Dejamos aquel entorno de Kiyomizu-dera y nos vamos hacia la calle Ishibei-kojo, a a que la guía describe como “quizás la calle más bonita de Kioto”. No tengo conocimientos de esta ciudad para una aseveración tan rotunda pero desde luego es una calle preciosa. Y encima hoy con el colorido de los trajes típicos de las chicas. Por cierto, estamos en el entorno del barrio de Gion, un barrio famoso en otros tiempos por ser un lugar de casas de geishas y entonces lo que te encuentras en alguna calle son un par de jovencitas vestidas y pintadas de esta manera. No me lo ha dicho nadie pero imagino que será una actuación de la oficina de turismo de Kioto. Además posan encantadas para el personal que les reclama una fotografía.
En el paseo llegamos a Kodai-ji y primero nos encontramos con una pequeña capilla en cuya entrada un letrero te explica cómo hay que tocar la estatua de un buey llamado Temmangu y que debe tener propiedades curativas. Nunca he visto que delante de un Cristo Crucificado expliquen cómo hay que besarle los pies. Y es que estos japoneses son la leche de eficaces incluso con la religión. Porque a ti fiel católico ¿te han dicho si es mejor besar el pie derecho que el izquierdo o quizás los clavos?
Seguimos el paseo y llegamos al parque de Maruyama y parece mentira que en un sitio tan céntrico de una ciudad tan grande como Kioto te puedas encontrar ese remanso de paz. Y como es un jardín japonés todo está especialmente cuidado. La pena, una vez más, es que todas las informaciones te hablan de la maravilla que es aquel lugar cuando florecen los cerezos. O sea dentro de dos o tres semanas. Y además en este parque se encuentra el santuario de Yasaka-jinja. Volvemos a encontrarnos con todos los colores y cosas especiales de los lugares de culto shinto y aquí especialmente los papelitos atados, los omikujis: los hay por millares.
Seguimos el paseo y llegamos a Chion-in. Un letrero de madera en inglés, japonés, e imagino que coreano te informa que es la sede de la escuela «Jodo Shu», la «Tierra Pura» del budismo japonés, fundada por el sacerdote Honen. El templo fue construido por Tokugawa Hidetada en 1621. La guía dice que es el más popular lugar de peregrinación en Kioto y que su puerta de entrada es la más grande de Japón, pero ahora está en restauración y completamente cubierta de andamios, vaya, todo está en obras por lo que no podemos ver casi nada.
El recorrido por Higashiyama sur lo acabamos en Shoren-in que fue la residencia del abad de la escuela budista Tendai. Una característica especial de este templo, junto con otros cuatro más, es que los abades debían pertenecer a la familia imperial. Imagino que hoy, dada la poca fecundidad de esa familia, ya no serán tan estrictos a la hora de elegir al jefe.
Lo primero que te encuentras al entrar es un gigantesco alcanforero. Dentro hay un precioso jardín con un estanque rodeado por tres edificios que aunque son de final del siglo XIX tienen maravillosas puertas correderas con pinturas el siglo XVII. Es uno de los interiores más bonitos que he visto en mi vida. Ha sido un final feliz de la visita turística de hoy.
Después de tanta maravilla budista y sintoísta volvemos a la realidad cuando llegamos a la parada final de los autobuses. Allí nos espera el espectacular edificio de la estación de ferrocarril. Una de las cosas más notables de este edifico es la posibilidades fotogénicas que tiene.
Por un lado está el edifico como tal, su aspecto exterior, otro es la estructura de vigas de acero que forman la cúpula, llamada «la Matriz», «the Matrix», otra las posibilidades de los reflejos sobre la fachada exterior sobre todo teniendo en cuenta que enfrente está la torre de comunicaciones y finalmente los elementos publicitarios que tiene en su interior. Una maravilla.
Acabamos el día con algo mucho más prosaico: una cena. Y como somos muy valientes (o inconscientes) lo hacemos en un establecimiento de los que debes sacar un tique o una ficha de una máquina donde has elegido el menú. Es muy fácil porque tienes colores para distinguir los platos, el peso de los componentes, el precio y una explicación, que sería perfecta si supiéramos japonés. Pues hemos cenado cojonudamente.
Ante la duda de lo que representa esta foto y pensando que todo eran sopas le he preguntado a mi amigo Hiro al regresar a España. Su contestación: «I can read many different names of the food other than noodle, those are : beer, cola, orange-juice, uron-tea, flavored boiled egg, rice, kimchi (Korean pickles), shiokara (Salt-fermented squid), nori, gyoza (chinese dumpling)…etc».
O sea que podíamos haber pedido de primero cocacola, de segundo una cerveza y para acabar un»uron-tea», fuera lo que fuese lo del hurón.
NB
Estando en Shoren-in he pensado que aquella sería la casa ideal para vivir los últimos años de tu vida. Todo tan bonito, tan ordenado, nada superfluo, las vistas del jardín y sus árboles floridos, los estanques, ni un ruido de la calle, vaya la utopía; por algo el jefe era de la familia imperial. Pero hay una cosa que me preocupa: ¿cómo calentarán aquella casa de madera con aquellas puertas correderas de papel en invierno?
Me lo tendré que volver a plantear.