11.Visakhapatnam.

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Voy sentado en el tren que me llevará de una ciudad a otra y pienso en la mugre que cubre gran parte de este país. No soy un especialista de este tema -¿”mugrólogo?”- y no sé cual debería ser el término exacto para describirlo. Porque no me refiero a la suciedad que supone el tener alcantarillado al aire libre o el arrojar las basuras en cualquier lugar. Eso es un horror pero se puede solucionar fácilmente cubriendo las alcantarillas o echando los desechos en contenedores. Que costará pero que algún día lo harán. Me refiero a esa suciedad que cubre, por ejemplo, este vagón. Acaba de salir de la estación de origen y sale limpio aunque seguramente llegará a la estación de destino, Delhi, dentro de 37 horas echo un asco. Pero tiene mugre. Tú le pasas un dedo y no recogerás nada pero todo tiene una pátina de mugre que quizás sea imposible de quitar. Es como si la suciedad se hubiese acumulado durante dos mil años y se hubiese solidificado formando parte de la materia sobre la que se ha solidificado. Seguro que ese fenómeno tiene un nombre en la física de las partículas: ¿transmigración?, ¿transustanciación laica? Mi amiga Carmen está estudiando a los presocráticos y se lo preguntaré pues aquel personal tenía explicaciones para casi todo.Al final tenemos un solo material que parece sucio pero no lo está. Y eso pasa en todas las partes de este vagón, aunque se detecta más en los cristales. También en cualquier restaurante, lo que ocurre es que la costumbre de tenerlos siempre en penumbra hace que no te percates de esa situación. Y lo mismo sucede en las habitaciones de los hoteles y en los autobuses y en los museos y…Pero, insisto, ¿están sucios? No. ¿Están limpios? Tampoco.

Ayer por la noche conseguí la sábana tras pedirla un montón de veces. Claramente era la primera vez que alguien tenía semejante excentricidad. Por supuesto no me dieron toalla pero ni se me ocurrió pedirla: hubiesen llamado a un psiquiatra.

A pesar de que desde mi habitación se oía un pitido muy fuerte cada vez que el ascensor se paraba en mi piso he dormido bastante bien.

Hoy no tenía nada que hacer hasta las tres de la tarde en que cogía el tren así que había decidido dormir hasta…Pues hasta que me despertaron que ha sido a las siete cuando un botones me ha llamado para decir algo sobre el té. El no hablaba inglés y yo tenía cogida la cuerda de la colada de la puerta así que ha sido un diálogo muy breve. Luego al cabo de un rato han vuelto a llamar para limpiar. Al final, a pesar de esos sobresaltos ha sido el día en que me he despertado más tarde.

El hotel tiene un restaurantillo. Allí en una mesa tienen un montón de bolsas de plástico cogidas por pares: una llena de arroz y la otra de algo caldoso. Son raciones de comida; un niño se las lleva todas. Hay un empleado con aspecto de nepalí: los moros de la India. Está llenando fiambreras de acero inoxidable –un estándar de este país- de arroz. Lo especial es que lleva un mono de color butano que me recuerda a los internados de Guantánamo (¡qué vergüenza USA!). En este país nadie utiliza mono y menos de ese color. No sé si también será un castigado.

En Jagdalpur pregunté que qué tenía interesante para ver en esta ciudad de tres millones de habitantes. Me dijeron que era famosa por las playas. Cojo un autorickshaw y me voy a la playa recomendada: R. K. Beach.

El barrio cercano a la playa tiene un aspecto que no tiene nada que ver con el de la estación. Incluso hay algún hotel que debe ser de lujo.

Frente a mí el océano Índico. Mira que este país tiene mar y qué poco lo visito. Únicamente cuando estuvimos en el sur hace años, otra vez en Orissa y luego algo de Gujarat y Diu.

Y aquí muy poca gente en esta playa larguísima. Enorme. Y con unas olas que dan miedo.

La gente que hay se baña vestida; las mujeres totalmente y algunos hombres también. (Imagino que se habrán vaciado antes los bolsillos). Solo algunos de éstos se quitan la ropa y se quedan con una faldilla. De esta guisa ya te puedes imaginar que nadie se aventura a grandes hazañas marineras sino a mojarse a un metro de la orilla. Los más arriesgados llegan a un banco de arena cercano y que vuelve a tener cinco centímetros de profundidad.

