28. Final, 1ª de 3.

by

Mosaicos en Madaba.La importancia de la diligencia para viajar.
Dicho así parece una frase de John Ford  pero me refiero a la segunda acepción del DRAE: “Prontitud, agilidad, prisa”.
Compré el billete un montón de tiempo antes del viaje. El día anterior a él comprobé el precio de un billete en la misma compañía y fecha, vaya, en el mismo vuelo: costaba tres veces más.
Así que ya sabes: planifica tu viaje con antelación.  O lo pagarás caro. Forastero. Que esto sí puede ser de John Wayne.

28% ó razones para quedarme.
Siempre escribo sobre las razones que me impulsan a marcharme. También debería hacerlo de las que me motivan para quedarme.
Nada sentimental, tipo nietos o el amor a la patria. Algo mucho más objetivo y carnal.
Poco antes de marcharme a Jordania veo un letrero de El Corte Inglés donde al lado de un maravilloso culo dice: “Un cuerpo más bello con cada paso”. Sí, dice “un cuerpo” pero lo que se ve es un “un culo” de una señorita. Pero lo mejor después de la fotografía es el dato ‘objetivo’: “28% más de tonificación de glúteos”.
¡Un 28%! Ni un 30, ni un 20. ¡Un 28%! Con un par.
Y es una putada que mi mente analítica me impida gozar de la contemplación de la fotografía.
¿Cómo se puede llegar a esa conclusión estadística? Porque deberían poner al lado de la foto el enlace a un sitio de internet donde se describe el riguroso método científico que ha llevado a ese 28%.
¿Qué tipo de glúteos habrán seleccionado? ¿Qué prueba habrán pasado? ¿Los controladores trabajaban ‘de gratis’? ¿Los seleccionadores han pagado por trabajar?
Yo  tenía un amigo que dividía a las señoras en tres clases de culos. Perdón, no, no a las señoras, sino a sus culos. No recuerdo la clasificación pero era bastante buena.
Una vez andando ambos, creo que por la Diagonal de Barcelona, vimos a una chica de espaldas y le dije: “por el culo debe ser de tu pueblo”. Pues el tío se enfadó bastante porque al pasar a su lado resultó ser verdad: era de Amposta. Eso tampoco es científico.
Pero volviendo al 28%, que me parece increíble ese resultado. Aunque la verdad es que no sé que anunciaba. Pero el  culo era maravilloso.  Como para quedarse en la Castellana  de Madrid en lugar de irme a Jordania.

La bandera.
Al comienzo de mis crónicas dije que explicaría el significado de la bandera. Y es que todas las naciones tienen una bandera y deben explicar de donde viene. Recuerdo que la primera vez que oí algo así fue a costa de la bandera catalana: lo de los dedos llenos de sangre que cruzan una tela. Imagino que amarilla. Claro que había otra explicación menos heroica pero no la digo; que los nacionalismos me dan un poco de miedo.
La bandera jordana tiene tres bandas horizontales iguales; la primera, en negro, representa el califato de los abasíes, la siguiente, blanca el de los omeyas, sí el de Córdoba, y la tercera, verde, el de los fatimíes.  Un triángulo isósceles rojo en el lado del mástil representa la “Gran revuelta árabe” (?) de 1916. Y una pequeña estrella blanca de siete puntas dentro del triángulo representa los siete versos con los que empieza el Corán.
Y tú que creías que los que diseñaban las banderas no se lo curraban. Ya ves.
Ahora que para bandera ‘trabajada’ y con bonito diseño la del estado de Ismael del que os he hablado en una crónica desde Ammán.

Las ruinas.
En este viaje hemos visto muchas ruinas. Muchas. Y me he acordado de un artículo que leí poco antes de venir de Rafael Argullol. Decía que para  Albert Speer la importancia de una arquitectura estaba en “el vigor evocador de su futura ruina”, como los que nos provocan los restos romanos, griegos o egipcios. Yo añadiría los de Angkor y Bagán.
Para Argullol el destino de esa arquitectura que era mostrar los símbolos del poder,
tenía también en cuenta la atracción que provocaría en los habitantes futuros. Creo que es una bonita idea y muy poética pero no creo que aquellos constructores de la antigüedad al levantar esos maravillosos edificios pensasen en esa atracción. Yo me quedo con la primera parte: mostrar los símbolos del poder.
Y eso a veces da miedo: ¡cuánto esfuerzo y sufrimiento para que sepan que eres poderoso!  Pero esfuerzo y sufrimiento de los demás.

