
Monje de Zhedar Choedhe Gompa.
19 octubre.
Preguntando cien veces más llegamos a la factoría. Por si vienes y no encuentras a “nuestro tibetano”, esto fue lo que nos dijo: ”pregunten por la “chicken farm”, pues antes fue una granja de pollos, y lleguen hasta donde empieza el bosque, allí está”.
“Himalayan Handmade Paper Industry”. Una pequeña industria situada en una antigua granja donde trabajan media docena de mujeres y un hombre.
Te enseñan la elaboración de papel a partir de la corteza de un arbusto que nos dicen que crece en el Himalaya entre 2000 y 3000 metros de altitud y que ellos llaman “argayli” y en nepalí “lokta”. Me dicen que en inglés se llama “Daphne”. Es tan bonito que no sé si no se lo habrán inventado. Demasiado delicado me parece a mí para un arbusto desconocido. Al final obtienen un papel sin ningún tratamiento químico y que es el único que sirve para escribir los textos sagrados del budismo tibetano. Me lo creo porque no tienen ningún motivo para engañarme pero los que vi que utilizaban para rezar en los monasterios se parecían más al papel normal. El señor nos dice también que ese papel es “insect resistant”. Pues a mí me parece que si eres un insecto comepapeles, por ejemplo un lepisma, te gustaría más este, que es natural, que el que resulta después del siguiente paso que es la adición de lejía, un blanqueador, para obtener papel blanco. Aquí al papel que no es el superespecial de más arriba y que parece papel basto de envolver antiguo, le añaden lejía, pero muy poca. Le he traído una libretita de este papel a un amigo y como vive en un chalet y en este tipo de viviendas siempre hay bichos de todas clases ya le diré que la vigile a ver si es verdad.
Si te gustan mucho las cosas curiosas o eres de alguna tendencia conservacionista pues merece la pena la visita. En caso contrario puedes ahorrártela.
Desde allí, que está en la parte alta de la ciudad (el que se parecía a Su Santidad el Dalai Lama nos dijo que estaba “when the jungle begins”) nos vamos a la búsqueda del Thongsa Gompa. Nos aventuramos por un dédalo de callejas increíbles a través de un descenso sin fin por escaleras que en algunos casos van a dar directamente a la puerta de una casa. Preguntando, y mucho, aprendí que si lo que buscas es un monasterio budista tienes que dirigirte a los que creas que pueden ser budistas pues como sean hindúes no tienen ni idea, aunque vivan en la puerta de al lado. O peor todavía, que te manden a cualquier otra dirección. Y en este recorrido fuimos a dar con un pequeño monasterio que no aparecía en la guía y que resultó muy interesante y de nombre muy extraño: Zhedar Choedhe, de la escuela geluppa. Nada más llegar se nos acercó un joven novicio para enseñárnoslo.
Bueno, mejor para acompañarnos pues no hablaba nada de inglés. Solo conseguí saber que era bhutia (lo acerté), su edad 21 años y su nombre. Y Marisa le hizo uno de los mejores retratos de todo el viaje. Y por si vas contando el número de monjes: en éste había 3 monjes y 20 estudiantes. (Otra vez el misterio de las decenas). Así que fue una estupenda sorpresa.
Al fin damos con el Thongsa Gompa. Cuando estuvimos en el 2010 estaban reparando y pintando de nuevo toda la planta baja. Ahora está todo acabado y precioso. Además ningún monje se sintió obligado a estar con nosotros así que no supe cuantos había. Este monasterio pertenece a la escuela nyingmapa (forman parte del grupo de los “gorros rojos”) y se le llama el monasterio butanés.
Nos preguntábamos estando allí porqué en algunos monasterios no les importa que hagas fotos, en otros te cobran por hacerlo y algunos te lo prohíben, incluso de forma bastante amenazadora. Dado el gusto de los indios por hacer fotos con los teléfonos celulares creo que la prohibición es una batalla perdida.
Comemos en un chino que recomienda la guía y que está en el entorno de la “Motor Stand” y nos sorprende la cantidad de escolares que transitan por allí con equipajes. Quizás es que por ser viernes regresan a sus casas de fin de semana o empiezan la fiesta de Durga y tienen vacaciones.
Como Marisa ha hecho unas fotos a los del horno de las pastas vamos a sacar unas copias para dárselas. Cuando pasamos por el obrador se las damos y no he visto gente más contenta en la vida. De verdad que fue muy gratificante.
Volvemos a ver a grupos de mujeres “cogiendo” agua de las cañerías que pasan cerca del hotel.
Cena en el hotel, lectura, escritura y a dormir.
PD
Mientras escribo este borrador en la sala de espera de la “Upper Class” de la estación de NJP, un joven sentado mi lado no para de leerme con atención y sin disimulo. Al final se dirige a su madre y le dice algo de que estoy escribiendo en inglés. ¡Ya me gustaría poder hacerlo con esta soltura!
NB
Quizás al ver una referencia a las lepismas has pensado en esa tarea que tienes olvidada y en la que siempre piensas cuando abres un libro en tu biblioteca: “¡tengo que eliminar esos bichos!”.
Pues bien he buscado en internet una solución para que no dejes pasar ni un momento sin hacerlo después de leer este post. Lo que no podía imaginar es que hay corazones tan sensibles como éste:
“El daño que pueden causar las lepismas es insignificante, pero si las queremos eliminar de la casa podemos seguir alguno de estos consejos.
Si no queremos dañar a las lepismas podemos capturarlas y llevarlas lejos de nuestra casa. Para capturar las lepismas …:
Colocar un poco de yeso en una tela de algodón blanco y colocarlo en una esquina cerca del habitad del pececillo de plata y dejarla durante la noche, a la mañana siguiente nos deshacemos de las lepismas.”
Lo que no dice es si debes darles de desayunar antes de soltarlas o si para que no perezcan de inanición debes soltarlas en la biblioteca de tu enemigo.
Ucronía.
Si el Sr. Rajoy leyera este post, que no creo, pensaría que debería haber tenido en cuenta un medio de este tipo, ecológico y sin dejar huella, para eliminar algunos papeles en cuadernos pautados.
Etiquetas: Kalimpong, Paper, Zhedar Choedhe Gompa.