4. Los nombres de los coches.
En un viaje anterior a otro país asiático vi coches cuyos modelos no se comercializaban en España pero que tenían nombres castellanos. Aquí veo de vez en cuando coches japoneses con nombres españoles. Le pregunte a Hiro y cree que es porque los nombres en inglés ya está muy utilizados y los nombres en español o en italiano suenan a cosas nuevas. Claro que a lo mejor algunos nombres suenan a japonés. Así le pregunte por “Murano” y él creía que era un personaje japonés y no la isla que era para mí.
Toyota en algunos casos llama “Corona” a su modelo “Crown”. He visto modelos “Gran Vía” y “Alto”. Y también “Moderno” que curiosamente suena a antiguo. Y “Parco” que me parece muy rebuscado. Nissan tiene el “Primera” y también el “Serena” pero le han metido un gol con esto de los nombres y es que debe tener un enemigo en casa: tiene un modelo que se llama “Moco”. Claro que aún podría haber sido peor porque el que sugirió ese nombre podía haber sugerido “Ladilla”.
En el tema de los nombres de los coches tienes una baza segura si explicas a un japonés el cambio del modelo “Pajero” por “Montero”. Aunque no sepas explicar el significado de esta última palabra.
5. El té.
Si vienes a Japón es imprescindible que te guste el té verde. Y además sin azúcar. No he visto en ningún sitio que lo sirvan “con”. O que te den la opción. Por ejemplo en los hoteles suele haber sobres de te y termos de agua pero nunca sobres de azúcar.
6. Los terremotos.
Al comienzo del viaje escribí que uno de los peligros del país son los terremotos. Me parece algo tan exótico que nunca pienso en ellos. Hiro me dijo que el mejor sitio para resguardarse es el cuarto de baño. Lo tendré presente. En las normas de uso del hotel de Matsuyama también decían qué tenías que hacer en un caso así, lo que en lugar de tranquilizarte provoca lo contrario.
7. Mascarillas.
No he logrado saber si las llevan por el polen o porque son muy hipocondríacos. O es una costumbre. O es que tienen los dientes feos. Pero las lleva mucha gente. A veces en lugar de quitárselas se las ponen en la cabeza pero sujeta por las orejas y entonces parece una especie de cofia bretona encima de una cabeza japonesa.
8. Fideos de cinco colores.
En Matsuyama estuve en una tienda y restaurante donde se podía comprar y comer fideos de cinco colores. Yo creía que era un número aleatorio y que los hacían de cinco colores como los podían haber hecho de cualquiera de los 1500 colores de Pantone. Pues de mis lecturas deduzco que quizás no sea así. He leído que en Japón se hacían rogativas cuando había problemas de sequía con alguno de los “cinco cereales”. Así he pensado que quizás los cinco colores correspondan realmente a esos “cinco cereales”. ¿Y cuáles son? Yo diría que el arroz, la cebada, el trigo, la avena y el centeno. Pero si buscas en internet lo primero que te encuentras es un montón de publicidad de cosas para el desayuno. Y parece que eso de los “cinco cereales” sea una palabra mágica aunque algunos entendidos incluyen en la lista vegetales que no son cereales como la soja lo que te hace sospechar de la veracidad de la información de internet pues si mienten así en algo fácil y que conoces ¿qué pasará con lo lejano y desconocido? Claro que eso también pasaba y pasa con lo escrito en papel. En otro sitio sobre budismo me dice que los “cinco cereales” son: “round-grained”, arroz no glutinoso, trigo, alubias rojas, soja y mijo glutinoso. Además de que no logro saber qué se entiende por “round-grained” claramente hay dos que no son ni siquiera gramíneas. Total que tendré que volver a la tienda de Matsuyama y enterarme qué es lo que venden para salir de esta incertidumbre. Parece que a los budistas lo del número cinco les encanta pues además de los cinco cereales, hablan de las cinco frutas, los cinco animales, los cinco vegetales, los cinco órganos internos…los cinco fideos.
9. Tetas.
En Japón no existen. Recuerdo algo que se dijo de Azcona. Parece que en una obra suya cuando se publicó, y por motivos de censura, tuvo que eliminar algunas palabras pero que ahora estaba volviendo escribir aquello que no pudo y decía que las mujeres entonces no tenían tetas sino manos. (Para los pusilánimes de “Word” tampoco existe esta palabra y me da la opción de cambiarla por “betas, metas, netas y retas). Pues lo mismo en Japón: las señoras no tienen tetas.