Ya hemos pasado de los 1.000 metros de altitud y nos sucede lo del pinchazo y reventón y el susto. Así que el conductor se ha ido y nos quedamos en la carreta esperando que vuelva. Pasan bastantes coches y motos y las chicas son realmente guapas.


Marisa que es optimista dice que qué suerte que nos haya ocurrido aquí y no en la carretera de Tawang con niebla, lluvia, frio y barro. Este es un lugar tranquilo, casi sin polvo y estamos a la sombra de un macizo de cañas de bambú que a veces con el viento producen un sonido que es como un lamento. Por la noche sería espectacular. Y hoy aún más, que hay luna llena.

Aparece un señor mayor con una pinta bastante estrafalaria (quizás él le diga lo mismo de nosotros a su familia más tarde) con un gran cuchillo colgando del hombro y otro pequeñito colgado del cuello, dentro de la camisa. Estamos hablando un buen rato.

Vaya, hablar, hablar,…habla sobre todo él pero no le entiendo ni una palabra aunque parece que a él no le importa. Sólo logro saber que no es cristiano. Nos hacemos unas fotos.
Casi todos los coches y motos al pasar a nuestro lado reducen la velocidad y se nos quedan mirando. Imagino que piensan que qué harán esa pareja de pringados. Y encima para hacerlo más raro Marisa está leyendo en su libro electrónico de pie en la carretera pues asegura que si se sienta en la piedra donde estoy yo le pican los bichos. Parece que le ha sentado fatal la noche en el hotel de Tezpur y para acabar de fastidiarlo, ayer por la noche cuando íbamos en busca de un sitio con internet en North Lakhimpur se me metió un saltamontes por la manga de la camisa y tardé un poco en encontrarlo y sacármelo de encima y quizás piensa que a ella le puede pasar lo mismo con cualquier otro bicho.
Al fin para un coche con 5 ó 6 jóvenes a los que les ha ganado la curiosidad. Y llegan las preguntas típicas sobre nosotros.

Ellos son de estos pueblos de por aquí pero viven en la capital. Gracias a ellos logro enterarme que el señor que se ha quedado con nosotros solo habla nishi, lengua sin escritura, creo, se llama Nobam Topu y es de religión Donyi Polo, palabras que en nishi significan sol y luna. Así que cuando por fin me encuentro con un animista, una de las mayores ilusiones de mi vida, soy incapaz de preguntarle nada. Vaya, de preguntarle sí, de que me entienda no.

¿Por qué los misioneros cristianos e islamistas, dos religiones muy proselitistas, tienen tanto éxito con los animistas? O mejor, ¿por qué solo tienen éxito con los animistas? (Excepto cuando “convierten” por la espada y la sangre o con la beneficencia). ¿Por qué una religión monoteísta, y por tanto en poder de la verdad absoluta no intenta la conversión de otros monoteístas que obviamente están en el error y la oscuridad? Y digo “conversión” sin coacción (la espada y la sangre) o sin contraprestación económica como hizo el islam hispano con los cristianos al rebajarles o eliminarles las cargas fiscales o hacen ahora ellos y “nosotros” con la beneficencia allí donde no llega el estado. Pues nada, todos contra los animistas.
En la espera pasa un autobús que viene de Guwahati y va a Ziro. Me apunto el dato por si volvemos aunque le debe costar un montón de horas y no parece que sea “De Luxe”, ni siquiera de “Semideluxe”.
Y como vamos tan retrasados el conductor ahora va como un loco por esas carreteras, que seguramente no tienen precipicios pero que aunque los tuviesen con esa vegetación no se ven.
Aparece una ligera lluvia y vemos como la niebla cubre las cimas de las montañas y así llegamos casi a los 2.000 metros, descendiendo luego hasta Ziro a donde llegamos a las tres y media. Total nos ha costado 7 horas y media. Y sin comer.
Esta mañana pensábamos que como estábamos tan cerca de Ziro hoy podríamos dedicar desde el mediodía a ver cosas pero solo podemos comer y ya casi de noche ir en busca de internet que está en el centro, a lado del mercado y nuestro hotel está en las afueras. Así que cuando regresamos al hotel ya es totalmente de noche y como en toda ciudad de la India rural no hay más luz en las calles que la que proporciona las tiendas y aquí cierran todas a las 6 de la tarde. Gracias a la luna llena y a nuestra sagacidad encontramos el camino de vuelta al hotel. La sagacidad consiste en buscar referencias a la ida, cuando se ve bien, para recordarlas a la vuelta cuando no se ve casi anda. Y una linterna en el bolsillo.
Mañana visita a Ziro. Esperemos que no haya niebla, ni lluvia y que los dioses del Donyi Polo nos sean favorables. Bueno, en general la luna y el sol suelen ser más benévolos que los dioses verdaderos, vaya, los que adoráis los monoteístas.
Los apatanis.
Este es un grupo étnico (“tribe” le llaman en inglés) que daría, y seguramente ya ha dado, para varias tesis doctorales. Yo os voy a hacer un resumen con lo que dice la guía y lo que he visto.
Son unos 25.000 y originarios del valle de Ziro. Practican la religión llamada Donyi Polo, que como los de la carretera me explicaron, Donyi significa sol y Polo luna. Y en los pueblos apatanis hay unos tótems en forma de “T”. Las casas están construidas de madera y cañas de bambú.
Pero lo más famoso de ellos son sus mujeres e iba a decir que los calzonazos de los hombres. Resulta que las mujeres han tenido fama de ser muy guapas y por ello eran raptadas por sus vecinos nishis que además de tener, por lo visto, mujeres más feas, eran mayoritarios en la región. ¿Y qué hacían los varones apatanis? ¿Luchar hasta morir por sus mujeres, hermanas e hijas? Pues no: les tatuaban en la cara cuatro rayas en la barbilla y además les practicaban unos orificios enormes en las aletas nasales cerrándolas con una especie de botones mayores que una moneda de 100 pesetas (un euro para los modernos). Los tatuajes creo que imitan a una barba masculina y los agujeros de la nariz les dan un aspecto de lo que en antropología se llama platirrino. En definitiva, se trataba de que pareciesen horribles. Y digo “trataba” y “pareciesen” porque tan tarde como 1960 se hizo la paz entre ambos grupos y se acabó con tan bárbara costumbre.
La paz se hizo pero desde entonces ha seguido habiendo problemas entre nishis y apatanis.

A lo largo del camino las señoras nishis que vimos eran en general guapas, lo que podría ser debido a esa mejora genética. O a que los nishis eran unos exigentes y no les parecía bastante lo que tenían en su casa.
PD
¿Por qué sé que las monedas de 20 duros tienen el mismo tamaño que las de un euro? Porque utilizo las de 100 pesetas para los carros de los hipermercados.
Etiquetas: North Lakhimpur, Ziro