
De nuevo un amanecer glorioso en Bariloche. Y digo que lo mismo debería pensar Jesucristo al decidirse a resucitar en esta fecha o, como nos repetían los padres escolapios, “al tercer día”.
Hasta ahora no lo había pensado nunca, pero lo del “tercer día” y no el “sexto” o el “quincuagésimo” debe tener algún significado.
Porque tú eres Dios, pero un Dios tipo panteón hindú de esos de muchos brazos y que le pone la cabeza de un elefante a su hijo después de haberlo decapitado o un Dios del Olimpo griego que solo se dedicaban a ayudar o joder a los mortales y en el caso de Zeus, sobre todo a esto último (y puedes quitar “a los mortales” del lexema anterior), si no un Dios omnipotente y omnisciente y primero dejas que maltraten y luego maten a tu hijo y cuando lo tienes que resucitar no lo haces un nanosegundo después de la muerte, pues esta era necesaria (¿lo era?) para que se cumpliesen las profecías, que lo dejas durante tres días en su tumba.
¿Tres días? Un misterio, a no ser que alguno de los profetas judaicos hubiese dicho eso de los tres días.
En resumen: Domingo de Gloria y un amanecer glorioso.
Hoy hemos decidido coger (aquí “tomar”) el autobús 20, el mismo que nos trajo desde la estación de autobuses hasta el centro.
Esta famosa línea va desde esa Terminal de Ómnibus hasta el hotel Llao Llao.
Va lleno sobre todo de jóvenes. Algunos de ellos consideran que es importante conservar las etiquetas que te colocan las aerolíneas en el equipaje y mantenerlos así hasta el próximo vuelo o hasta que se caigan. Imagino que no se percatan que el llevar una etiqueta pringosa indica eso, que no viajan con frecuencia en avión.
En el recorrido capto una palabra como las que escribí en Puerto Madryn: “gomería”. Y es que cambian neumáticos y añaden “balanceo”, que imagino corresponde a nuestro “equilibrado de ruedas”.

También que algunos establecimientos hoteleros (y están por todas partes en este recorrido al lado del lago) tienen un gran letrero en la entrada que dice “Hay lugar” (hoy se acaban las vacaciones) y que delante hay un espacio donde colocar un “no” para transformarse en un “No hay lugar” y de esta manera indicar que está lleno como ha ocurrido en Bariloche estos días.
Y descubro una descripción nueva de una señal de tráfico: “CONTRAMANO”.
El autobús te deja delante de Puerto Pañuelo donde embarcamos ayer y donde se han bajado todos los jóvenes, pero ellos no van a ninguno de estos caros (pero no lujosos) minicruceros por el lago, sino al llamado “Parque Municipal” desde donde salen varios recorridos y eso hacemos nosotros después de darnos una vuelta por aquel entorno del embarcadero ayer a rebosante de gente y hoy vacío, pues el primer viaje sale a las 12 y media.
Vemos una pequeña rapaz muy abundante aquí y también en el parque que hay delante de nuestro apartamento, pero desconocida para nosotros: el chimango.

En la cafetería del complejo una máquina expendedora de agua caliente para los ubicuos termos de mate.
A unos 500 metros del embarcadero encontramos un aparcamiento donde comienza una pista que no sabemos adónde va exactamente, pero una señora que pasaba por aquí nos ha dicho que va a una laguna muy bonita, aunque el problema es que todos son turistas como tú y no conocen la zona. Y así cuando llevas un rato andando no sabes si tu destino está a una hora o a cuatro.

La gran sorpresa es que en aquel bonito bosque te encuentras con un bosquecillo de arrayanes que es una maravilla. Mucho mejor que el de ayer y además aquí nadie te apremia para que sigas andando y los ejemplares son especialmente preciosos.

Marisa se pregunta por qué en la oficina de turismo no te hablan de este sitio donde además puedes llegar por solo 220 pesos, en lugar de la excursión organizada por las agencias de viaje donde solo por el transporte hasta aquí te cobran 4000.
En ese bosquecillo nos encontramos con un grupo de estudiantes, un italiano alto y guapo, dos brasileñas y un brasileño. Charlamos un buen rato con ellos. Más tarde, en un cruce sin señalizar charlamos de nuevo con una pareja de turistas chilenos y al fin llegamos a una playita del lago desde donde decidimos dar la vuelta y no llegar hasta el “lago escondido” que no sabemos si está a 10 minutos o a una hora.
Un paseo precioso en un entorno excepcional.
El bus de regreso nos ha recordado a la India de lo lleno que iba.
Y si te decides a coger el autobús 20 como nosotros desde el centro de Bariloche a Llao Llao el conductor informa de las paradas que son importantes para los turistas: el “View Point”, el teleférico a Cerro Campanario, …
O sea que puedes hacer el “Circuito Chico” por tu cuenta y mejor y más barato.
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