44. Japón 2015. Décimo octavo día de viaje.16 de marzo, lunes. Kagoshima.

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Llegamos a Kagoshima desde Sakurajima demasiado pronto y como tenemos un billete que nos permite viajar durante todo el día cogemos un autobús de recorrido turístico, “City view”, pero diferente del de ayer. Lo malo de éste es que la frecuencia es de 80 minutos por lo que si te bajas en una parada y no hay demasiado para visitar debes esperar ese tiempo al próximo, así que hacemos todo el recorrido sin detenernos.
En Japón hemos viajado entre ciudades siempre en tren así que mi experiencia de autobús se reduce a estos urbanos. Compruebo que los coches al cruzar los pasos a nivel con barreras hacen siempre un “stop”. Sabia medida que en España no se hace ni en los sin barreras. También que en los autobuses los conductores no paran de hablar por un micro que llevan cogido de oreja a boca. No sé si hacen publicidad o informan de las paradas y su entorno turístico o cuentan bonitas historias. Y si hay algún conductor de espíritu más refinado incluso es posible que recite “haikus” de Basho como éste:

Este camino
nadie ya lo recorre,
salvo el crepúsculo.

Y si es francófono quizás conozca este poema de Verlaine, lo más parecido a un haiku, y también lo recite cada mañana de otoño:

Les sanglots longs
Des violons
De l’automne
Blessent mon cœur
D’une langueur
Monotone.

En este recorrido, como en el de ayer, hay un monumento dedicado a los “retainers”:
Ni idea de la palabra. La busco y resulta ser “siervo, criado”. ¿Qué debieron hacer aquellas buenas gentes para que a pesar de su condición les hayan dedicado un monumento que siempre lo son a los preclaros salvadores de la patria?
Aprovecho el poco movimiento del autobús para hacer una fotografía del sistema de pago que tiene en la salida al lado del conductor. Te recuerdo que aquí se entra por el centro del vehículo y se sale por delante y es entonces cuando se paga o se valida el billete.

Al final de la tarde vamos a ver unos grandes almacenes de un nombre que no logro decir bien aunque lo lea: Yamakataya. Siempre añado alguna sílaba más y cuando pregunto por él no me entienden. Un lío. Vamos en tranvía con lo que hemos empleado todos los medios de transporte.
He recordado que Max, el australiano de Kotohira, me dijo que en esta ciudad había tranvías y que a él le gustaban mucho y me enumeró las ciudades con más kilómetros de líneas. Solo recuerdo Moscú. Yo aproveché para hablarle de Zaragoza. También habría podido explicarle lo de Parla y el Sr. Gómez pero no sé si me habría entendido.

Y como no hay un día sin su afán Marisa se cae en la calle y nos damos un buen susto. No había ningún obstáculo pero no nos hemos detenido a investigar la razón. Al llegar al hotel la espinilla se le había hinchado bastante pero con hielo y resignación le ha desaparecido. O casi. Solo le han quedado unas pequeñas heridas en manos y piernas.
Cerca del hotel vemos un reducto para fumadores. Es un poco patético verlos encerrados en aquella especie de jaula.
Para compensar en un jardín próximo y a pesar de la ceniza volcánica hay unas preciosas amapolas.

N.B. Ya sabéis que a veces acudo al libro de la Agencia para obtener información actualizada y fiable. Al volcán de Sakurajima lo coloca como uno de los posibles peligros de Japón porque está cerca de una ciudad muy poblada, Kagoshima, y ha sido considerado por la “International Association of Volcanology and Chemistry of the Earth’s Interior” como uno de los “Decade Volcanoes”, entre otros 16 elegidos de todo el planeta por su peligrosidad. Te dejo el enlace por si está interesado en el tema
Aquí tenemos uno, el Teide, y a mí me parece una exageración esa clasificación. Por cierto que nosotros hemos visto de cerca a cuatro de esa lista y hemos subido hasta la boca del cráter de dos: el Etna y el Nyiragongo. ¡Éramos tan jóvenes!

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