Todos dicen que se acerca la tercera pandemia. Cuando se leen historias de la primera es cierto que son alarmantes. En la segunda se había aprendido mucho y se pusieron en marcha medidas que la hicieron más llevadera. De una a otra habían pasado muchas cosas. Un peruano llamado Mariátegui y un grupo de sociólogos españoles que se bautizaron Donsimón crearon unos protocolos de actuación que o fueron eficaces o fueron más agradables para la población en general, en España que yo sepa.
El confinamiento de la primera ocasionó una miseria elevada que no se contrarrestó con un número bajo de muertes porque todos creyeron que fueron excesivas. Es curioso pero nadie se pone de acuerdo sobre qué es un número razonable de muertes, como si debiera ser cero.
El punto de acuerdo fue no el número de muertes sino su secuencia en el tiempo. Las muertes debían escalonarse. Se referían a los hospitales, claro. No había límite a morirse en casa. Alguien dijo que el 95% de las muertes eran de personas de más de 60 años y debía ser verdad.
Por esas razones, en la segunda gran pandemia se reservó un número mínimo de UCIs en los hospitales para mayores de 60 años y los restantes debieron quedarse en casa. Hubo un suministro adecuado de botellas de oxígeno y Amazón vendió millones de concentradores de oxígeno en los doce años entre las dos grandes, así les llamamos ahora. Si hubiera sido tan fácil como en Estados Unidos muchos hubieran comprado fusiles ametralladores, por miedo, aunque habría habido muchas desgracias porque nadie sabía disparar. No tenemos práctica, ni los militares que se dedican casi siempre a tareas ajenas a su teórico oficio.
Los hospitales dejaron de tener agobios en la atención y todas las especialidades trabajaban como en época normal. No se aplaudía por las tardes. Hubo una excepción, a los domiciliarios sí.
Se creó una “Sección” en la Sanidad con personas menores de 28 años y eran los únicos que atendían a domicilio a toda la población. En cuanto se conocía de forma precisa el virus, su gravedad y su forma de transmisión, las personas de esa sección se infectaban voluntariamente y se inmunizaban, de forma que pasado el tiempo necesario comenzaban a trabajar con dedicación y esfuerzo intensos. Se les apreciaba, a pesar de que podían dedicar poco tiempo en cada casa. Eran jóvenes, simpáticos en general y los únicos humanos que podían tocarte en el tiempo de queda. Porque para los mayores de 70 el confinamiento de la segunda fue todavia más estricto. Sin salir de una habitación ventilable para los que la tuviesen y los demás a residencias u hoteles que se vaciaron para ellos y atendidos por familiares y voluntarios que quedaban también confinados. Era posible desobedecer y en ese caso no tenían derecho a atención y podían ser encarcelados.
Para el resto el confinamiento se relajó mucho; se aprobó una norma que se conoció como “la vuelta a la manzana”. Se podía salir de casa en sentido dextrógiro y dar la vuelta a la manzana o cuadra, como quieras, dejando una distancia de 50 metros con la persona que te precedía. Era común oir gritos de quienes andaban a los que creían que se acercaban mucho. Todos con mascarillas y guantes.
Las mascarillas llevaban lemas escritos o dibujos chocantes, las más populares llevaban dientes de caballo o lenguas burlonas. Como la norma comenzó ambigua hubo muchos que pasaron de acera en acera a otra manzana que no era la suya. A la mayoría no les molestaban estas trampas siempre que se guardasen las distancias, no como en la primera en la que todos se volvieron delatores por la falta de aire. Hubo un caso que se hizo famoso, un anciano en Barcelona que cruzando calzadas fue desde la Plaza de Santa Madrona al carrer de Plató y luego no pudo volver a casa porque se encontró perdido, como en una caverna.
Etiquetas: Coronavirus
01/04/2020 a las 17:14
Interesante distopía. Yo no lo habría descrito mejor.
02/04/2020 a las 08:58
Inténtalo. Si no lo intentas, seguro que no. Por cierto, distopía tiene una connotación negativa. ¿Porque te parece negativo lo descrito?
02/04/2020 a las 17:12
Te trascribo la definición del Wordreference dado que los Moro éramos ingleses: «a society characterized by human misery, as squalor, oppression, disease, and overcrowding».
03/04/2020 a las 09:37
Quiere decir que en las sociedades humanas existentes hasta ahora la «human misery, as squalor, oppression, disease, and overcrowding» no han existido, sólo en el futuro.
Los Moro claro que sois ingleses menos Tomás Moro que en inglés era More.