
Llegamos a Punta Norte, uno de los lugares más importantes de esta península, pues es famoso por el avistamiento de orcas y su comportamiento, tanto es así que nos hemos encontrado a una joven pareja de españoles que venían con su coche alquilado y nos han dicho que cuando han llegado a primera hora ya había una larga fila de coches esperando que abriesen el acceso.
Y nada más llegar a la zona de avistamiento, entiendes el porqué.
Un cartel indica la fecha en que se vieron por última vez, el 28 de marzo, o sea hace una semana y el número de ejemplares, once. También cuando será la marea alta hoy, que imagino que es cuando será la hora mejor para ese propósito.
Resulta que las orcas que vienen a este lugar, han desarrollado una técnica de caza de leones marinos muy peculiar: el “varamiento intencional”.
Las orcas se varan intencionalmente sobre la playa y de esta manera capturan crías de lobo marino de un pelo, que están jugueteando en la arena.
Y lo de la marea alta es porque se crean canales en ese momento, lo que aprovechan las orcas para acercarse a la playa, que de otra manera estaría fuera de su alcance.
En el centro de interpretación hay un vídeo muy ilustrativo, y a veces terrible, de esa técnica de caza y también de como las mamás orcas enseñan a sus vástagos a hacerla, cogiendo a esas presas y lanzándolas al aire como si jugasen con ellas.
Y es por ello que aquí hay una gran cantidad de gente con prismáticos y cámaras de cine esperando el momento e imagino que como toda la fotografía de naturaleza implica largas esperas, mucha paciencia o que suene la flauta ese día y ese momento en que tú, turista de un grupo, veas esa maravilla de la vida animal.
Y no, no sonó la flauta, aunque el lugar era muy bonito y merecía la pena su visita.
Desde aquel promontorio de Punta Norte se ven colonias de lobos marinos y también algún ejemplar bañándose tranquilamente sin saber el peligro que puede correr.
NB
Lo de “bañándose tranquilamente” es una deducción antropocéntrica, que no creo que los lobos marinos se “bañen” sin más, que o bien está aprendiendo a nadar y a buscarse la vida o está buscando comida. Que la existencia de estos animales se reduce a buscar comida o pareja, ya sabes, subsistir y fornicar, nada de “bañarse placenteramente en las aguas del Atlántico”.
NB de la NB.
A esta parte del Atlántico se le conoce como «mar Argentino».
Y mientras todos los ojos están puestos en el mar esperando a las orcas, que no llegaban, ni parece que llegarán hoy, en aquella vegetación rala aparece un armadillo.
¡Un armadillo!
Habrá mucha gente a la que este animal les parezca normal, pero yo creo que es la primera vez que lo veo y además muy cerca. Obviamente, es un armadillo medio doméstico, pues con la cantidad de personal que hay por allí este ejemplar está habituado a los turistas.
Hay un panel que explica que hay dos clases de armadillos, el patagónico y el peludo, que aunque son de la misma familia, son de dos géneros diferentes. Yo creo que el “nuestro” era el peludo.
Otro panel explica las características del “Cuis chico”, “Microcavia australis”. Viven en colonias en madrigueras y tienen un comportamiento social especial, pues cuando son perseguidos intentan ocultarse en otros lugares distintos de la madriguera común.
Pero de estos no vemos a ninguno.
Una vez leí un comportamiento humano parecido, pero en plan cabrón.
En la entrada de la calle asaltan a punta de navaja (quizás fue de pistola) a un vecino y le piden que llame a su casa para que abran la puerta y él lo hace, pero llamando a la del piso de al lado. Como lo reconocen le abren y asaltan a los vecinos.
Estos lo denunciaron e imagino que cambiaría de vivienda. (O se cagarían en su felpudo todos los días).
Y entre el personal que espera, la mayor parte charlando entre ellos e imagino que contándose mentiras propias de la afición, una pareja amorosamente leyendo tumbados en el suelo.
Lo de leer en papel se ha hecho tan raro que nosotros fotografiamos al personal que lo hace como si fuesen ornitorrincos, o mejor, aquí armadillos.
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