25de marzo del 2011.
El joven de la oficina de turismo pronosticó ayer que hoy sería un día con sol pero el comienzo no ha podido ser más desalentador: abro las cortinas de la habitación y toda la calle y tejados están cubiertos de nieve y sigue nevando. ¡Vaya día que nos espera!
Afortunadamente el hotel es confortable y lo peor que nos puede pasar es que tengamos que estar todo el día allí.
El desayuno sin estar mal es el más flojo de todo el recorrido a pesar de que el hotel es de los mejores y el salón está lleno de familias. Es algo nuevo en un país donde parece que solo van al hotel los hombres.
Cuando salimos a la calle ya ha dejado de nevar y la que queda por las aceras desaparece rápidamente.
Nuestro destino de hoy es el castillo de Hoşap. La guía recomienda hacer esta visita conjuntamente con la de las ruinas de Çavuştepe. Estas las visité en mi viaje anterior y a pesar de que son de la época urartiana del siglo VIII a. J. C. me parece que a Marisa no le harán mucha gracia así que iremos solo al castillo. La otra vez estaba en obras pero la guía dice que lo abrieron en el 2010 y el del turismo me ha confirmado qué está abierto.
Cogemos una furgoneta llena de bigotudos turcos. Aunque ya está completa hacen cambiar a un joven a una banqueta en el pasillo para que se siente Marisa (ventajas de un país machista y que trata bien a los mayores) y a mí me dan otra banqueta (parece que no soy lo bastante mayor). Menos mal que son solo 50 y tantos kilómetros por una buena carretera. Pasamos por la base de Çavuştepe pero Marisa ha decidido que con que haya uno en la familia que haya visto donde vivían los urartianos ya hay bastante. De todas maneras si eres un fanático de esa civilización puede leer mi crónica del 2007.
La carretera que pasa a través de unas montañas preciosas es la misma que va Irak aunque este tramo está al lado de la frontera de Irán. Y, como ayer, la carretera tiene 4 carriles, dos en cada dirección, y una gran mediana que hace de quinto carril. Y también como ayer el chófer conduce muchas veces por la mediana pero hoy se pasa al carril más lejano de la otra dirección. La verdad es que no se corre ningún peligro pero lo que está claro es que no les gusta seguir las normas. Para a repostar y compruebo el precio del gasoil: 2,5 liras, 1,25€ el litro. Muy caro para el nivel de vida del país.
Cuando llegamos a Hoşap aparece el sol. No es que haya pasado de nublado a soleado, es que parece como si se hubiese hecho un gran agujero y las nubes se hubieran quedado fuera. No nos creemos tanta suerte.
La vista del castillo desde la carretera es impresionante. Fue construido a mitad del siglo XVII por un señor feudal kurdo. Subimos una cuestecilla y nos encontramos una puerta preciosa en una muralla que da paso al interior del castillo. Pero después de que apareciese el sol no podíamos tener tanta suerte: está cerrada. La guía dice que está abierta, el de turismo también pero…una gruesa cadena con un buen candado dicen lo contrario. Así que nos hemos vuelto al pueblo donde en la carretera el dueño de una furgoneta nos ha preguntado si íbamos a Van. Así que no ha habido espera.
En el camino un control de policía. Lo curioso es que el conductor ha parado porque lo sabía porque no había ninguna indicación excepto un puesto fijo y una tanqueta, pero nada de “Stop en 50 metros” o alguien haciendo señas para que parásemos. Y no sé que buscaban pero era algo grande porque han mirado detenidamente por el suelo del vehículo.
Este chófer conduce a menor velocidad que el de la venida pero se pasa de un lado a otro de los 5 carriles con la misma facilidad. Y hace algo que ya he visto en alguna otra ocasión: cuando sospecha que va a haber un control de policía se pone el cinturón pero se lo quita rápido. ¿A quién intentará engañar? Cuando en España se hizo obligatorio también había bastantes conductores que hacían lo mismo e incluso argumentaban que era más peligroso llevarlo que no.