La palabra.
Dicho así parece algo solemne, casi metafísico, pero me voy a referir a una palabra que incluso podría decir que es “una humilde palabra”.
Resulta que cuando leí sobre la reserva natural de Ajloun me encontré que allí estaban protegiendo el árbol del pistacho. En inglés lo tienen muy fácil: ponen “tree” o “forest” y ya tienen el nombre del árbol o del conjunto del ellos.   Aquí añadimos el sufijo “ero” y casi siempre acertamos.  Entonces de “pistacho” pues “pistachero”. Error: “alfóncigo”. ¿Te lo imaginas? Señores reales académicos ¿se podría hacer más complicado?
Y si lees la historia que da el diccionario aún lo han hecho más difícil; porque del griego “pistak” (o algo así) pasó al pelvi (lo que hablaban los sasánidas, aquellos que empezaron a fastidiar el esplendor de Gerasa) como “pistag” y de allí al árabe clásico como “fustuq”, que no sé si creerme ese salto: hoy se llama “pistag” y mañana “fustuk”. ¡Anda ya! Finalmente llegó como “alfustaq” al árabe hispano. Y así “alfóncigo”. Pero el fruto se ha quedado como “pistacho”. O sea que nos hemos quedado con los sasánidas.
Imagínate que lo mismo pasase con el resto de las palabras. O con las personas. Por ejemplo un apellido, y para que sea neutro y no te sientas aludido elijo el menos extendido –afortunadamente- en España: Borbón. O sea tu padre se apellida Borbón y tú el hijo, el fruto, te llamas Pembraco.  (No problem, editor, que este nombre no existe).
Por si al final te encuentras perdido siempre se puede acudir al nombre científico: Pistacia vera. Que así no hay error.
Querido lector, para clarificar: ‘Pistacia vera’ es el nombre del alfóncigo, no el del hijo de un Borbón.

Otra palabra.
Una vez buscando en un foro de un diccionario el significado de una palabra me topé con el vocablo beborrotear. Que primero pensé que estaba mal escrito pero acudí al DRAE y allí decía: “Beber a menudo y en poca cantidad”.
Tan sorprendido me quedé que pregunté en dicho foro al autor de la entrada  donde se utilizaba. Su respuesta. “No creo que se use en ningún sitio, me crucé con ella cuando hice una lista de todos los verbos que empezaban por B”.

España no está tan mal.
Porque depende con qué época la compares.
He tenido que pedir una partida de nacimiento y os recomiendo que la leáis. La vuestra, no la mía, porque te encuentras con informaciones que quizás no conozcas.
No, no me refiero a que descubras que tus padres no son tus padres y que tú eres hijo de un marqués. No.
Leo la mía y creo que es la primera vez que lo hago porque me quedo de piedra cuando define a mi madre en el momento de mi nacimiento: “su ejercicio del sexo”.
Porque las feministas os quejáis de la situación de la mujer en España, pero no hace muchos años, bueno hace muchos, pero no desde el punto de vista histórico, que no estoy hablando de la Edad media, ni siquiera de la Moderna, que cuando una mujer no trabajaba fuera de casa, en su desempeño profesional ponía “su ejercicio del sexo”.
Que da miedo. Y sobre todo pensando en aquellos trogloditas que les gustaría volver al 1945.
Anda, échale una ojeada a tu partida de nacimiento.

La mujer jordana.
Irbid, su zona universitaria,  fue una excepción y quizás lo sea en algún barrio de Ammán, pero en el resto del país que hemos visitado las señoras llevan el recatado abrigo musulmán. Ni idea de cómo se llama esa pieza pero imagino que luego pasarán de abrigo a gabardina.
Y la cabeza cubierta hasta en Irbid, aunque muy pocas con niqab. Aunque ahora me doy cuenta de que debería haber titulado esta entrada como la “mujer jordana musulmana” pues las cristianas no siguen esas pautas, sino las occidentales.
Y no hay mujeres trabajando. Por lo menos en los lugares donde un turista accede normalmente. Eso quiere decir que no hay en los hoteles, ni en los comercios, ni en los  mercados, ni en los transportes. Si se ven algunas en los bancos y en la policía, como mis ‘amigas’ del castillo de Karak, pero éstas me parecen más bien decorativas.
En algunos hoteles sí se ven mujeres. En Mádaba porque eran cristianas y en Irbid, Ammán y Wadi Musa porque eran filipinas o indonesias.
¿Y dónde están las mujeres musulmanas jordanas? Pues en su casa cuidando de su marido y del hogar. Aunque en la universidad parece que hay más chicos que chicas, pero que luego no ejercen ninguna profesión sino la de abnegada ama de casa y madre de familia.
Y se me olvidaba: en mi segunda crónica de Jordania escribí sobre su sistema parlamentario; pues hay 6, seis, mujeres en su parlamento. Una elegida ‘de verdad’ y las otras cinco por ‘cuota’.