Hoy vamos a dejar Kioto y a pesar de los días que hemos estado aquí se nos ha hecho muy corta la estancia: ¡hay tanto para ver y es todo tan bonito!
Además el hotel ha sido confortable, muy bien situado y con unas recepcionistas encantadoras. Es de esas instalaciones donde no te sobra nada pero que tampoco nada te falta.
Hoy vamos a ir de Kioto a Takamatsu haciendo una escala en Okayama.
La maravillosa estación de Kioto está a rebosar de gente. Los pasillos aunque muy amplios son un hervidero de los que vienen a trabajar aquí, los famosos «commuter». En ellos descubro una prenda que me encanta pero que en España está «desclasificada»: la gabardina. Claro que aquí como el personal laboral va siempre de oscuro tampoco se permiten ninguna fantasía con el color de los gabanes: todos negros o azul marino.
Los andenes del «shinkansen», el AVE japonés, enormes y muy limpios.
Además como esta es una estación de origen para nuestro tren, encontramos el vagón casi vacío porque además es hora de venir no de marcharse.
Llegamos a Okayama y se cumple el pronóstico meteorológico: está lloviendo, uno de los principales enemigos del turista junto con los cazadores de cabezas y la peste bubónica. Pero estamos en primavera y esto es Japón, ¿qué te pensabas?
El personal de la oficina de turismo, siempre situadas en las estaciones de ferrocarril, es eficaz y muy amable: «Cojan el bus número 18 en el andén 1 y paguen 140 yenes. Se bajen en la parada Koraku Enmae». Porque lo de las tarifas en los autobuses urbanos japoneses de las grandes ciudades es complicada y la forma de pagar más todavía. «Y si quieren volver con el tranvía cojan uno que diga ‘Ekimae’ y el billete cuesta 100 yenes». Además nos dan un papel para una oferta en el precio de la entrada.
Una particularidad que observé en anteriores oficinas de turismo: cuando te dan la información sobre el mapa saben escribir al revés y de esta manera no tienen que andar dándole vuelta a los mapas. El colmo de la eficacia.
El autobús tiene toda la información precisa en un letrero al lado de la entrada.
Por si tienes que coger un autobús de esos de tarifa variable: entras por la puerta trasera. Allí hay una maquinita expendedora de unos papelitos donde dice en la parada en la que has subido, por lo tanto tienes que coger uno de ellos. Luego miras fijamente un tablero electrónico donde dice la tarifa a pagar en función de la subida. Y digo que lo mires fijamente porque no se entiende nada. Excepto que hay una cantidad que va incrementándose conforme el autobús se aleja del punto de salida.
Si no tienes el importe exacto, antes de bajar debes acercarte a una máquina que está situada al lado del conductor donde colocas un billete, por ejemplo, y te proporciona cambio en monedas. Ya tienes el importe exacto. Cuando llega tu parada echas el papelito que cogiste en la entrada en una máquina «tragapapeles» que tiene el conductor en su izquierda y a continuación las monedas del precio del billete. ¿Complicado?
Solo las 100 primeras veces. Pero no sufras, que el conductor, un señor muy amable y eficaz se ha dado cuenta de que eres un inútil extranjero, un «gaijin» que acaba de llegar, y te ayudará en todo. Además los respetuosos viajeros que hacen cola detrás de ti para bajar no se pondrán nerviosos y no te dirán cosas como «¿pero qué coño hace este idiota? ¡Que tenemos prisa, que vamos a trabajar!». Nada de eso, que estamos en el país de la educación y buenas maneras.
Así que dejamos el equipaje en consigna y nos vamos a la visita turística.
07/11/2015 a las 22:28
Espero que a los de la EMT no se les ocurra instalar un sistema semejante
08/11/2015 a las 10:24
Carmen, dada tu mente matemático-filosófica para ti sería fácil hasta en japonés. Además es un sistema más justo. pagas más si viajas más. Seguro que a la Sra. Carmena le encantaría.
Un beso