Llegamos a Van y cuando caminamos hacia al hotel se nos acerca un jovencito.”How are you?”. O algo así. Le respondo pacientemente pero sigue a nuestro lado diciéndonos cosas en turco. Ya empieza a molestar y al final me dice que “money”. Le digo que no pero sigue a nuestro lado con el “money”. Ya empieza a ser agobiante. Unos jóvenes le dicen que nos deje en paz pero él no ceja. Harto de la persecución me vuelvo y le digo: “Te voy a dar una hostia”. Ha debido ser el famoso lenguaje gestual porque ha salido echando leches.
Para los espíritus sensibles: por supuesto que no pensaba pegarle.
Como es más pronto de la cuenta nos damos una vuelta por el museo de Van que no estaba dentro de nuestras previsiones turísticas y con dos agradables sorpresas. La primera es que es gratis. La segunda es que todo lo que hay está muy bien expuesto: tienen explicaciones en inglés y no es agobiante. Y encima tienen unas estelas descubiertas en 1996 –lo que parece mentira- que son muy interesantes. Te diría que solo por ellas merece la pena la visita: las estelas de Hakkari. Parece que pueden pertenecer al reino de Hubushkia, que estaba situado entre los asirios y los urartianos. Todos sabéis de los asirios pero os refresco con los otros: Urartu fue un reino que tuvo su capital en Van y también en Çavuştepe y tuvo su apogeo entre los siglos XIII y VII a. de C.
Cerca de allí descubrimos un pequeño mercado de pescado y un restaurante que solo sirve eso. Es un negocio bien curioso. Está situado en el primer piso de un gran edificio y no tienen cocina. Solo sirven pescado a la brasa que cocina un señor en la calle en un carrito al lado de las puertas del mercado. Lo colocan en un plato y lo suben al restaurante. Estaba buenísimo.
Uno de los pescateros con los que “hablo” me dice”Guti” y “Beşiktaş”. Pues me ha costado mucho comprenderlo –y él no entendía porqué yo no lo comprendía- hasta que he caído en que se refería a un jugador español de fútbol que juega en Turquía.
Mientras tanto el sol ya se ha hecho dueño absoluto del territorio así que vamos a visitar el castillo de Van.
Coges una furgoneta que pone “Kale” pero no creas que te deja en el mismo castillo, lo hace a un kilómetro de la entrada pues con ese nombre se designa al barrio cercano al castillo.
La vista desde la parte superior es impresionante. El lago que parece mentira lo enorme que es y las grandes montañas que lo rodean por casi todos los lados.
Cuando llegamos al punto de regreso para esperar la furgoneta nos para un coche: nos llevan al centro. Y no solo eso sino que nos regalan unas chocolatinas. Son una joven pareja que desgraciadamente lo único que saben decir en inglés es “Auf Wiedersehen”, cosa que les ocurre a bastantes más en esta ciudad.
Volvemos a internet con los problemas habituales y aunque hemos regresado al mismo sitio ahora hay otra persona al frente y no sabe como resolverlo. Creo que es un problema del programa que gestiona estos garitos, “Handy Café”, que determina qué lugares están prohibidos y solo el administrador del sitio puede cambiarlos. Pero para eso ha de saber y querer hacerlo.
Acabamos en una pastelería donde nos comemos una ración de “künefe”. Está buenísimo pero Marisa dice que el que comimos en Irbid estaba mejor. Creo que lo ha idealizado y que nunca encontrará otro tan bueno como aquel. ¿Cómo se puede acordar como estaba el künefe de Irbid si hace más de un año?
En la pastelería hay unas mesas con hombres: se sientan, piden los dulces y un té y charlan tranquilamente un rato. Nada que ver con nuestros bares y cafeterías.
Mañana intentaremos ir a ver la isla de Akdamar. Que el sol y la barca que nos llevará hasta allí nos sean favorables.
20110325
19/10/2011 a las 10:56
veo que escribes bien en alemán :adiós, porque en ingles creo que es good by.
lo de los urartianos acojonante!