Mi nieta mayor estudia inglés. Como alumno perpetuo de inglés que soy he querido contarle la anécdota más hilarante que he vivido en clases de idiomas. Éramos ocho alumnos adultos provenientes de bachilleratos con el francés como único idioma. El profesor de inglés, Peter, era el mejor que he conocido. Tenía una virtud poco frecuente, la tenacidad.
Los docentes de inglés, si son nativos, tienen tal distancia en saber con sus alumnos que suelen caer en una rutina acomodaticia a las pocas clases. Peter no. Mantenía la intensidad y la presión durante todo el tiempo y era partidario, como yo, de la repetición incansable. Uno de los compañeros de clase era sevillano, gracioso y poco dotado para el idioma. Peter con el guión de un libro de conversación pronunciaba exquisitamente una frase y nos hacía repetirla hasta que daba por bueno lo que respondíamos. «Repeat, please» era su mantra constante. En el caso al que me refiero la secuencia fue así:
- «What has she just done». Repeat please.
- ????? el alumno confuso no entendía ni era capaz de repetir.
- «What has she just done». Repeat please.
- ????? el alumno confuso seguía sin entender ni repetir.
Así continuó el intento de conversación varias veces más cuando en un arrebato mi compañero abrumado dijo - Cuantas sillas dan (graciosa y sevillanamente dicho) y Peter aprobó aliviado
- Good, very good.
Las risas de los alumnos atronaron nuestra aula y las contiguas. Peter pidió explicaciones y cuando entendió la respuesta, se rió como nunca antes en clase.
No sé a cuento de qué ha venido esto. Ah sí, a mi nieta no le ha hecho ninguna gracia.