Fin de Arunachal Pradesh.
¿Por qué los bengalíes gritan tanto? ¿Será cultural o será una falta de consideración al prójimo? Tendré que investigarlo pero ayer por la noche y hoy por la mañana podría haber empezado el estudio: los gritos han empezado antes de las seis.
Hoy ha sido un día de carretera. Sin más. Y hemos hablado de la presencia física del “principal” del colegio claretiano y de cómo nuestra guía en lugar de salir en nuestra defensa y decir que era ella quien nos había metido allí y conducido por dentro del colegio, no solo no dijo nada sino que se quedó como paralizada delante de él. Creo que es lo que se llama “temor reverencial”. Yo de niño no le pegué un sillazo a un escolapio porque pensé que si le mataba iría al infierno. Ahora visto desde la distancia (y perdido el temor reverencial y al infierno, también hay que decirlo) creo que sí se lo tenía que haber pegado, pero sin matarlo.
Antes de salir nos damos una vuelta por el centro del pueblo. Como es domingo, y por aquí son cristianos, todo está cerrado. Vaya, casi todo pues hay un herrero que no sabe lo del “y al séptimo día descansó” del Génesis (¿sería un moro?) y está haciendo un cuchillo de unos 40 cm que lleva por aquí todo el personal.
Su joven ayudante está dándole aire a la fragua con un enorme fuelle y ambos parecen un cuadro de Velázquez. También hay un peluquero de caballeros trabajando pero esta es una labor que parece, que por lo menos en la India, no necesita el descanso dominical.
En este pueblo, Hapoli, las tiendecitas tienen todas una malla metálica delante y solo una pequeña abertura. Es curioso porque no lo he visto en otras partes, ni incluso en las grandes ciudades que parecen más inseguras que los pueblos. ¿Serán los cristianos más ladrones o más desconfiados?
Para compensar hay una tienda con este sorprendente nombre: “Lenin wine shop”.
En la entrada de la calle del mercado hay una especie de caseta de obra pero abierta por arriba donde el personal echa la basura y luego le prende fuego. Eso está bien porque parece más higiénico aunque el humo que desprende es bastante pestilente.
En el paseo por el pueblo veo un casa coronada con un escudo el sol y la luna, el símbolo de la religión Dany Polo. También la entrada a la “Senior Science School” de Ziro.
Como siempre ando buscando escuelas y colegios donde puedan forjarse como jóvenes de provecho mis nietos, me hubiese gustado entrar a preguntar pero como era domingo aquello parecía bastante desierto. De todas maneras te dejo el enlace por si estás en mi misma tesitura. De todas maneras por lo que veo en su web tiene una buena calificación, 4,35 sobre 5, en lo que respecta a las instalaciones pero luego solo tiene una “girls toilets” frente a cinco “common toilets”, que no sé qué quiere decir pues dado el pudor indio no creo que esas “common” sean mixtas. Bueno, ya veremos.
El chofer me comenta que este hotel ha sido muy caro para él. Los conductores suelen dormir en dormitorios comunes y suelen ser bastante baratos. Los indios cuando algo es caro no emplean la palabra “expensive” sino “costly”. Como mi inglés es principalmente indio no sé cuál es la diferencia. De todas maneras los hoteles son más caros en Arunachal y Meghalaya que en Asam.
Durante el desayuno vemos como los obreros que fracasaron ayer en su intento de levantar las varillas del forjado han logrado tener éxito. Pensaba que el dueño o encargado después del susto de ayer (casi se mata) lo vería dese lejos, pero no, ha estado en medio del fregado, gritando, empujando e incluso le ha dado un sopapo a uno de ellos.
Y con un día espléndido salimos de Hapoli a las 8 y media camino de Tezpur. Como hoy no tenemos ninguna parada turística pienso que llegaremos muy pronto y que incluso nos dará tiempo en esa ciudad para ir a ver la puesta de sol en la orilla del Brahmaputra, como hice cuando estuve aquí en el 2007 y que recuerdo fue preciosa.
