa ha podido resistir la tentación de hacerlo. Y además en dos ocasiones.

Y como es un sitio precioso para fotografiarse los recién casados no pueden tampoco evitar venir aquí para hacerlo.

En resumen: que hay que venir a verlo.
El tren que nos lleva a Tokio no es un «shinkansen» pero es cómodo y va casi vacío pues hoy es fiesta. Como hay muchas opciones para llegar a Tokio hemos tenido que buscar una que llegase a una estación desde donde fuese fácil coger otro transporte para llegar al hotel. Parece mentira pero quizás haya sido la elección más difícil de todo el viaje y la que me ha costado más tiempo escoger.

Al fin llegamos a Tokio y aquello es otro mundo, sobre todo viniendo del apacible Matsumoto.
Tenemos que coger otro tren y en el andén al que llegamos pregunto a una viajera si aquel tren que iba a Tokio va a Kioto. He confundido los nombres y la señora debe pensar que soy idiota.
En el hotel no hemos podido encontrar habitación de no fumadores y tenemos una con pestazo a tabaco. Intentarán cambiarnos en cuanto puedan.
Mañana empezamos nuestra última etapa: Tokio.

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