12. Guwahati, día 2.

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Hayagriva, avatar de Visnú.Esta ciudad me agobia un poco y he estado a punto de marcharme hoy, pero al final me quedo para ir a Hajo. Se escribe así de fácil, pero se pronuncia algo así como «Jaczio». Ayer pregunte los horarios de dónde salían los buses: uno a las 7:30 y otro a las 11 de la mañana. El primero me parece demasiado temprano así que iré en el segundo y pasaré camino del autobús por el Fancy Bazar. Cuando fui era demasiado temprano y estaban entonces empezando a abrir las tiendas, pero seguro que es un sitio muy interesante. A pesar de todo vi a un charlatán con un par de docenas de varones jóvenes escuchándole. Calentaba un cuchillo con fuego y luego se lo pasaba por la lengua. El pobre la tenia hecha polvo. Claro que no entendí el razonamiento pero luego vendía unos anillos de plata con un pedrusco importante, no sé si por 5 o 10 rupias. Y compraban muchos. A cada uno le preguntaba su nombre y le lanzaba un discurso ad hoc. Me hubiese encantado entenderlo. En muchos puestos vendían unos coquitos que tenían dentro una nuez que creo que es la que mascan continuamente.
De camino hacia el bus volví a pasar por el embarcadero donde dejaban a Kali. Estaba a rebosar de estatuas. Como ya era un día laborable y había por allí unas oficinas de algo publico había mucho ambiente con mucha gente y unos hombres vestidos con traje negro que desentonaban en aquel entorno. Resultaron ser abogados y algunos llevaban unos baberos muy ridículos como los de los hermanos de La Salle. Quizas sea herencia británica, pero ¡cuanto le gusta a la justicia de casi todos los países llevar prendas desusadas, ridículas e inútiles!
Me voy al autobús de las 11 que sale 15 minutos antes.
Al salir de Guwahati pasamos por dos controles de policía pero sin policías. Esto no es una característica de esta ciudad sino que se ve por todas partes. Parece que en algún momento pusieron unas vallas para obligar a los vehículos a hacer una zeta y así controlarlos. Pasó la situación de control, se fue la policía pero las vallas siguen allí y es francamente peligroso pues de un carril en cada sentido se pasa solo a uno y encima intentan pasarlo sin reducir la velocidad. Esta dejadez municipal no es exclusiva de la India. En mi pueblo con motivo de cualquier acto o festividad la policía municipal cierra el acceso de vehículos a la plaza con unas vallas. Acaba el acto o la procesión pero las vallas suelen seguir en su sitio. Entonces algún exasperado ciudadano que lo sabe quita las vallas supliendo lo que los municipales no hacen, porque si no quizás se juntase una procesión con otra, porque la gente ya no es practicante pero cada vez hay más procesiones. Religiosas y no religiosas. Lo que pasa es que en la India no hay gente exasperada.
Hajo esta a unos 30 kilómetros pero tardamos una hora y cuarto en llegar. Se pasa por pueblecitos agrícolas con campos de arroz y muchas palmeras.
Llegas y es el típico lugar de peregrinación con pequeños grupos de familias que van a rezar allí. Lo que se venera es un Vishnú «horseheaded», con cabeza de caballo en un templo, el Hayagriva-Modhava, del siglo XVI.  El nombre de ese avatar de Vishnú es Hayagriva. En la base hay un gran estanque con unas carpas muy grandes, lo que no es raro, pero con las tortugas más grandes que he visto en mi vida, que no fuesen marinas. Se acercan a que los fieles les den de comer e imagino que no serán peligrosas porque podrían arrancarte una mano de un mordisco. Vi a una que tendría un caparazón de mas de 80 centímetros de largo que con la cola y la cabeza hacía mas de un metro.
Luego, ya descalzo, debes subir por unas escaleras tipo rampa de unos cien metros. Al llegar arriba te encuentras el templo importante y 4 o 5 más pequeñitos y un ambiente de esos de «¡no me lo puedo creer!». Ya sé que en la India esta expresión la utilizas continuamente pero el templo de ayer y el de hoy, sin ser de los grandes e impactantes por la arquitectura, si lo son por el ambiente. quizás por lo que se venga a pedir o porque es lunes, casi todo son mujeres. Algunas, pocas, parejas y algún joven con un grupo de chicas, como el hermano de alguna de ellas, pero en general grupos de mujeres sin varones. Incluso había un santo en la pared exterior del templo al que se subía a rezar por una escalera de piedra y solo lo hacían mujeres. Y yo, que hice unas fotos. Espero que no sea de esos que provocan o aumentan la fertilidad. Total que me quedé preocupado por si había hecho algo malo subiendo.