El paisaje es una maravilla (¡claro como en la venida!) y pienso que si las pocas casitas que hay tuviesen la chapa metálica de los tejados pintadas serían hasta bonitas, pues si el tejado es nuevo aún es metálico brillante pero sino es oxidado mierdero. Las casas suelen tener una ligera estructura de madera, que no de bambú como me explicó ayer Abu, pues este material se emplea solo para el suelo. Esta estructura a veces está recubierta de una delgada capa de barro.
Marisa me dice que no hemos visto ni un signo budista durante todo el recorrido en Ziro.
Paramos de nuevo en Potin donde Marisa fotografió a unas vendedoras muy guapas cuando vinimos. Pues todas deben ser cristianas porque no hay ninguna trabajando en el día del Señor. Sí hay un vendedor de helados en una bicicleta que llama a la clientela con un tamborcito doble de esos que se voltean con una mano. Debe ser la llamada característica de la venta de este producto. En mi infancia, en mi pueblo, solo había dos llamadas “profesionales”: la del afilador que iba en una bicicleta con el taller encima, y la del capador del que recuerdo el sonido con el que se anunciaba pero no cómo se trasladaba.
A las 12:20 llegamos a Kimin el último, o primero, pueblo arunachalés y pasamos el segundo control de policía. Y así acabamos la visita tan esperada y buscada a este estado.
El cielo se cubre, amenaza lluvia (tendremos algo durante todo el viaje) y nos alegramos de que a pesar de todos los inconvenientes y problemas ayer tuvimos un gran día.
A poco de entrar en Asam la carretera se arregla y ya podemos viajar entre los 60 y 80 km por hora. Y hoy además de todos los semovientes habituales que están en o alrededor de la calzada han aparecido otros nuevos: un grupo de patos. Cuando hay gallinas tocan el claxon y dan un salto y medio vuelo y se apartan de la carretera pero los patos…
Hay grandes extensiones de arrozales que en uno de los lados se acaban con las montañas de Arunachal. Seguramente ha sido una de las fronteras más fáciles de trazar.
Y a las tres y media un nuevo pinchazo: el cuarto. Cambia la rueda y luego paramos a arreglarlo. Me preocupa porque la rueda de recambio, que ahora está colocada delante es la que está en peor estado y un reventón sería muy peligroso pues al ser domingo hay un montón de mercados en los pueblos que atravesamos y si estos días había bastante gente hoy hay mucha: en bicicletas, en motos, andando,…
Una observación: las ruedas de la fotografía no son la nuestra pero sí de las que habían cambiado en el taller de reparación de neumáticos. Para que veas como anda el personal.
Mientras el conductor soluciona el problema nosotros nos sentamos en una “cafetería” al lado del taller (de las que no iría mi amigo Luis) y además de tomarnos un té aprovechamos para ver el proceso de elaboración de samosas. Como es algo muy común y por lo que ningún parroquiano se sentiría atraído los cocineros se muestran muy orgullosos por nuestro interés.
Una preciosa puesta de sol en los arrozales que no consigue quitarme la preocupación sobre el coche y la circulación. Así se nos hace de noche y vuelvo a comprobar que en la India coches y motos no encienden las luces hasta que no está totalmente oscuro y las bicicletas, que siguen siendo numerosísimas, por supuesto sin ninguna luz delante ni detrás, ni reflectantes. Y encima de vez en cuando un señor con un enorme carro empujado por él, que viene de uno de esos mercados y que tampoco lleva ningún elemento visible en la noche. Y así nuestro conductor, y todos los demás, llevan siempre puestas las luces largas para ver a todos los que no se ven. Y hay adelantamientos al límite, y frenazos y sustos…Que ha sido horrible. ¡Esta sí que es la peor carretera de la India y no la de Tawang!
Llegamos al fin al hotel de Tezpur a las 7 de la tarde, o sea más de 10 horas de viaje. Yo estoy hecho polvo y el conductor más.
Mañana se acaba la carretera. Laudate Dominum.
El sol es... 
13/04/2014 a las 08:42
El final musical, todo un puntazo. Gracias.
13/04/2014 a las 09:24
Marisa, ha sido gracias a la perseverancia del editor.
29/04/2014 a las 08:26
si, si deberías incluirla mas a menudo, muy bonita.