12. Japón 2015. Sexto día de viaje. 4 de marzo, miércoles. Kioto. Segunda parte.

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 Seguimos el recorrido por la parte norte de Higashiyama.
Nuestra siguiente visita es el templo de Saisho-in, uno de los templos anejos del conjunto de Nanzen-ji. En la entrada una inscripción con un poema en inglés titulado “Verano” acaba con esta descripción: “Saisho-in: un pequeño templo budista del siglo VIII situado en una garganta de la montaña, cerca de Kioto. Japón”. Esto de indicar el país es de una ingenuidad solo japonesa. Y la poesía parece preciosa pero mi inglés no llega al nivel de poderla traducir. Además aquellas estrofas tan largas me saldrían por lo menos endecasílabos. Demasiado para mí.

El templo y su entorno es una preciosidad y encontramos una figura nueva para nosotros y que no volveré a ver en todo el viaje: un par de piedras que si estuviese en la India pensaría que eran el linga y el yoni pero que aquí desconozco su significado. Y con monedas alrededor. Así que el personal pide algo pero no sé lo que es.


Sí encontramos otra representación religiosa que veremos durante todo el viaje: una figura y unas piedras con una especie de delantales o babero.


Dejamos aquel entorno y nos dirigimos a una zona dentro de la montaña que visité en el 2008 y recordaba como uno de los lugares con un ambiente más especial de aquel viaje. También que en ese año tuve que abandonar este recorrido por culpa de una nevada. Se llama Oku-no-in.
El camino sube por una suave pendiente de una garganta de la montaña y encontramos objetos y referencias del mundo religioso animista. Debemos haber entrado en territorio shinto. El camino acaba en una bonita cascada.
Todo este último recorrido ha estado lleno de elementos de significado desconocido para nosotros pero muy interesantes.


Desandamos el camino hecho y nos encontramos con un par de jovencitas disfrazadas de japonesas. Esa será una constante en muchos monumentos de Japón pero especialmente en Kioto. Van muy elegantes y encima están encantadas de posar para nosotros. Y como siempre son ellas las que se disfrazan con los trajes regionales. ¿Por qué será?


En el camino de regreso volvemos a pasar por la “puerta” Sanmon. El letrero de la entrada te informa de que es una de las tres más grandes de Japón y que simboliza los tres caminos de liberación del budismo. ¡Joder con los significados de las religiones! ¿Por qué una puerta no será simplemente eso, una puerta? La original fue construida en 1296 y se incendió posteriormente. La actual es de 1628.
Esta vez sí que entramos y subimos al primer piso y efectivamente la construcción es impresionante.


Pasamos también de nuevo por Eikan-do y volvemos a maravillarnos con todo aquel conjunto del templo y sus jardines. En lo alto una preciosa pagoda.


Encontramos un “sui-kin-kutsu”, al que un cartel lo traduce como “’koto’ de gotas de agua”. Y te preguntaras qué es un “koto”: un arpa tradicional japonesa. Y menos mal que lo explica aquí porque si hubiese buscado en la Wikipedia habría encontrado esta definición: “es un instrumento musical tradicional japonés de cuerda similar al zheng chino, al mongol yatga, al coreano gaygeum y al vietnamita dan tranh”. A mí la fotografía que acompaña al artículo de Wikipedia me recuerda más a un cítara pero curvada pues desconozco totalmente el resto de instrumentos citados como referencia.


En este caso el “suikinkutsu” estaba formado por un conjunto de cañas de bambú cruzadas sobre las que echar el agua y todo sobre un recipiente que contenía el agua y que producía el sonido deseado.
Os dejo este enlace con el sonido muy japonés del suikinkutsu de la fotografía.

Hay jardines maravillosos, algunos tipo zen como el de esta mañana y otros con flores, árboles y estanques. Todo en su justa medida y proporción.


Seguimos nuestro recorrido hacia “Tesugaku-no-Michi” o “Camino de la filosofía”. La guía lo define como una senda peatonal que corre paralela a un canal y que está alineada con cerezos y otros árboles y flores. Yo las dos veces que lo he visitado era en un tiempo cercano a la floración de los cerezos y he pensado que debe ser algo espectacular pues ese “camino filosofal” es algo muy, muy bonito. Comienza al norte de Eikando y termina en Ginkaku-ji.


A un lado de este camino nos encontramos con el santuario Otoyo, un enclave shinto en un lugar apartado y tranquilo. Una placa metálica informa que fue construida en el 887 por el emperador Uda por ser curado de su enfermedad. Ha sufrido diversos incendios a lo largo de las guerras pero todas sus construcciones, templos, capillas adyacentes y otros edificios han sido hechos de nuevo. Ahora se le considera el templo guardián por las gentes de este entorno.
Todo el conjunto tiene un gran encanto.
Regresamos al camino de la filosofía y encontramos una tapa de registro de hierro fundido de las que en Japón cuidan el diseño.

En el paseo algunos árboles empieza a florecer como una muestra de lo que será dentro de unos días. ¡Qué pena no poder estar aquí entonces!


Como es un lugar muy turístico encontramos a un joven con rickshaw. Desde luego nada que ver con los pobres de Calcuta a pesar de que el sistema sea el mismo. Además a diferencia de los indios que van descalzos estos llevan unos zapatos muy especiales: como unos calcetines de goma con el dedo gordo independiente.


Y aunque nos queda mucho por ver en este entorno del norte de Higashiyama debemos regresar al hotel pues todo está cerrado.
Aquí volvemos a encontrarnos con las simpáticas recepcionistas. Y además de una eficacia que no tiene igual.


Y si el personal es eficaz también lo ha sido el diseñador de las habitaciones: no sobra nada ni falta nada.
NB
En los días que llevamos en Japón me sorprende que no se vean vehículos todoterreno. Piensas que estás en el país de los fabricantes de estos coches, pues no. Y más si lo comparas con España. ¿Serán más sensatos los japoneses que los españoles?

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