
Desde el restaurante “El Sanjuanino” llegamos al cercano cementerio de La Recoleta, una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad, pero…
En primer lugar, cerraban el acceso a las 5 de la tarde y ya eran las 4, y además ya no es gratis, que si lo fuera pues das una vuelta, aunque sea de 30 minutos, y encima es que hay que pagar con tarjeta de crédito o débito y no en metálico, lo que supone que esos 2700 pesos se transforman en más de 10€, pero aún es peor, es que para los argentinos solo son 700 pesos y como siempre solo pido la reciprocidad: si eres argentino y quieres entrar en el museo de El Prado entonces debes pagar 60€. ¿Qué te parece?
Sí podemos entrar en la iglesia de El Pilar que está al lado.

Lo más extraño para nosotros es relacionar esa virgen con la “verdadera”, la de Zaragoza. Además, esta es mucho más grande y también la columna que la sostiene.

En la entrada un letrero que, como el “mondongo”, me lleva a mi infancia y que imagino que estará importado de España: “Para el Pan de los Pobres de San Antonio”.
Durante toda mi infancia, y quizás adolescencia, se recibía en mi casa una revistilla que se llamaba también así y no recuerdo el contenido, excepto las páginas que se dedicaban a dar las gracias por “los bienes recibidos”.
Y también nada más entrar en la iglesia un Cristo con una advocación que encontré por primera vez en el Puerto de la Cruz: “Señor de la Paciencia y Humildad”. En este caso flanqueado por una estatua un tanto graciosa de San Josemaría.
La estatua que está enfrente es la de San Pascual Bailón, extraño emparejamiento, cuya única afinidad es que ambos eran aragoneses.
Y en ese altar un montoncito de estampas de este santo, San Josemaría Escrivá. Compruebo que le han quitado el segundo apellido, “de Balaguer”, seguramente para evitar el sambenito de soberbio que le persigue. Y además en este altar dedicado a la “Humildad”. Pero su humildad no le ha llegado para separar los dos nombres. Ni para renunciar a ser el “tercer marqués de Peralta”, título que le concedió Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios.
En descargo de Dios y de Franco tengo que reconocer que el título lo pidió él según “una solicitud de rehabilitación del marquesado ante el Ministerio de Justicia español”, dado que “no tenía parentesco por línea masculina con la familia Peralta “, “y ni siquiera llevaba ese apellido”.
NB
Hoy resuelvo una de las grandes incógnitas: se escribe “Josemaría” y no “Josémaría” como yo creía.
Y también en esta iglesia otro apunte español: una lápida conmemorando a Doña Rafaela de Vera Múgica, viuda que fue de D. Joaquín del Pino y Rozas, virrey de las Provincias del Río de la Plata.
¿Y quién fue el donante de ese “in memoriam”?
Pues nada menos que su descendiente “D. Rafael del Pino y Moreno, Caballero Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil de España”.
¿Y quién era este prócer español?
De Wikipedia: “En 1952 fundó el Grupo Ferrovial. En 2007 la revista Forbes lo ubicó en el puesto 79 de los hombres más ricos del mundo.” Y en el 2000 “dejó la presidencia en manos de uno de sus hijos, Rafael del Pino Calvo-Sotelo”.
O sea que, como la primera ley de la termodinámica, “la riqueza no se crea, ni se destruye, solo aumenta”.
Y resulta que este rico heredero es el que ahora quiere ser holandés, que parece que es mejor que ser español. O por lo menos ciudadano de Wall Street, que a mí también me gustaría serlo.
O como dijo alguien a propósito del cambio de Ferrovial: “los ricos son de otra pasta”. Y si es verdad la leyenda eso, más o menos, se lo dijo Scott Fitzgerald a Hemingway, a lo que este le contestó: “Sí, tienen más dinero”.
Y el último detalle de esa iglesia: anuncian un “taller de manos de María” en el salón “Madre Teresa” de “confección de rosarios”.

Y el motivo no puede ser más claro, aunque para mí de una oscuridad de agujero negro: “cuyo propósito es servir al Señor en nuestros hermanos”.
Para compensar todos estos sinsabores y enigmas entramos en el “Centro Cultural Recoleta”: una Arcadia.
¿Te imaginas exposiciones, salas de lectura, zonas con gente trabajando, un gran patio con el personal leyendo, tomando el sol, charlando…?
Pues todo esto está aquí.
¡Una maravilla!
Empezó siendo un convento de franciscanos recoletos en el XVIII, en el XIX la “Reforma eclesiástica de Rivadavia”, una especie de desamortización de Mendizábal, lo transformó en asilo para indigentes y también el complejo fue utilizado como escuela de agricultura, jardín botánico, prisión y cuartel. Y tras diversos avatares se transformó en Centro Cultural en los 80 del XX.
Y hoy con una magnífica exposición, “Terra Incognita”.
Regresamos a “nuestro centro de la ciudad” en un “colectivo”, o sea en autobús urbano, nuestra primera experiencia en transportes públicos y ha sido muy buena.
Tras un breve descanso nos vamos de nuevo a las “Galerías Pacífico”.
Y allí vamos al Centro Cultural Borges, que ayer apenas pudimos visitar.
Un final estupendo para este día.
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