Mientras desayunamos en el hotel miro la tele como el resto de clientes. La gran diferencia es que ellos la entienden y yo no lo que me permite fijarme en las cosas superficiales al no tener necesidad de seguir el discurso. Porque de eso se trata: de un debate parlamentario. Y me percato de que para ser un miembro del parlamento japonés (por lo menos uno importante, que son los que aparecen) hay que tener una buena mata de pelo. La mejor la del primer ministro actual Shinzo Abe, que ya lo fue en el 2006. Todos recordamos a Junichiro Koizumi, que lo fue tres veces y que tenía una melena blanca espectacular. El de ahora es más discreto pero su pelo empieza en mitad de la frente como los españoles de los años 30.
Y todos hablan con tono mesurado aunque creo que a veces también olvidan sus buenas maneras. Pero aquí está el personal muy interesado en sus discursos. ¿Qué pasaría en España si pusieran el canal parlamentario en el restaurante de un hotel? Que nadie le haría ni puto caso. Peor, que nos quejaríamos para que cambiasen de canal y pudiéramos ver a algún pendejo de los que abundan en nuestras pantallas.
El desayuno es tipo bufé pero japonés; lo lógico dado donde estamos. O sea, siempre un tipo o dos de sopa y pastelillos de arroz o arroz hervido. Estos dos componentes lo cogen todos los clientes. Al arroz se le acompaña con unos encurtidos para mí desconocidos pero muy buenos. Además hoy hay algo que puede ser tofu y pasta tipo espagueti. Y té verde. Y por supuesto con los palillos como única herramienta. En este hotel hay también unos bollitos y pan de molde y mermelada y mantequilla. El resto de los clientes no suelen comer estos productos de panadería pero si alguno lo hace los cogen también con los palillos. Es un consejo que iré repitiendo a lo largo de todo el viaje: si no sabes comer con palillos, búscate otro destino.
Nada más salir del hotel nos encontramos con una hormigonera. La sorpresa es que esta comparada con las nuestras parece que en lugar de echar hormigón vaya a echar Chanel número 5.
Y otra visión, que para mí no es una sorpresa, pero que no deja de chocarme: la cantidad de cables eléctricos que cruzan la calle.
Hoy vamos a visitar el mercado de Nishiki, situado en el centro de la ciudad.
Antes pasamos por varias galerías comerciales cubiertas, que a estas horas de la mañana están con los establecimientos cerrados. Luego serán un hervidero de gente pero ahora somos casi los únicos viandantes.
En algunos restaurantes, aunque cerrados, se muestran los platos de los diferentes menús: la gracia es que sean muestras de plástico a los que «ni el orín ni la polilla corroen», San Mateo 6-19. Vaya, en una Biblia moderna sería que «ni la Escherichia coli, ni la salmonella las atacan». Pero son tan reales que dan ganas de comértelos.
Encontramos un pequeño santuario shinto donde el personal se lava las manos antes de rezar, da las palmadas de rigor y luego pega con una gruesa soga en una campana. Es una especie de capilla en medio de la ciudad pero que sirve a los diligentes ciudadanos kiotenses. Se llama Nishiki Tenmangu Shrine, lo que indica la cercanía al mercado. Además hay también una escultura de un buey como la de ayer por la tarde, pero aquí sin instrucciones de uso. Será que estos fieles son más duchos en la materia.
Y así llegamos a Nishiki-dori, la calle donde se encuentra el mercado. Este se diferencia de nuestro concepto de mercado en que no ocupa un área amplia sino una galería comercial cubierta. Y es uno de los mercados más interesantes que conozco. En primer lugar por las cosas que puedes ver allí y en segundo lugar por la presentación de los productos. Muchos de ellos te los ofrecen para que los pruebes pues algunos se pueden comer crudos y en otros casos porque en muchos puestos te los pueden preparar para que te los puedas comer allí mismo. Y eso es lo que hacen muchos de los turistas japoneses que lo visitan. Y te aseguro que son cosas realmente apetitosas. Y aunque sea un mercado muy turístico sigue siendo un comercio vivo donde la gente va a comprar la comida diaria.
Un detalle muy japonés es que cuando te dan algo a probar también te proporcionan una toallita para limpiarte.
Todos los productos tienen su precio pero dado mi desconocimiento del idioma no supe si era la pieza, el manojo, el kilo o los 100 gramos.
Muchas cosas conocí qué eran pero otras no lo habría adivinado jamás si no hubiese sido porque a la explicación en japonés le acompañaba también otra en inglés: «Nara zuke: encurtido de uri (pepino o calabacín grande) en lías de sake». Por supuesto que no conocía la palabra «lías » en inglés aunque es casi lo mismo: «lees».
También encontramos algas, pescados fritos, pescados crudos, diferentes tipos vegetales con aspecto de estar marinados pero no sé en qué, moluscos con concha y sin ella, pulpitos que decían cómeme…Y huevos que vendían por decenas y por medias docenas.
NB
A mí me encantan las huevas y esa palabra en inglés es «roe» pero en este mercado he descubierto que depende del adjetivo que lleve delante es una cosa u otra. Me explico. «Soft roe» son las huevas, lo que genéricamente se llama «roe», pero si es «soft roe» es la bolsa del esperma del pez, también llamado a veces «white roe» o «milt».
Te lo explico porque en este mercado lo que vi era «boiled rod soft roe» con aspecto de una tripa blanca. O sea la bolsa del esperma del bacalao hervida. Una exquisitez que no probé, como el resto, aunque me hubiese gustado, pues lo que no puedes hacer es venir aquí recién desayunado.