38. Sri Lanka 2014. Vigésimo primer día de viaje. 15 de octubre, miércoles. Ella. Tarde.

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Sri Lanka. Bandarawela. Dowa Rajamaha Viharaya.

Bajamos de “Adanito” y justo al llegar a la carretera cogemos un autobús para ir al templo de Dowa. Les pregunto a unos policías que pasan por allí y me indican en la dirección contraria. También en Polonnaruva otros policías me enviaron hacia otro lado y ayer les pregunte a unos que además estaban en una caseta de “Policía Turística” por el famoso “Ella Gap” y también me mandaron hacia  donde no era. Y encima todos los policías, o casi todos, de este país tienen un montón de medallas. ¡Vaya cuadrilla de indocumentados!

El cobrador del autobús, a pesar de habérselo dicho varias veces, se despista y nos deja una parada más lejos y encima hay una enfrente del templo que está pegado a la carretera.

El Dowa Rajamaha Viharaya tiene además del templo un monasterio adjunto pues hemos visto a varios monjes por allí.

Sri Lanka. Bandarawela. Dowa Rajamaha Viharaya.

Este templo es de los de tipo “cueva”  y se  parece a los de Dambulla pero en pequeño y con unas magníficas pinturas murales. También como ellos fue construido por el rey Valagamba en el siglo I a. C. para huir de los invasores indios, sirviéndose de un anterior santuario llamado  Kumbaltissa Ariyagala Vehera. Dicen que hay un túnel que lo comunica con Kandy (mucho túnel me parece: ¡son 120 km!) pero otras informaciones lo acortan hasta el templo de Rawana Maha en Ella y que efectivamente el rey huyó por allí dejando inacabada una magnífica estatua de Buda de 4 m en posición erguida.

Sri Lanka. Bandarawela. Dowa Rajamaha Viharaya.

El templo te lo abre un laico provisto de una enorme llave. Nada más entrar abre una vitrina y enseñándote un taco como de facturas te dice: “Donation”.  Le doy lo que considero oportuno y él al escribir pone una cantidad mayor  y me pide más dinero. Le cojo su boli y le escribo encima la cantidad que le he dado. Se ha  quedado sorprendido pero no ha dicho nada.  Luego he caído que como en la matriz del taco no ha escrito nada delante de mí se habrá quedado con lo que haya querido.  O sea que un jeta. De todas maneras, sise o no de las entradas,  los dos o tres monjes que he visto estaban bastante rollizos.

Volvemos al pueblo y vamos a comer al mismo sitio que ayer y a pesar de que acabamos medio mal con el encargado hoy nos ha vuelto a atender él, la verdad es que sin sonrisas pero es que quizás es así de adusto.

Sri Lanka. Ella.

Por la calle pasa un escolar gordito y con gafas. Debe ser el único ejemplar en el cole. A los dos minutos pasa una niña igual y en la misma dirección. Su hubiese tenido tiempo los hubiera seguido para ver cómo eran los padres.

Sri Lanka. Ella.

Volvemos al hotel, nos tomamos un té en la galería que hay delante de nuestra habitación y empieza una fuerte lluvia tropical. Teníamos varios proyectos para la tarde pero los cancelamos. Cuando para de llover vamos a dar una pequeña vuelta por el pueblo. En nuestra calle, perpendicular a la “Main Street” está la oficina de correos y entramos para comprar una postal para los nietos. Aquello parece una oficina de hace 100 años. Pedimos permiso para hacer unas fotos y el jefe, que es un jovencito, nos lo concede y luego me da su dirección. No he entendido el porqué, quizás quería una copia pero no me dicho nada al respecto. Han sido encantadores.

Sri Lanka. Ella. Oficina de correos. Post Office.

Después vamos a la estación de ferrocarril para ver los horarios. Le pregunto al empleado de la ventanilla y me atiende muy amablemente. Va vestido totalmente de blanco inmaculado.  Por allí andan una pareja de orientales con un guía. Este me dice que me vio anteayer en Kandy. Imposible porque estábamos en Nuwara Eliya. Me cuenta, con cara  muy sonriente y pícara,  que él es un conductor de un “tres ruedas”  y que los ha traído aquí desde Kandy. Precisamente lo que nos previno el del hotel de Kandy que no se nos ocurriera hacer.

Sri Lanka. Ella.

Vuelve a llover de forma torrencial y corremos a refugiarnos al cercano hotel. Estoy escribiendo el borrador  y al caer la noche empiezan a acudir insectos a la luz bajo la que estoy.

Ayer me pasó un bicho volador cerca  de la nariz, le fui a dar un manotazo y me pegué en las gafas. Que hasta me hice sangre. Porque se ve que tengo control de los límites de mi cuerpo pero no de los añadidos tecnológicos.  Ahora voy con más cuidado pero casi me ocurre lo mismo pues viene  un escarabajo volando que debe ser de esos  de las colecciones de los museos porque al verlo, por su tamaño, pensé que era un murciélago. Al final acuden tantos bichos que el “boy” me dice que debe apagar la luz y así me tengo que  refugiar en la habitación.

Hoy como ayer cenamos en el hotel. En este país la comida siempre es igual: curry de vegetales o de pollo. Un enorme plato de arroz y luego media docena de platillos con diversas verduras para añadirlos al arroz. Y si es de pollo en uno de esos platitos ponen unos trocitos del ave. Todo muy bueno pero siempre picante.

Pensábamos irnos mañana de aquí pero hemos decidido quedarnos un día más. Veremos que pasa con las lluvias.

Sucedido.

Leí una historieta de hace unos años donde un intrépido turista ceilandés visitó el templo de Dowa cuando todavía estaba abierto el túnel y entro por él y escribió: “Hay un pequeño, húmedo y oscuro túnel que se introduce en la roca. Entré y fui reptando con mis manos y rodillas hasta que llegué a la primera curva y entonces me acojoné (“chickened out”). No solamente creía que era  el hogar de un ejército de murciélagos, sino también la guarida de la extraña “garadiya”, la serpiente-rata. Si hubiese tenido una linterna me habría aventurado un poco más pero en aquella completa oscuridad me pareció que ya había jugado suficiente al explorador  para ese día. Lo que me animó fue la leyenda que habla del colorido de los frescos de la paredes del túnel.”  Y acaba con una expresión de suspiro que no sé cómo traducir: “Sigh”. (¿Será una onomatopeya en inglés? ¿Tenemos en castellano una así para suspiro?).

NB.

Sobre la “garadiya”. Lo busco en la web y me encuentro con un vídeo sobre tan extraño animal, que es el vídeo más malo que he visto nunca. Solo dura 38 segundos y te animo a que lo veas. Puede ser una “garadiya” o un cordón de zapatos atravesando un trozo de paella azul.

Realmente se llama “Ptyas mucosa” y es una serpiente no venenosa de unos 2 metros pero que ataca si se siente acorralada y entonces se parece a una cobra. Esto que puede ser una ventaja frente a otros animales es una desventaja frente a los humanos que la matan confundiéndola con la que se quiere parecer.  De todas maneras, tuviese miedo o no  a esas serpientes, el cazador de leyendas  demostró una gran insensatez entrando en un túnel desconocido sin ni siquiera una linterna. Y es  que hay gente “pa tó”.

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Una respuesta to “38. Sri Lanka 2014. Vigésimo primer día de viaje. 15 de octubre, miércoles. Ella. Tarde.”

  1. Carmen Says:

    ‘¡Qué barbaridad! He viajado poco por lugares inhóspitos cuando era lejanamente joven, pensar ahora en bichitos me horroriza.
    Menos mal que en casa sólo hay ácaros

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