
Noche apacible y reparadora, pero esta mañana soplaba un viento bastante fuerte. No sabemos si quedarnos hoy aquí como teníamos planeado o regresar a Tiflis, porque además está el posible problema de la nieve que caerá esta noche aunque pienso que una carretera tan importante no puede quedar cerrada.
Vaya, es una carretera importante, pero los pastores llevan sus vacas sin preocuparse de que van por en medio de ella a pesar de los grandes camiones que van o vienen de Rusia y pasan por aquí.
Hoy mismo hemos visto a uno enorme tener que pegar un frenazo y hacer una maniobra peligrosa para no llevarse por delante a dos cerdos que paseaban por en medio de la calzada.
Bueno, pues al final nos animamos a quedarnos.
Y el desayuno vuelve a ser de “terrific meals”. Que nos hemos dejado la mitad. Una pena.
Y decidimos volver otra vez a Tsminda Sameba pues el día a estas horas es muy luminoso. Claro que la previsión es que a partir del mediodía se cubra de nubes, baje la temperatura y aumente el viento.
Volvemos a hacer el mismo recorrido que ayer y recogemos los palos que utilizamos ayer como bastones y que escondimos en una calle de Gergeti. Un señor que nos ve la maniobra se queda muy sorprendido.
En la casa que tenía un curioso sistema de recogida del agua pluvial veo que también utiliza ingeniosos y cutres materiales para tapar grietas y sellar ventas: trozos de planchas de hierro y mierda de vaca.
¿Te imaginas que como material de cierre de una ventana tu cristalero lo hiciese con estiércol?
También me percato del sistema de sujeción de los postes eléctricos: clavan un poste de hormigón pequeño y a él sujetan con cable de acero el poste de madera
Otra solución para cerrar los corrales: una cabecera de hierro de una cama con la rejilla trasera de un frigorífico.
En el camino nos encontramos con cuatro polacos. Uno de ellos quiere hacer el camino de Santiago. Me dicen han encontrado Georgia como era Polonia hace 20 años, pero que ahora su país está como España.
Y ya sin sobresaltos y conociendo el camino, con el mismo barro pero con más hielo en esta ocasión, llegamos a la maravillosa y espectacular Tsminda Sameba.
Con otra luz que la de ayer, con otro cielo, pero con el cabrón del coche de ayer en el mismo sitio. Yo digo que quizás sea otro, pero Marisa que lo tiene clavado en su memoria fotográfica me dice que no, que es el mismo.
Y cuando llegamos a la iglesia salen de un pequeño complejo religioso que hay allí cuatro señores con aspecto de buena clase y educación acompañados de un cura ortodoxo y se dirigen al coche.
Uno de ellos lleva colgando una cámara fotográfica réflex y entonces ocurre una de esas situaciones que para mí ya han justificado el día:
“Hola, buenos días, ¿habláis inglés?”
“Sí, sí”.
“¿Os gusta la fotografía?”
“¡Sí, sí, claro!”.
“¿Sois georgianos?”.
“Sí, sí”.
“¿Es vuestro este coche?” (Un magnifico y nuevo Toyota Land Cruiser del que debían estar muy orgullosos).
“Sí, sí, claro”.
“¿Y no os da vergüenza haberlo dejado aquí delante de la iglesia? ¿Sabéis que habéis destrozado todas las fotografías que se han hecho de este lugar?
¿No os da vergüenza poner el coche delante el icono más importante de este país?”.
Y encima va y me dice: “Es que vinimos ayer…”.
No le he dejado seguir: “¡Eso ya lo sé! Porque ayer estaba yo allí esperando que quitarais el coche”.
Y todo en este tono. Pero cuando me cabreo y no tengo preparado el discurso siempre me sale algo raro: “¿Y sois georgianos? Yo creo que sois rusos o ucranianos o filipinos”
¡Filipinos! Pero cómo se me ha ocurrido decir esa tontería, que no me lo puedo creer.
Total que se subían al coche y yo intentaba que me plantasen cara (o que me la partiesen por decirles que eran rusos) y Marisa que “¡déjalos, déjalos!”.
El cura que se despedía de ellos no sé si me ha entendido, pero estaba algo confuso.
Creo que hasta me han hecho una foto como al despiste cuando se la hacían al cura para luego enseñársela a sus amistades de un energúmeno extranjero.
Y no sabían que éramos “espanetis”.
Me he quedado de bien…
Marisa no quiere ponerse el obligatorio delantal para entrar en la iglesia, pero sí se lo coloca para que le haga una foto: parece una verdadera caucasiana y más con el garrote en la mano. Creo que de esa guisa hasta nos dejarían pasar por la frontera rusa sin problemas.
Yo como soy varón no necesito disfrazarme. Lo que no sé es que pasaría si intentase entrar con una falda, como hacían los de Locomía en los 80.
La iglesia tiene otro sistema tecnológico de última generación para cerrar la puerta: una cadena que atraviesa la puerta y el dintel de piedra y que se cierra con un candado.
Luego aparece un pick-up de la policía con un cura dentro y varios bidones llenos que cambian por los vacíos. Así que la policía sirviendo al clero.
Permanecemos un rato allí e incluso intentamos subir a una colina que hay enfrente de la iglesia para tener otro punto de vista, pero además de que sigue el viento haciendo muy incómoda la permanencia allí, empieza a caer un ligero aguanieve. Así que desistimos e iniciamos el regreso.
Etiquetas: 2014, España, Georgia, Gergeti, Kazbegi, Rusia, Tiflis, Tsminda Sameba
26/10/2021 a las 17:16
la primera foto como decía Zoilo, imponente!! (pero no me deja abrirla en flickr)
la de mami, más graciosa imposible, y desde luego que pasaría por georgiana , más que «espaneti» jejejej
un beso
26/10/2021 a las 19:08
La primera foto no está enlazada con Flickr, aunque proceda de él. Esa es la razón de no poder abrirla en su lugar original.

Lo siento.
De todas maneras este es el enlace: