Ayer por la tarde las cosas se torcieron un poco pero hoy han vuelto a su cauce.
Es de noche aunque son solo las 6 de la tarde y escribo el borrador en un sitio muy especial. Estoy en la habitación porque en cualquier luz exterior hay mosquitos en abundancia pero la noche es preciosa. Se oyen grillos y bastante cerca un grupo grita hasta desgañitarse. Resulta que hay elecciones en este estado dentro de ocho días y las maquinarias de los tres grandes partidos están trabajando a tope. Los gritos han ido creciendo y luego desvaneciéndose y ahora solo se oye un rumor en la lejanía.
Ayer logré hablar por teléfono con el periodista por el que vine a este estado y me propuso que nos encontrásemos hoy por la mañana a las ocho.
Al verlo en la recepción del hotel no me he llevado ninguna sorpresa: así era la persona que pensaba haber encontrado ayer en la estación esperándome. Pantalones vaqueros modernos, camisa de tipo occidental, zapatos mocasines también modernos, gafas, pelo blanco y un aspecto elegante: un cincuentón interesante. Ayer murió el padre de un amigo y tuvo que estar con él.
Me pregunta por mi plan: irme a Jagdalpur. Su oficina está al lado de la estación de autobuses. Me lleva a dar una vuelta en su coche por la ciudad pero como buen periodista no para de preguntarme cosas.
Tiene un coche pequeño, casi nuevo pero de la manera que conduce no creo que le dure mucho. Por lo menos nuevo.
Me explica que camino de Jagdalpur hay un centro muy interesante para visitar y que además conoce al director. Rápidamente lo llama y oigo que me presenta como a un fotógrafo español así que tendré que ir cambiando mi profesión de “parado” a “escritor de viajes y aventuras”. Los viajes los busco y las aventuras me surgen en cualquier momento. (Ahora vuelven los gritos pero no sé si serán del mismo partido que regresan o de otro que empieza el tour). Lo de “fotógrafo” no puedo decirlo a menos que cambie de cámara. Ayer fue el motorista que vino a buscarme a la estación el que me preguntó por marca y modelo y hoy ha sido el editor y otro periodista que me ha presentado que era fotógrafo y cámara de vídeo y documentalista. Y en todos los casos me escudo en las cámaras de Marisa. Esta mañana estaban muy interesados en ese tema.
También me ha dicho que si iba a Jagdalpur tenía que llamar a un par de amigos suyos que me ayudarían. Realmente cree que soy una especie de documentalista como los que deben caer por aquí de vez en cuando en búsqueda de reportajes. Me ha enseñado la carátula de un vídeo en inglés sobre la guerra civil española cuyo autor pasó por aquí y me ha regalado un par de DVD de producción propia sobre las “tribus” de este estado. Les he dicho que en español lo de “tribu” suena fatal, como a “salvaje” que nosotros decimos “minorías étnicas”. Lo mismo pero más suave.
Le enseño la información de la oficina de turismo de Delhi donde dice que este estado es una región del estado de M.P. Creo que rápidamente ha visto un artículo para su periódico así que la ha fotocopiado y luego ha llamado a uno de los hoteles que recomendaba la misma información: los precios eran de 1987. Hace 21 años. Eso se llama estar al día y preocuparse por el turismo.
Allí seguimos charlando en la redacción el editor y yo bajo la atenta escucha del documentalista.
Me explica que estuvo en Francia y que además de lo difícil que le resultaba leer los letreros, tuvo muchos problemas con la comida pues él es vegetariano y allí utilizan mucho la grasa animal. Le he dicho que en España no, que aquí todo es con aceite de oliva. Ha sido una mentirijilla pero me ha podido el patriotismo.
El documentalista me acompaña a la estación de autobuses que está allí mismo. Busca al cobrador del autobús y le explica detalladamente a donde quiero ir porque está en un cruce de carreteras antes de llegar a una ciudad. Me explica que desde donde me dejará el autobús estaré a una “walking distance” a donde debo ir. Y eso de la “walking distance” siempre me da mucho miedo porque no es lo mismo con las manos en los bolsillos que con dos mochilas, y tampoco es lo mismo decirlo si lo has hecho realmente andando que si lo has hecho en coche. Y es que los indios andan poco, muy poco.
Vamos a por el equipaje y el autobús se está llenando en aquellos momentos. Y es uno de los vehículos más especiales que he viajado en mucho tiempo. Los había visto en alguna carretera pero nunca había subido en ninguno. Menos mal que el conductor me ha recomendado donde me tenía que sentar porque según donde puede ser una putada en un viaje tan largo: salimos a las 10:30 y la llegada es a las 16:30.
El bus tiene tres filas de asientos aunque realmente la única fila de asientos es la central, donde yo os recomiendo que os sentéis sobre todo si vais solos porque es una fila de a uno. A los lados hay parejas de asientos que utilizan la misma “tecnología” (¿o será “topología”?) que las de los pasillos de los trenes con literas: se bajan los dos respaldos y se transforma en una cama. Y todos hacen eso porque donde deberían ir las piernas van los equipajes y así los viajeros se ponen largos uno enfrente del otro o bien sentados con las piernas cruzadas. Por supuesto descalzos. (Los pies de uno en la cara del otro). Pero aún es más complicado pues como suben muchos pasajeros acaban estando sentados cuatro en cada litera, bastante incómodos. Y otra particularidad: encima de cada una de las tres filas hay una litera ocupada por un joven con su equipaje. Nunca suben las mujeres; no sé porqué. Si no eres indio o un dormilón no te recomiendo una de esas literas pues allí sí que debes ir largo todo el viaje.
