35. Tashiding, primer día.

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La estupa de Sanchi, no está en Sikim, pero es la más antigua, del s. III A.C.Esta mañana en Yuksom ha aparecido todo mojado y nublado y las montañas cercanas con las cumbres nevadas. Y además sin luz eléctrica. Menos mal que me dejé todo el equipaje preparado pues aún es de noche. Desayuno y charla con una pareja de jóvenes suizos que van a Jorethang, ciudad casi ineludible para ir a Siliguri, NJP o Darjeeling. Me encuentro también con el franco-español que pensaba ir andando hasta Tashiding pero no sabe que hacer por la climatología. Cuando sale el jeep él no está, así que irá a pie. Vamos solo tres pasajeros y el conductor. La gente aquí prefiere ir sentada al lado del chófer aunque vayan más apretados y así hacen hoy. Los conductores están tan acostumbrados a ir de lado y pegados a su puerta que cuando van solo muchas veces también conducen así.
Tashiding.
Según un letrero que he leído aquí, significa “the devoted central glory” que no sé como traducir. Es un pueblecito en cuesta con un hotel cochambroso y una pensión. La guía y Anna recomiendan la pensión aunque ambos se llevan poco en cuanto a precariedad. No hay habitaciones con cuarto de baño así que por primera vez en todo el viaje tendré “cuarto de baño compartido”. Es austero pero limpio y parece que se está bien. He tenido que pedir la segunda sábana. Como siempre. Al hacer la inscripción veo la de Anna y su edad. Le echaba bastantes menos.
Nota para Anna.
Lo que te piden que escribas en el libro de registro es lo que pone el pasaporte, no lo que te gustaría que pusiese. Si has leído alguna de mis crónicas anteriores sabrás que me gustaría ser ruso o finlandés pero en mi pasaporte no pone eso. También me gustaría tener un visado con un número más fácil, que éste no me lo he aprendido y tengo que mirarlo cada vez. Un beso.
Me voy a visitar el monasterio que es lo más importante del lugar. Está a unos 45 minutos de una buena subida. Cuando estoy llegando me encuentro con una pareja que ayer vi en el de Yuksom y me dicen que aquí no viven monjes. Que está todo cerrado, pero que hay un monje que lo abre. Escalofrío. ¿Y si es otro monje “meditator”? Lo dicho: si me pregunta soy un fresador.
El monasterio es un conjunto bastante grande de casitas con una iglesia grande de tres pisos y otras más pequeñas. La primera es muy interesante porque además del típico altar con vitrinas de cristal tiene en su interior grandes molinos de oraciones. Generalmente están en el exterior del recinto o en el camino de acceso o en el atrio. El siguiente edificio sólo tiene un molino enorme, el más grande que he visto, pero sin santos. El edificio principal está abierto y hay bastantes monjes por todos los lados. No sé si viven aquí o la primera pareja estaba equivocada. El segundo piso es una gran sala llena de cilindros rojos de unos 5 centímetros de diámetro y 20 de largo. Creo que dentro están enrolladas unas largas tiras de papel. Igual son oraciones. A ver si me entero. Parece que los están fabricando ahora. Creo que este monasterio es de los más interesantes que he visitado en este viaje. En el exterior hay unos bancos estupendos para sentarse y escribir pero está lloviendo así que lo hago en el escabel de una ventana aprovechando el largo alero del tejado que me protege. Leo en un folleto que me dieron en Gangtok: de acuerdo con las escrituras budistas el gurú Padmasambhava bendijo la sagrada tierra de Sikim en el siglo VIII desde este lugar. El monasterio sin embargo fue construido en el siglo XVIII por Ngadak Sempa Chempo, uno de los tres lamas que consagraron al primer chogyal en Yuksom. En el monasterio pone que fue fundado en el 1641 y eso es el siglo XVII, pero que fue ampliado y renovado por el tercer chogyal Chador Namgyal. Y en mi guía dice que es el monasterio más sagrado de Sikim y que fue fundado en 1716. O sea que entre 1641 que fue lo de Yuksom y 1716 hay 75 años. Cuando el lama de la coronación de Yuksom estuvo allí ya sería alguien importante así que tendría por lo menos 30 ó 40 años y 75 más tarde tendría más de 100 y entonces aún le da por construir un monasterio. Alguna de las fechas o de las historias habrá que volver a investigarlas pero no por los de la “biodiversidad”. (Cuando estoy escribiendo se me acerca un chaval a leer lo que escribo. Al rato viene otro, me pide un bolígrafo, se sienta, me coge la guía, la hojea y luego el folleto de Sikim. Entonces llega otro de unos 30 años lo echa, se sienta él, y hace lo mismo. Todo sin decir ni una palabra).
