42. Sri Lanka 2014. Vigésimo tercer día de viaje. 17 de octubre, viernes. De Ella a Haputale.

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Sri Lanka. Haputale.

Hoy acabamos la estancia en Ella y le pido al “boy”, el de las hormigas, que si se quiere hacer una foto conmigo. Es tamil e hindú y se llama Krishna. Con nosotros ha sido muy atento, pero sin buscar la propina.

Sri Lanka. Ella.

Vamos a la estación a coger el tren pero aunque estamos al lado mismo tenemos que dar un pequeño rodeo pues esta noche, debido a las lluvias de ayer, ha habido un desprendimiento de tierras por donde teníamos que ir. Compramos dos billetes de tercera y ha resultado una sorpresa: son asientos cómodos y todo está muy limpio y nuevo. Nada que ver con el tren con el que llegamos aquí, el que nos dijeron que era un “tren local”.

Sri Lanka. De Ella a Haputale.

En la estación hay un letrero donde dice que la distancia a Haputale es de 24 km pero tardaremos  una hora y eso que no se para más que en 3 ó 4 estaciones y lo más indispensable, pero es que Ella está a 1041 m y Haputale está a 1580.

Cuando salimos de Ella hay muchas huertas muy cuidadas con los caballones que vimos cuando vinimos aquí y algunos bastante encharcados. Quizás les dan esa extraña forma rectangular para evitar que se aneguen. Más tarde el paisaje se transforma en montañoso pero con grandes valles abiertos y unos paisajes preciosos. Al final aparecen los campos de té cubriendo las suaves colinas.

Ha dado la casualidad de que el propietario del hotel de Ella nos ha recomendado el hotel de Haputale que es el que yo había seleccionado de la guía. Así que le llamó y hoy nos esperaban en la estación con un coche: un lujo. Y además el hotel está muy bien. Vaya, que tenemos la mejor habitación de todo el viaje. Y menos mal porque a las 4 de la tarde ya nos hemos tenido que refugiar  en el hotel pues ha caído una niebla de las de las pelis de miedo y luego ha empezado a llover.

Sri Lanka. Haputale.

Vamos a un banco a cambiar dinero y el que nos atiende es un joven que está gordo y lleva gafas. Como los escolares que vi ayer en Ella. Y es que aquí nadie está gordo ni lleva gafas y cuando veo a un gordo resulta que también las lleva. Un misterio. Si fuera más joven me dedicaría a investigarlo.

Haputale.

La guía dice que está encaramada en el borde sur del “Hill Country” y que está  aferrada  a lo largo de una estrecha y larga cresta de la montaña con la pendiente cayendo abruptamente hacia ambos lados.   En un día claro se puede ver la costa del sur  y en los días no tan claros  grandes franjas de niebla se adhieren magnéticamente las laderas. En cualquier caso es una parte espectacular del país.

La ciudad en sí misma no tiene demasiado interés pero el entorno es precioso.  Quizás el edificio más notable  sea una verde mezquita pero me parece que es casi todo fachada sin nada detrás.

Sri Lanka. Haputale.

A nosotros nos ha tocado el día de los de “grandes franjas de niebla”. La guía recomienda dos visitas turísticas: un monasterio benedictino y una fábrica de té. El primero parece que solo abre los fines de semana así que iremos mañana (si este jodido tiempo no lo impide) y hoy vamos a la factoría de té. He entendido mal la información de la guía e íbamos a coger un autobús en dirección contraria. Afortunadamente pregunto muchas veces y una señora nos ha sacado de nuestro error e incluso, visto mi despiste, nos ha llevado a una pequeña parada de minibuses desde donde salen los que van a la factoría.
Sri Lanka. Haputale.
Y ha sido volver a algunos de los viajes de la India: 24 adultos y 4 niños grandecitos en una furgoneta cochambrosa de 10 plazas. Nos hemos podido sentar al lado de una joven pareja tamil que también iba a la factoría. Ella guapísima. El recorrido es de solo 11 km y el paisaje ha sido de los más bonitos de todo el viaje. Incluso hemos pensado hacer a pie un tramo a la vuelta pero las inclemencias meteorológicas  nos lo han impedido.

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