53. Japón 2015. Vigésimo segundo día de viaje.20 de marzo, viernes. Matsumoto.

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  Así que por fin llegamos al restaurante de la famosa “soba”.
Entramos y aquello es una minúscula habitación con una pequeña cocina con una cocinera y una salita con tres mesas con 4 sillas cada una. Afortunadamente hay una libre. Y como dice la guía solo hay dos platos: sopa fría o sopa caliente.

Elegimos una cada uno y el solícito dueño, maître y camarero nos explica cómo debemos comerla. La mía, la fría, es más complicada y hasta tiene unas instrucciones en inglés en la carta pues cuando te la has acabado te sirven una tetera con el caldo de hervir los fideos que debes mezclar con el caldo frío que te ha sobrado de tu comida. Y menos mal que manejamos los palillos casi como un japonés. Total que nos hemos tomado una “soba” estupenda en un ambiente “zen” y a un precio razonable. ¿Se puede pedir algo más? Pues sí, le pregunto al dueño el nombre de cada plato y muy diligente me lo escribe en japonés. Que no, que lo quiero en caracteres latinos, lo que en el mundo no latino llaman en “caracteres ingleses”. “Kake soba” es la caliente y es parecida al “udon” pues la sirven con los fideos dentro del caldo y “zaru soba” es la fría con los fideos servidos en un cestillo de bambú y el caldo en una jarrita. Toda una preciosidad y encima sin dejar ni un yen de propina te tratan como si fueses el rajá de Kapurtala.

Paseando por aquel barrio y también por el resto de la ciudad vemos unas fuentes con letreros que indican que son de manantial y donde te animan a beber: “Please, enjoy pure spring water”.

En una de esas calles unas farolas de puro diseño. Pero como nada es totalmente perfecto los cables eléctricos y los transformadores afean el entorno. Rogerio, el fotógrafo brasileño de Kagoshima, al que le pregunté que como solucionaban los profesionales el tema de los cables que hay por todos los lados me dijo que en este país ya se da por supuesto que hay siempre cables y que no se preocupan por ello. Así que si están, aparecen en las fotografías. Debe ser como en España los chicles pegados en el suelo de las calles, las basuras sin recoger, las latas y botellas de plástico en los entornos naturales protegidos,….no sigo.

En una tienda de muebles tienen en el escaparate una mesita de esas bajas donde comen y dos sillas con su asiento y su respaldo pero ¡sin patas! Debe ser muy elegante pero me han recordado a una publicidad que había en la marquesinas de Madrid, creo que en los 80, que mostraban unos “objetos imposibles” que recordaban a fotografías de Madoz. Desde luego “imposibles” para nosotros.

Me percato de que vemos a bastantes parejas con niños pequeños pero casi ninguna con carritos de bebé. Todos suelen llevarlos colgados delante. Creo que alguien me explicó que esa podría ser una de las causas de las piernas torcidas japonesas.
Para acabar la tarde nos vamos a ver el castillo que es la joya de la ciudad. La visita completa la dejaremos para mañana por la mañana pues el tren para Tokio lo tenemos a las 2 de la tarde, pero como sé que Marisa querrá hacer fotos mil de esta manera tendrá una luz ahora, que además está nublado, y que será del oeste y otra diferente mañana por la mañana que estará despejado y del este.

Y efectivamente este castillo es algo fuera de serie. Y para hermosearlo más hay un par de cisnes que se pasean elegantemente por el foso con agua que lo rodea.

 

Acabamos visitando la antigua escuela “Kaichi” ahora convertida en un museo. Esta es una de las escuelas elementales más antigua de Japón; construida en 1876 fue utilizada durante más de 90 años. El edificio es un ejemplo de arquitectura de la época Meiji. Es interesante pero mucho más si eres japonés pues muestra mucho material escolar desde el siglo XVII. Entre el material expuesto hay un libro para enseñar idiomas extranjeros y tiene la gracia de que cada dibujo tiene el nombre en alemán, inglés y francés y como escrito a mano el japonés. De esta manera se aprendían tres idiomas de golpe. Y en un mapamundi muy rudimentario donde apenas se aprecia el contorno de la península ibérica (¡toma nacionalistas de todo pelaje!) pero sí una manchita al sur con el mismo color del Reino Unido, claro Gibraltar, se ve la madre Rusia de color azul y también de ese color Alaska.

De vuelta al hotel me vuelvo a encontrar con el horror de “Spain Bar mona chulos”. Vaya, horror por el nombre que no sé si en japonés tiene algún significado especial u oculto para mí. Lo vi en mi anterior viaje en el 2009 y allí sigue. Pero lo han debido ampliar pues en el primer piso pone “Spain Tablao since 2011”.

En la recepción del hotel hay varios periódicos a los que ponen una pinza metálica enorme para que no se deshagan. Hay 6 ó 7 pero solo uno en inglés: “The Japan Times”. Allí leo que a los “negros” los llaman “negros”. Nada de eufemismos como “afroamericanos”. Así aparece una noticia de una joven que representará a la provincia de Nagasaki y que fue elegida “Miss Universe Japan”: “The child of a black American and Japanese mother”. De su mamá no dice nada del color. Hubiera sido cojonudo que hubiese dicho: “The child of a black American and yellow Japanese”. Pero es que quizás ellos no se consideren “amarillos”. Yo realmente no he visto a ninguno de ese color.
A la chica la definen como “Black beauty”.

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