27. Sri Lanka 2014. Decimoquinto día de viaje. 9 de octubre, jueves. De Polonnaruva a Kandy.

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Sri Lanka. Kandy.

Leo en El País el problema  y el drama de la enfermera contagiada por el ébola.  Estoy viendo las inquietudes y miedos de todos los que estuvieron en contacto con ella y el sufrimiento de la pobre chica por el descuido que tuvo.  Y también la prepotencia del responsable de la sanidad madrileña, Don Javier Rodríguez, en sus declaraciones: “No necesitas un máster para  ponerte un traje”, o que tiene “la vida resuelta” y que por eso podría dimitir y no lo hace.   Pues él no necesita un máster para ponerse un traje pero el día en que esté ingresado en un hospital  y se cague vivo seguro que querrá que la auxiliar que le limpie y le atienda lo sepa hacer lo mejor posible y lo trate con esa consideración que él no ha tenido.

Seguro que cuando hicieron el curso de prevención para tratar ese tipo de enfermedades, que sería por lo menos en Atlanta o en Houston,  no creyeron importante que ninguna auxiliar de enfermería tuviese la adecuada formación. Total, si solo lavan, mueven y cuidan a los enfermos…

Lo dicho: una mierda de responsables. Hace tiempo fue la crucifixión del Dr. Montes del hospital de Leganés. Luego el intento de privatizar la sanidad pública con las mismas empresas donde estaban los responsables de la sanidad. Ahora esto. Y toda la culpa de una auxiliar de enfermería.

Estamos en Polonnaruva y queremos ir a Kandy.  Los autobuses que van allí pasan por delante de nuestro alojamiento y paran a unos 20 m pero la guía y la hostelera nos dicen que es mejor ir a Kuduruwela pues los servicios parten de allí y cuando pasan por aquí pueden ir llenos. Así que ese es el consejo de hoy.

Nada más llegar está a punto de salir el bus. Es el más cochambroso que hemos cogido en este viaje, no solo por el interior, que está fatal, sino por el acelerador y el cambio de marchas. Vamos todo el viaje a saltos  y con un ruido infernal. Y menos mal que no había “audiovisuales”. Nos dicen que el viaje dura tres horas pero han sido cuatro.

El cobrador me ha hecho una pequeña faena que es habitual en la India y que me cabrea bastante: el billete cuesta 370 rupias, le doy 500, me dice que no tiene cambio y me escribe en el papelito que sirve de billete “130”. O sea el cambio debido. Y hace ademán de  que ya me lo dará más tarde.    Pero es que hemos cogido el autobús al inicio del recorrido, han ido subiendo pasajeros a lo largo de todo el viaje y a todos les devolvía el cambio y a mí nada.  Se lo he pedido un par de veces y a la tercera, con cara de fastidio, y cuando ya llevábamos tres horas de viaje me lo ha dado. Ya sé  que 130 rupias son menos de un euro, pero eso de que te tomen el pelo…Seguro que lo hace siempre con los extranjeros y el personal piensa eso de “total por un euro…”, “total por un dólar…”

Sri Lanka. Kandy.

En este país casi ninguna población tiene un letrero en la  entrada que indique su nombre, como tampoco ninguna calle.  La única manera de saberlo es leer ambas cosas en los letreros que tienen algunos establecimientos comerciales, pero el problema es que vas en un autobús en marcha y a los conductores les encanta correr más de la cuenta cuando atraviesan los pueblos. Además a veces está escrito solo en cingalés y para complicarlo más  las poblaciones tienen nombres como Palapathwela o Alawathugoda.

Sri Lanka. Kandy.

Siempre andamos con el problema de donde dejar las mochilas cuando subimos al autobús. Últimamente nos permiten dejarlas encima del motor al lado del conductor. Para mejor vigilarlas, no el que se las lleven pero sí que se caigan encima del chófer, o le molesten con la palanca de cambio de marchas, intentamos sentarnos cerca de él. Los mejores asientos para este fin son los que hay detrás de él y hoy estaban libres pero me he dado cuenta del letrero de “reservado para los curas” y aunque no hemos visto a ninguno de esa especie ni de ninguna creencia he decidido cambiar. Pues ha aparecido uno monje budista de mediana edad que se ha dirigido como una flecha a esos asientos. ¿Por qué además de irnos jodiendo con los cantos matinales, o mejor nocturnos pues empiezan a las 5 de la mañana, tienen esos privilegios? Y quizás ni paguen el billete.

Paramos para desayunar. Pregunto: “¿Ten minutes?”. “Ten minutes”. A los ocho nos vamos. Vaya, que casi solo te da tiempo para hacer pipí.