Cuando estaba visitando la iglesia grande entran unos monjes con unos niños y empiezan a montar una mesa. Pregunto y me dicen que hoy vienen muchos monjes porque mañana empieza un festival a las 7 de la mañana y que dura cuatro días. Yo quería ir a visitar otro monasterio que me habían dicho en la pensión que está a dos o tres horas pero me parece que volveré aquí. Sigue lloviendo ligeramente y los valles de los alrededores están cubiertos de nieblas. Precioso. Aprovecho para preguntarle al joven que está sentado a mi lado por una estupa de la que en el hotel no sabían nada. Es una enorme que está al lado. El folleto dice que es la más sagrada de todas y se llama “Thong-Wa-Rang-Dol”, para los amantes de las estupas. Significa su nombre “Saviors by mere sight”. Se cree que por el simple hecho de contemplarla se lavan todos los pecados de los devotos. Eso es lo que se llama en la iglesia católica “indulgencia plenaria”. También hay un gran festival religioso los días 14 y 15 del primer mes lunar. Le pregunto también cuantos monjes hay aquí. Quinientos. No me lo puedo creer. Debe ser una cifra mágica o a lo mejor es que en sikimés cuando no saben cuantos son así como nosotros decimos “una docena” ellos dicen “quinientos”. Le insisto si es en este monasterio o hasta donde llegan los quinientos. Me va diciendo los nombres de los monasterios de la zona. Se va y vuelve a los cinco minutos (¿en sikimés habría que decir que “vuelve a los quinientos minutos”?). Que son 200. Eso sí que es una información más veraz, pero esas cifras redondas no me las creo. A lo mejor no sabe decir en inglés 187. Me voy a ver la estupa confesora. Realmente su función es la misma. En un caso le cuentas a un señor que está dentro de un cajón tus pecados y aquí miras a un monumento. Y ya está. Ya no tienes pecados. Piénsalo 30 segundos y dime si no es raro. Eres un acosador infantil y le haces la vida imposible a ese chico que es el más débil de la clase. O sea que eres un cabrón. Vas miras la estupa o le hablas al cajón y ya está. Todo perdonado. Eres un jefe que haces la vida imposible a tus subordinados. No les subes el sueldo y les puteas. O sea que eres un cabrón. Vas miras la estupa o le hablas al cajón y ya está. Todo perdonado. Comienzas una guerra. Matas a miles de personas. O sea que eres un cabrón. Vas miras la estupa o le hablas al cajón y ya está. Todo perdonado. Y así los ejemplos que quieras. Claro que en mundo budista no sé si existe lo del dolor de atrición y de contrición. Por si no te acuerdas el bueno es el segundo. Y que es mejor estar contrito que atrito. Pues allá me voy a lavar los míos. Es la parte más espectacular del monasterio. Un grupo de estupas alrededor de la famosa y más grande. Todo rodeado por una valla de piedra sobre la que hay colocadas muchas losas esculpidas y pintadas. Cientos de banderas y banderolas. Es algo increíble. Llego hasta un lugar donde parece que está el taller donde hacen las lápidas. Imagino que serán donaciones de los fieles. Vuelvo sobre mis pasos y veo a dos monjes mayores que vienen hacia mí y me miran raro. Entonces me doy cuanta que debería haber acabado el camino que los budistas siempre hacen siguiendo el movimiento de las agujas del reloj y yo he comenzado bien pero al regresar al revés he debido hacer algo muy malo. Por si acaso vuelvo a echar una mirada a la estupa confesionario. Vuelvo a pasar por la capilla llena de grandes molinos de rezo. Los más grandes están hechos de trozos de caña de bambú partidos longitudinalmente. Es una habitación con mucho encanto teatral. Lástima que no se puedan hacer fotos por la falta de perspectiva. En otra capilla había una familia con un monje sentado cantando o rezando algo y haciendo cosas extrañas como tirar alguna gota de agua de vez en cuando. Parecía como una ofrenda de algo. Siempre los ritos.