Playa en Visakhapatnam

Se me acerca un chico de unos 14 años y me espeta un “What!” Bueno no sé si lo ha dicho con signo de admiración o de interrogación pero me ha dejado muy sorprendido. De todas maneras me ha dado tiempo de contestarle “What”. La mía ha sido una contestación aseverativa para que viera que le había entendido.

Cuando estuve estudiando en Teruel decían que los de Monreal del Campo eran muy belicosos y a cualquier cosa que les preguntases contestaban: “¿Quieres ‘riñir’ o qué?”. Pues si hubiese sabido hindi me hubiese gustado contestarle eso al joven, porque que vayas paseando y uno se te acerque y te diga “¡qué?” es para reñir con él. O con su profesor de inglés.

(Escribí en otra crónica sobre los distintos asientos que puedes tener en un tren y hoy he tenido de los peores: una litera de pasillo. Compré el billete en una tienda por internet en Jagdalpur y no se podía elegir. Intentaré que el revisor me permita cambiar a otro mejor. También os expliqué el problema de no tener la litera de abajo en los trenes y lo que le gusta a este personal echarse largo: son las cuatro de la tarde y en la litera inferior del otro lado del pasillo el indio propietario de esa plaza ya ha puesto las sábanas y se ha tumbado. O sea que si tienes la de arriba y quieres sentarte ya tienes un problema).

En el paseo por la playa se me acerca otro y me repite una palabra varias veces que al final creo entender que es “astrología”. Pues aunque creyese firmemente en esa doctrina no sé como lograría entender los designios de los astros con su nulo inglés y mi más nulo hindi. Claramente el astrólogo no había hecho un curso de marketing y le habían explicado lo de “customer target”.

Muchos de los niños y jóvenes de esta playa van con la cabeza recién afeitada. Imagino que vienen de algún rito religioso.


Se me ha acercado otro que tampoco había hecho el curso de marketing a pedirme fuego. Habla un poco de inglés y me dice que los grupos que hay por allí son de las “tribus”.

También veo a alguno que anda como al descuido para ver si capta alguna teta tribal.

De vuelta al hotel paso por un colegio donde están saliendo niños. La mayoría se ponen a mear en un desagüe al aire libre cercano que pasa por delante de una tapia: o bien no les dejan ir a los urinarios en el colegio o bien es un rito que les permitirá enfrentarse en el futuro a ese hecho de la idiosincrasia india de mearse en cualquier tapia. Y si son varios miles mejor.  Porque imagino que sería bastante fácil decirles a esos tiernos infantes que ésa no es una conducta ni higiénica ni social. Quizás aquí, en la India, los curas tampoco quieren que se enseñe “Educación para la Ciudadanía”.

(Viene el revisor y me ofrece la litera superior enfrente de la mía. Será arriba pero por lo menos será ancha, que las del pasillo además de todo son más estrechas. Le digo al indio que está largo en la de abajo que me quiero sentar. No dice una palabra pero se levanta y en lugar de sentarse en su lado lo hace en medio ocupando gran parte de mi territorio. Como el viaje es largo no me pongo atacante pero esperaré. Además me doy cuenta de que está leyendo algo de inglés o sea que podría haber sido más amable.   Y es que son todavía las cuatro y media de la tarde. Y aún he tenido suerte porque el del asiento de enfrente ya está durmiendo y roncando).

Este hotel tiene la ventaja de que es “Check-out 24 hours”. Pero de verdad. O sea que como llegué a las 9 de la noche puedo estar hasta las 9 de la noche de hoy. Pero que esto no os sirva de referencia general pues en algunos sitios eso de las “24 horas” lo entienden solo a su favor. Me explico: si llegas a las 9 de la mañana te debes ir antes de las 9 de la mañana del día siguiente; pero si llegas a las 9 de la noche debes hacerlo antes de las 11 de la mañana que es la hora límite.

Me voy a la estación, como en la cantina el “thali” del día por un precio irrisorio y me voy a coger este tren donde ahora escribo.

Fotografía.

Hoy estando en la playa de Vishakapatnam había un grupo de mujeres secando los saris al viento. Eso es algo que suelen hacer cuando se bañan en los ghats y después de cambiarse deben secar la ropa mojada.

Playa de Visakhapatnam

Hoy era una oportunidad para una fotografía. Me acerco para hacerla y una señora mayor que estaba sujetando una de las puntas se da cuenta y se vuelve posándome. Y es que les encanta que les fotografíes.

Nombre.

Esta ciudad se escribe “Vishakapatnam” o también “Visakhapatnam”. Depende de quien haya hecho la transliteración del hindi a los caracteres latinos.