14. La India 2012. Darjeeling. Día 1.

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Quema de banderolas en
Observatory Hill.

4 de octubre.
La administración. Ayer llegamos tan derrotados al hotel que no presté atención a una nueva tontada de la administración pública india: al hacer la inscripción en la recepción nos pidieron una fotografía o por lo menos una fotocopia de la fotografía del pasaporte. Y como imagino que todos los extranjeros se mosquean por esta petición, tienen una hoja escrita en inglés con grandes caracteres donde te explican que en virtud de la norma tal de la ley cual “todos los visitantes internacionales deberán rellenar dos copias (tres si son de Bangladesh, Paquistán o Nigeria) del impreso C y entregar una copia de su fotografía”.

Es sorprendente  que para inscribirte en un hotel además de todos los datos de tu pasaporte y visado (de los que el recepcionista hace fotocopias) tengas que dar tu fotografía, pero lo de las dos copias que debes rellenar…porque como lo hacen con papel de copia da lo mismo que pidan dos que cinco. Imagino que este país tan amante de las copias debe ser uno de los grandes consumidores  del papel carbón.

Y como siempre que vengo a la India, nada más entrar en el país, al pasar el control de la emigración me pregunto que  adónde irán a parar los millones de formularios y sus copias que llenamos todos, los extranjeros y los nacionales. Por ejemplo los de las peticiones de los billetes de tren.

Hoy en Darjeeling ha amanecido con niebla. No pensábamos madrugar para ver el amanecer sobre el Kanchenjunga (Khangchendzonga) pero hubiese sido igual. Prácticamente todo el día la ciudad ha estado cubierta de niebla. Ya sé que el tiempo en lugares de montaña es impredecible pero venir aquí y estar con niebla es una putada grande.  Y encima la sorpresa de algo que habíamos olvidado: en la India muchas ciudades sufren cortes de electricidad y a pesar de que ésta tiene una fuerte dependencia del turismo, sobre todo nacional, esta mañana no había energía eléctrica.

Tenemos que sacar el permiso para  entrar en Sikkim y mientras abren la oficina nos damos un paseo por la “Tenzing Norgay Rd” (nombre actual oficial aunque todo el mundo la conoce como “Hill Cart Rd”) y nos sorprende que no haya  puestecillos de los que antes llenaban esta calle donde vendían  ropa y baratijas para turistas; los calcutanos se surtían aquí de gorros, bufandas y, guantes para pasar este frío de 22ºC, pero ahora no había ni uno. Y es que están haciendo un desmonte importante en esta calle y aquí las obras públicas son algo increíble: hay unos cuantos chavales con pico y pala arrancando la montaña, aparecen unos pick-up y se llevan toda la tierra. Quizás es que quieren construir algo o es que la montaña corre el peligro de  derrumbarse, pero trabajando en esas condiciones cualquier día se les cae encima y liquidan a una docena de obreros.

Llegamos a la oficina de turismo de Sikkim, rellenamos los correspondientes formularios, entregamos fotocopias y fotografías y se rompe la silla donde estaba sentado haciendo los trámites. Un buen susto y mayor batacazo.  Y la silla para tirar. Encontramos allí a una pareja jovencita de españoles que luego volvemos a ver.   Y es que hay muy pocos turistas en Darjeeling. Por lo menos en comparación con los otros años.

En la plaza de Chowrasta hay un montón de escolares de diferentes colegios, todos uniformados, en un acto para la defensa del ferrocarril. ¿Te imaginas algo así en España?

Subimos hasta los templos que hay en Observatory Hill y nos quedamos un rato delante de una estatua del toro Nandi. Allí hay un brahmán y el personal se le acerca, él les dice un par de cosas, les pone algo rojo en la frente, el fiel toca el toro y suelta la pasta al cura.

Hay un templo muy curioso porque lo comparten los brahmanes hindúes y los monjes budistas. Me hubiese gustado saber cómo se reparten el bisnes.

Esta colina está cubierta de banderolas budistas. Es algo espectacular por la cantidad que hay. Yo pensaba que estaban colgadas hasta que se caían de viejas o  los monos, que por allí abundan, las rompían. Pues hoy he descubierto que hay un señor que las corta y luego les prende fuego. Como los fieles las dejan  allí para que el viento les lleve sus plegarias al cielo no sé qué  pensarán  de esta actividad. Pues no debe ser lo mismo porque en ese caso podían empezar por quemarlas.

Pasmos por la oficina de turismo y nos atiende un joven muy amable. Nos pregunta por nuestra procedencia y si en España se escribe con “caracteres ingleses”.  Le explico que así escriben no solo los ingleses sino casi todos los europeos y que no son “caracteres ingleses”, si no latinos. Se queda muy sorprendido.

Tomamos té –de Darjeeling, por supuesto- en la cafetería que más nos gusta. Si no fuese por la niebla las vistas serían estupendas. Además han cambiado los cómodos sillones por unas duras sillas. No sé si será por esto o porque hay menos calcutanos en la ciudad, pero está medio vacío.

Internet, cena y a dormir.

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