Cuando bajo por la empinada cuesta me cruzo con grupos de muchachos, alguno muy joven, subiendo leña al convento. La llevan en grandes capazos cónicos sujetos a la frente. De verlos me duelen las cervicales. Es un trabajo que como el de las picapedreras me cabrea bastante aunque si no les contratan para subir leña puede que no tengan otro jornal. Y me doy cuenta de que no he visto a ningún monje realizando ningún trabajo ni oficio. ¿Se lo habrá prohibido Buda o es un montaje de ritos y liturgias?
El camino es precioso. Alguna casita con algún huertecito alrededor. Me encuentro al franco-español que sube. Ha venido andando y casi llega antes que el coche. Me dice que está en mi hotel y que paga un 30% menos que yo. Cuando llego echo una ojeada al cuarto de baño y tiene hasta un calentador de agua para la ducha. Les pido una toalla y me dicen que ya hay una en la ducha. Le insisto que quiero una para mí solo. La consigo aunque no entiende muy bien para qué quiero otra. Comida sencilla y nutritiva.
Aquí hay un par de monasterios más para visitar pero si mañana vuelvo al de hoy para ver la ceremonia no sé si tendré tiempo de ir a verlos. La chica del hotel no tiene mucha idea de las distancias. Me dice que el más cercano está a 4 ó 5 horas. Creo que como es hindú a lo mejor no ha ido nunca. Me doy una vuelta para conocer el terreno. A uno de los que me preguntan de donde soy le pregunto por el monasterio: una hora. No logro saber si a pie o en coche. Unos niños me llaman “turista”. Aunque lo sea desde hace un mes me sorprende pues nunca me lo habían llamado. El paisaje es precioso. Grandes valles con algunos arrozales en terrazas. Es el lugar donde he visto más terreno cultivado. Empieza a despejarse y se ven grandes manchas de sol en las laderas al mismo tiempo que nubes bajas en otras. Ando un rato por una senda hecha de cemento y piedras. Las he visto por todo Sikim. Vas por la carretera y de repente sale una senda de cemento que se mete entre las montañas. Imagino que sale más barato que una carretera pero no las había visto en ningún otro sitio. En el paseo vuelvo a ver las arañas de Sikim. Son grandes y tejen unas telas entre los árboles y arbustos en tres dimensiones y muy grandes y sin una estructura clara. A veces hay media docena de ellas ocupando un gran espacio pero conectadas. No sé como resolverán el problema de la presa que caiga en un espacio fronterizo. Imagino que será la ley del más fuerte. Otra cosa que me sorprende en esta zona del oeste de Sikim, muy cerca de Nepal, es que no se ven caballos. Los únicos los que vi en el norte, pero era una recua con carga. Aquí nada. Esos caminos cementados deben ser solo para personas. Y en las ciudades, que siempre están en cuesta, tubos de hierro llevando agua por todas partes. Con frecuencia tienen roturas produciendo grandes charcos. Parece que en lugar de llevar un tubo gordo y distribuirlo por todo el pueblo van echando tubos y tubos delgados. Aunque esto no es la India en el sentido pleno de la palabra, sigue viéndose la desorganización india en muchos aspectos de la vida diaria.
Acabo la tarde escribiendo en el comedorcito y oyendo primero arias de Mozart y luego la BSO de “El piano”.
Estupa. Me acabo de dar cuenta de que no paro de hablar de “estupas” y no he explicado qué es. En tibetano se llama “chorten” y en Tailandia “chedi”. La guía lo define como un monumento budista compuesto de un hemisferio macizo coronado por una espiral, a veces una simple piedra, que contiene reliquias de Buda. ¿Sabéis la historia ésa de que una vez calcularon la cantidad de reliquias que había de la cruz de Cristo, el famoso “lignum crucis”? Pues salieron un montón de cruces. Pues eso, pero con Buda. Así que la descripción no es correcta.