
Excursión a Humahuaca.
En este hotel tienes que dejar un papel el día anterior con lo que quieres tomar en el desayuno, pues te lo sirven en la habitación y afortunadamente empiezan a partir de las 6 de la mañana, dado que nuestra excursión empieza a las 6 y media, vaya, que te recogen en el hotel a partir de esa hora.
O sea que gran madrugón y para evitar sorpresas, además de poner la función de despertador en mi reloj (que yo casi no oigo) se lo pedimos la noche anterior a la recepción.
Pues no nos han llamado.
Cuando nos quejamos nos dicen que el muchacho que había se había equivocado de habitación, o sea que a nosotros no nos llaman y encima a un pobre cristiano lo despertaron a las 5 de la mañana.
Los de la agencia te mandan un mensaje minuto antes de llegar para que estés preparado.
Un consejo que había olvidado hasta hora: tráete un enchufe de esos múltiples, pues aquí tiene el estándar tipo I, y aunque muchos tienen la opción del tipo C, o sea del nuestro, del europeo, no siempre es el caso, como en este hotel.
Además, los enchufes tipo ordenador con las clavijas gordas tampoco caben en ningún caso.
NB
Los tipo I son los que se utilizan en Australia, Nueva Zelanda, el Pacífico Sur, China y aquí, en Argentina.
Nos recogen en nuestro hotel un microbús, de los que aquí llaman “van”, de 10 o 12 plazas, con la guía más pequeñita de Argentina. Vaya, en un vehículo de techo tan bajo podía estar de pie sin darse con la cabeza en él. Lo que pasaba es que tenía una voz tan monótona que además de no entenderle casi nada nos provocó una fuerte somnolencia a Marisa y a mí. Y encima, como buena patriota, nos dio una conferencia sobre la vida y milagros del general Güemes, como hizo la guía del Aconcagua con San Martín.
Tendré que investigar sobre este Güemes.
De todas maneras, entre sueños oí, que no escuché, largas explicaciones sobre las guerras contra los realistas, o sea, contra nosotros, y entre los unionistas y los federalistas, que sería como si en un autobús en España, yendo de Madrid a La Pedriza les explicasen a unos argentinos, las luchas entre los almohades y los almorávides, aunque no sé si realmente lucharon entre ellos.
En un tramo de autopista, una doble prohibición de circulación: para los ciclistas y para la “Tracción de sangre”, esta representada por una acémila y un carro. Hubiese bastado con la frase y se habrían ahorrado la de los ciclistas, ¿no es también la suya “de sangre”?
Vamos en el “lado malo” del autobús para ver el paisaje y fotografiarlo, pero ese será el “lado bueno” cuando regresemos por la tarde.
A las 10 paramos en un chiringuito, enorme, pero chiringuito, de esos “atrapa turistas”, para la escala técnica de pipí y para que el personal compre las cosas que no necesita.
Nuestra contribución, vaya, la de Marisa, a la compra innecesaria es un paquetito de caramelos de hojas de coca al precio de los bombones de “La Grand Place” de Bruselas… Bueno, un poco menos, pero “clavada” al canto.
Allí los retretes más cutres de todo el viaje: unas paredes de cemento sin lucir, con unas separaciones sin puertas y solamente con una cortina hasta un metro del suelo, con un inodoro en cada una y sin agua.
Afortunadamente, había muchas de esas “celdas”, pero es que allí paran todos los autobuses y autobusillos y eran muchos, por lo menos hoy.
En esa parada nos piden si queremos cambiarnos a otro autobús para poder resolver el problema de unos pasajeros que tenían que regresar antes y nosotros nos cambiamos.
El nuevo autobús es más grande, quizás de 20 pasajeros y también el guía, un joven obeso al que le digo que se parece a “nuestro” Florentino Fernández, lo que hace que lo busque en internet en el primer sitio donde hay conexión.
No le entusiasmó el parecido, pero tampoco le desagradó. Otra vez le diré que se parece a Antonio Banderas, con la frase «¿no te lo había dicho nadie antes?».
Dos letreros en la carretera, uno con la limitación de velocidades: 110 para coches, 90 para autobuses y 80 para camiones. Otro con una palabra nueva para mí: “No circular por la banquina”. Si la “banquina” es el arcén, como me parece, es la prohibición más inútil del mundo dado el estado en que se encuentra.
A los 20 minutos de la primera parada lo hacemos en el primer pueblo del recorrido, Purmamarca, lo que demuestra el carácter “atrapa turistas” de la parada anterior, pues aquí hay todo tipo de servicios y era totalmente innecesaria al anterior.
Etiquetas: Argentina, General San Martín, Purmamarca, Salta



01/04/2024 a las 18:11
Te han dehado muy picado en esta excursión…