
En los garajes del centro de Salta hay letreros como en los hoteles de Bariloche para indicar que hay plazas libres: “Hay lugar”.
Llegamos a la “Plaza 9 de julio”, el centro de la ciudad, y es un lugar impresionante y lo será más cuando acaben las obras que tienen cercado casi todo el centro de ella y que te impiden la visión general: magníficos y preciosos edificios rodean la plaza.
Creo que será una de las plazas más bonitas de este país.
Se hace la hora de comer y buscamos un lugar que es algo especial y que la guía define como de “cocina siria” que rompe con la habitual “comida a la parrilla”.
Es un lugar agradable, pero no hay ningún árabe por allí para poder ejercitar mis (casi nulos) conocimientos del idioma que se limita al “salam aleikum” y si se ponen a tiro decir que “yo no hablo árabe”.
Elegimos una “picada”, que aquí llaman así a una mezcla de cosas, lo que en España llamarían “menú de degustación”.
El plato más curioso: “niño envuelto”, que no es “un niño”, sino una docena.
Resulta ser un dolma: arroz con carne envuelto todo en una hoja de parra.
Una comida estupenda y de la que puedes llevarte los restos, cosa que hicieron todos los comensales que estaban dentro de mi campo de visión.
El camarero que nos sirve es muy simpático y le pregunto el nombre:
–Ismael
-Ese es un nombre del Antiguo Testamento y también un nombre musulmán. ¿Eres musulmán? (El restaurante se llamaba Dubai y casi todos los platos eran de influencia árabe).
-No creo.
Curiosa respuesta.
En la calle encontramos una pintada muy intimidante: “Andrés Mansilla donde te vayas te voy a buscar”.
Y todo en mayúsculas, para acojonar más.
Imagino que este Mansilla estará por lo menos en Paraguay o en Madrid.
Al final de la tarde nos vamos a recorrer una calle, pues la guía recomienda un lugar que es como un café elegante de Buenos Aires, pero cuando llegamos todas las mesas están preparadas para la cena, aunque vacías.
Esta calle, Balcarce, es famosa en Salta por sus “peñas”, donde la gente va a cenar y hay música folclórica y nosotros hemos llegado a una hora que no ha empezado la cena, pero se ha acabado la hora del café. Sí vemos un tugurio tipo pelis del Bronx con mesas de billares y hombres mayores jugando en ellas y que se llama ”River Madrid”.
Acabamos en una cafetería de nombre precioso y pasteles todavía más: “Dulce encanto”.
Imagino que como es sábado y al final de la tarde, hay gente con niños y alguna pareja de ancianos, con aspecto de ser del barrio, donde comen una especie de “merienda cena”: vasos de batidos y platos de “medias lunas”. Un sitio muy agradable.
Una curiosidad de todo el país: siempre que pidas café te ponen un vaso, a veces un vasito, de agua de Seltz, lo que siempre habíamos llamado “sifón”. Una buena práctica.
Y seguimos sin ver a un negro y quizás es que aquí los “negros” sean los peruanos y bolivianos de los que hay gran cantidad por las calles.
Y pronto a dormir que mañana hay que madrugar. Mucho.
PS
En el mercado hay vendedores de hojas de coca.
Venden otras cosas, pero tienen unos grandes sacos trasparentes llenos de esa hoja.
Hablamos con uno de ellos que nos había ofrecido la mercancía y nos dice que no es legal, pero tampoco ilegal. Debe ser lo que se llama “alegal”, que no sé si existe en el ordenamiento jurídico.
Esta mañana le he preguntado por una calle a una pareja de empleados municipales, uno barrendero y el otro guardia de tráfico, y uno de ellos llevaba el clásico bolo en la boca que habíamos visto antes en Perú.
Y en algunos puestos del mercado, además de anunciar las hojas de coca, también lo hacían de aceite de marihuana.
Etiquetas: Argentina, Buenos Aires, España, Salta




18/03/2024 a las 10:39
Te sigo, aunque sea «día a día» Gracias por el esfuerzo.