Y llegamos a Todai-ji. Si solo puedes visitar un lugar de Nara, éste sería el sitio.
Hay un gran patio central al que se accede por una enorme puerta y al fondo del cual está el templo propiamente dicho llamado Daibutsu-den. En esa puerta hay un gran pebetero y un enorme cepillo para los donativos. Ambos objetos formarán parte de las constantes de muchos templos de este país.
Una joven pareja nos pide que le hagamos una foto con su cámara y aprovechamos para hacer la primera foto nuestra de aborígenes.
Este es el primer lugar en el que tenemos que pagar por entrar. Lo mejor es que, como en todo el país, el precio no discrimina por nacionalidad como en muchos otros países asiáticos.
Dicen que este recinto Daibutsu-den es el mayor del mundo hecho en madera y como ha sido reconstruido varias veces ahora es solo dos tercios de lo que era originalmente. Y se llama así porque contienen una estatua en bronce de Buda que tiene ese nombre, Daibutsu, Gran Buda. La original era del 746 y tiene 15 metros de alto.
En su interior se permiten tomar fotos pero no con trípode. Lo curioso es la frase, tan educada de la prohibición, por lo menos en inglés: ”Please handheld shooting. Using a tripod in Daibutsu-den, please refrain”.
El interior, la gran estatua, la base hecha en forma de pétalos de loto, las terroríficas estatuas de madera y otras de Buda más pequeñas forman un conjunto muy interesante, pero lo que atrae al personal es una columna de madera, enorme, de las que sostienen el edificio en cuya base hay un orificio y pasan a través de él. Vaya, los que son lo suficientemente delgados y no tienen problemas de dolores articulares. Según la guía eso lo hacen porque de esta manera lograrán la iluminación. Yo estoy seguro que a los que he visto hacer esa proeza contorsionista no tenían miras tan espirituales sino hacerlo delante de los amigos y sacarse una foto.
Como el meterse por un sifón me da cierta angustia me limito a sus fotos.
Otra constante: los sellos de caucho. Aquí encontramos por primera vez tampones para que el personal se los selle en sus libretitas. Y como estamos en Japón al lado del sello hay una almohadilla entintada. Yo, como hacen ellos, suelo sellarme la libreta con todos tampones que encuentro.
En el exterior del templo hay una estatua de madera cubierta con una especie de roquete rojo y una capucha del mismo color que si no fuese por la cara que tiene podría pasar por Caperucita Roja. Pero no es objeto de bromas sino de gran veneración pues se trata nada menos que de Binzuru o Pindola Bharadvaja. ¿Quién fue ese Pindola? Pues un discípulo de Buda muy importante y especialista en poderes ocultos. Ahora el personal cree que si frotas una parte de su cuerpo de madera y luego te frotas tú esa parte te desaparece ese achaque. Creo que en mi visita del 2008 lo hice y visto el mal resultado ahora no lo he repetido, a pesar de que mis creencias religiosas me permiten realizar actos paranormales siempre que sean gratis e indoloros. Pero el personal estaba allí venga frotar.
Dejamos Todai-ji y encontramos otra constate japonesa: las tapas de registro callejeras de hierro fundido de interesantes dibujos y a veces colores.
Dos más: empalizadas y vallas construidas con cañas de bambú y remates de tejados con figuras de peces o monstruos diversos. Ambas las encontraremos a lo largo de todo el viaje.
Queremos ir a un templo, Nigatsu-do, una especie de templo dependiente del importante, Todai-ji, que está un poco más alto que los demás y desde donde hay una bonita vista. En el camino nos encontramos con un montón de cañas de bambú, cortadas, alineadas y escritas. Imposible saber para qué son.
En una casa un grupo de hombres están haciendo unas estructuras planas con cañas. Más misterio todavía.