Luego para entrar a ver a Vishnú había una pequeña cola. Allí me puse. Las fieles llevaban como ofrenda una canastilla con unas hierbas como alfalfa. Al llegar a donde estaba Vishnú, una cripta oscura con tres brahmanes, les entregaban las hierbas, rezaban algo y les devolvían no sé si las mismas hierbas u otras. Aquí no fue como en otras ocasiones semejantes que no te dejan parar ni un momento, que pasas rápido sin ver nada. Como hacían la ofrenda pues te podías esperar un ratito.
La nave central de este templo parecía una mezcla de arte visigodo y románico, pero es que era de finales del XVI. En el centro de esa nave había algo tapado con un paño amarillo. Desde lejos creía que debía ser algún santo de los que tienen ocultos y solo los muestran en momentos determinados. De cerca vi una especie de motor de lavadora y para mí que era un artilugio electro-mecánico raro. ¿Será algún dios tecnológico? ¿Adoraran la dinamo? Rodeando ese artilugio hay unas lámparas de aceite muy grandes. Las señoras mojan un dedo y se lo pasan por la cabeza, después pasan la mano por el fuego y se la pasan también por la cabeza. Si llevan niños pequeños hacen lo mismo con el infante pero la mano después del fuego se la pasan por todo el cuerpo.
En la entrada del templo las fieles ponían en el suelo muchas lamparillas de aceite. Algunas ponen un ramillete de varitas de incienso clavadas en un plátano pequeño sobre el suelo.
Todo esto creaba un ambiente como de templo de la antigüedad.
Llegaba un cura, recitaba algún rezo, la gente se ponía muy espiritual y todo era increíble.
Y andaban unas cabritas que creo que no eran para sacrificar sino que vivían por allí y se comían algunas de las ofrendas. Y en una especie de prado alrededor del templo muchas señoras sentadas comiendo o charlando.
O sea, que si puedes acércate a Hajo, pero no seas muy mirado con tus pies pues porque entre el aceite de las lamparillas, las cagadas de las cabritas y la suciedad general mejor que no te dé asco ir descalzo. La ventaja es que cuando llegas abajo te acercas a donde las tortugas y lo que ellos lo hacen por motivos religiosos metiendo los pies en el estanque tú lo haces por motivos higiénicos.
Y todo el conjunto rodeado por un palmeral enorme.
Vuelvo con el autobús y paramos en una gasolinera: el gasoil a 31,4 y la gasolina a 46,8. Un euro 56,5 rupias.
Cuando llego a Guwahati voy a una agencia de viajes a la que fui el primer día pero estaba cerrada. No tienen nada para gente suelta. Pero han sido muy amables.
Paso por delante de un parque muy cuidado con entrada de pago, pero como estamos casi al atardecer debe haber mosquitos. Veo allí la primera pareja cogida de la mano. Es que debe ser un sitio donde van a festejar los jóvenes.
Camino del hotel paso por delante de un restaurante cuyo dueño es un sij. Me inspira confianza y entro. Resulto ser un restaurante malo y sucio y encima el sij me timó. Volví a pasar por allí y le dije que puesto a robar que lo hiciese por lo menos por un millón de rupias (que no es nada pero dicho así parece mucho) y no por unas pocas. O no me entendió o tiene mucho autocontrol.

Pregunta teológica.
¿Cómo se sabe lo que le gusta a cada Dios? Porque en unos sitios ofrecen una cabrita y en Hajo hierbas y lamparillas. Ayer eran sobre todo cocos, que incluso había un lugar especial para partirlos. En la cristiandad son las velas. En alguna Semana Santa la sangre de los propios penitentes.
Imagino que eso lo deciden los sacerdotes, o sea los dueños e intérpretes del misterio. Pero, ¿cómo lo saben ellos?
Lo que sí es universal es que la ofrenda mejor aceptada es el dinero.

Historia religiosa.
John, el «mizo» que me encontré en el tren me explicó que en Mizoran casi todos eran cristianos pero que había un pequeño grupo de judíos que se decían eran los descendientes de una tribu perdida de Israel, como hicieron unos etíopes hace unos años y se los llevaron a Israel.
Pues John no se lo creía.