Aparecen campos de cultivos y más tarde montañas con aspecto tropical y densos bosques y por primera vez en estos días una subida en la carretera. Quizás sea porque Kandy esté a 500 m de altitud y estamos entrando en lo que la guía llama “The Hill Country”.

La entrada en Kandy es un largo embotellamiento donde nuestro conductor, e imagino que los otros, intenta adelantar y hacer mil piruetas, lo que hace que se colapse un poco más.

A la estación de autobuses de Kandy la define la guía como “manic”. No sé qué significa exactamente pero visto como es me lo imagino.  Desde allí con un “three-wheels” al hotel que está cerca del lago. Este tiene muy buena pinta  y es importante porque hemos pinchado dos veces siguiendo las recomendaciones de la guía en dos alojamientos clasificados como “Top Choice”.  Así que hoy hemos ido a uno que, aunque bien clasificado, no era  el “Top”. Por si acaso.

Damos una vuelta por el centro, que está a unos 10 minutos del hotel, y nos sorprenden dos cosas: las primeras pintadas  que veo en este país, pero que, cosas de los macarras locales, en lugar de escribir en cingalés lo hacen con caracteres latinos. La segunda es que vemos un par de varanos bastante  grandes en la orilla del lago, y el personal ni los mira. Como si fuesen patos. Por cierto que no sé si se los comerán. Los varanos a los patos, no los cingaleses a los varanos.

El lago es precioso y me recuerda algo a Nainital en la India. Lo que le afea es que la carretera lo circunvala y el tráfico es enorme.

Sri Lanka. Kandy.

Comemos en un restaurante grande  y con mucha clientela local aunque no conseguimos librarnos del picante. Y el camarero se trabaja la propina durante todo el servicio. Recorremos una calle comercial más popular que la principal y Marisa le hace unas bonitas fotos a un señor que vende tomates y berenjenas y que tiene una balanza sujeta de una forma muy ingeniosa.  Le pedimos permiso para la sesión fotográfica, dice que sí pero es tímido y el resto de los vendedores cercanos le toman el pelo. Ha estado muy bien.

Sri Lanka. Kandy.

Empieza a llover y nos habíamos olvidado de lo que es una lluvia tropical así que ingenuamente  decidimos volver al hotel en lugar de resguardarnos en algún lugar cubierto. Un desastre. Porque lo malo no es que te mojes a pesar de llevar paraguas, que llevamos siempre, es que hay tanta agua por la calle que acabas con el calzado completamente mojado. Y yo solo llevo un par, además de las chanclas.

Sri Lanka. Kandy.

Cuando acaba de llover ya es de noche (antes de las 6 se pone el sol y a las 6 y media es noche cerrada) y decidimos ir a comer algo al centro.  Volvemos a pasar al lado del lago  y como está poco iluminado, vaya nada, Marisa piensa que algún varano puede andar por allí y que nos daría un susto de muerte.  Yo, como avezado explorador de la naturaleza, le digo que los animales salvajes evitan ir por donde pasan las personas pero el bicharraco del otro día cruzando la carretera en Polonnaruva lo desmiente. Pero tengo que mentir para tranquilizarla. Y poder cenar.

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3 respuestas to “27. Sri Lanka 2014. Decimoquinto día de viaje. 9 de octubre, jueves. De Polonnaruva a Kandy.”

  1. jose luis Says:

    Al igual que otras veces he comentado, a mí también me pone de los nervios que un tipo con la cara muy dura me quiera levantar el cambio como si fuera un guiri en Alicante. Y efectivamente, me da igual que sea un euro o medio.
    Sin embargo, lo que peor llevo es que el euro me lo quite por la cara Timophone, Ibertrola, Desfas Natural, etc, etc.
    Y ya que voy cuesta abajo y sin frenos, lo del Consejero de Sanidad es para probar como hace reacción la gasolina cuando prendes una cerilla. Y alguno me llamará bestia, seguro. Pero para bestias la Espe y la Cifu que nos van a dar para el pelo pero bien. Y es que más allá de rectificar esta gente se reafirma y radicaliza! Que miedo dan… Como no les paremos este año no les paramos nunca. Y Ángel, como queda demostrado en mi pequeño speech, los animales salvajes si andan por donde circulan las personas, y llevan laca y coleta, muerden o desahucian a palos, y te mean encima si hace falta.

  2. AL de Sri Lanka Says:

    Joséluis, me estás metiendo tanto miedo que no sé si volveré.

    • jose luis Says:

      Llevamos tres años dando comidas gratis a varias familias, y este año hemos empezado a dejar que algunas vengan a duchar a sus hijos en los vestuarios. Pero al parecer la crisis ya es historia.
      Supongo que a esos un poco de miedo les da.

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