Así que sabía que tenía que bajar antes de llegar a un pueblo en un cruce pero no sabía el nombre del pueblo ni si lo sabía el cobrador y el conductor. (Parece la frase de Aznar sobre la armas de destrucción masiva). Yo solo decía “Saathi”, que era el nombre del centro recomendado por el periodista, pero yo no sabia si eso era muy conocido o nada.
Y entiendo que debo ser una cruz, por lo pesado e insistente, para los cobradores de los autobuses asiáticos pero es que alguna vez me la han jugado. Así que le he dicho varias veces que me avisase cuando me tenía que bajar, otras tantas si sabía dónde era, si lo conocía el chófer, si…Al final ya me quedo tranquilo. Entonces va y me pide el papel donde tengo escrito el nombre del lugar en caracteres latinos –aquí en “english”- y en hindi. Así que se acabó mi tranquilidad. Además por mucho que yo miraba los letreros de la carretera habían desaparecido en inglés y solo estaban en hindi.
Esta carretera, la “HWY 43”, quizás sea la única del estado y está bastante bien conservada excepto en algún tramo de montaña. Pero tiene bastante circulación y como los adelantamientos indios son de aprovechar hasta el último centímetro pues fue un viaje no demasiado tranquilo. Además antes de salir, en la estación de autobuses he visto uno lleno de hombres de unos 30 años, de paisano, pero cada uno con un fusil, (no sé si técnicamente son “rifle de asalto” o “fusil ametrallador”), de los que en España se llamaban antes un “cetme”. Le he preguntado al periodista y me ha dicho que no pasaba nada especial excepto que eran las elecciones. En la carretera hemos pasado por un sitio donde un gran letrero decía “Counter terrorism & college…” y al poco rato un centenar de soldados o policías en fila por la carretera también armados. Uno del autobús me ha dicho que era por las elecciones.
El paisaje es al comienzo llano con campos de arroz y bastante arbolado; luego se hace montañoso con un bosque muy tupido y al final después de subir con bastantes curvas imposibles llegamos de nuevo a campos de arroz.
Este viaje es de los que me alegro de ir solo pues a pesar de que hemos salido a las 10:30 no hemos parado hasta después de cuatro horas en un pueblito de la carretera. Los varones se han ido rápidamente a una tapia-mingitorio pero las mujeres se han quedado todas en el bus. “¿Cuánto tiempo?” Cinco minutos. Y eso que era la parada para hacer pipí y comer. Pues si eras diligente -e ibas solo, insisto- lo podías hacer todo.
En los tramos donde la carretera estaba en mal estado había pequeños grupos arreglándola. Siempre eran negros y delgados. Lo que no sé cuál es la causa o el efecto porque los trabajos malos siempre los hacen gente más negra y más delgada. ¿Has visto algún gordo o blanco haciendo un trabajo así de malo? Nunca. Quizás porque si lo hiciese se volvería negro y delgado.
Otra particularidad de este viaje es que no he visto en mi vida a un cobrador más controlado.
En cada pueblo se subía un inspector, le pedía los papeles y contaba a los pasajeros. Pero es que igual lo han hecho 6 ó 7 veces. Y es que yo también lo he “controlado” mucho porque he pasado el viaje con un ojo encima del cobrador por si se olvidaba de avisarme. No sé si es que es por ser un estado muy joven y no quieren que haya las corruptelas de los otros sitios donde nadie sabe lo que recauda un cobrador, o bien que a éste de hoy le tenían manía y lo hacían para fastidiarlo. Eso que en fino se llama “mobbing” y en menos fino “para joderlo”.
En un trozo de la carretera veo a una joven, casi niña, con un bebé sujeto sobre la cadera con su brazo izquierdo y con un haz de leña sobre su cabeza sujeto con el brazo derecho. Esto sí que me parte el corazón.
Y en un momento dado el cobrador me dice que me prepare. Me parece increíble que se haya acordado pues además en ese sitio sólo me he bajado yo.
Cojo mis mochilas y le pregunto si por una carreterilla que sale de la principal llegaré a donde quiero ir pues no hay nadie por allí para preguntar.
Me pongo en marcha un poco intranquilo porque a pesar de que son las cuatro y media aquí la noche cae muy rápida y no tengo claro lo de la “walking distance”.
Estoy de lleno en la India rural; algunas casitas a los lados de la carretera, campos de arroz, en algunos segando con hoz. Adelanto y saludo a dos pastores que llevan una veintena de cabezas entre búfalos y vacas, algún niño me dice “hello” y otros me miran entre asustados y sorprendidos. Y yo esperando encontrar pronto el sitio y que esté abierto.
PD.
Decididamente tendré que cambiar mi cámara pues va en ello mi prestigio personal. La verdad es que para mí es suficiente pero realmente no envejece solo la tecnología sino también el diseño y la mía se va pareciendo a los objetos futuristas de la peli “Brazil”.
20/02/2009 a las 10:17
Me recuerda a otra vez que te quedaste en un cruce de carreteras un poco abandonadas (y creo que con bastante nieve) en Turquía. Incertidumbre.
Brazil, qué gran film!
25/02/2009 a las 23:07
Eres el único aventurero que conozco y me siento emocionada