AL de la India. Decimoséptima entrega. Dwarka.

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Tengo una amiga que se me ha quejado porque no encuentra ninguno de los sitios que cito. Que si me los invento. Las carreteras de la costa de Saurashtra, que así se llama la península del Gujarat que esta en el mar de Arabia, entre el golfo de Cambay y el de Kutch, son bastante malas. La guía dice que son «narrow and potholed». Después de los días de autobús no me ha hecho falta buscar su significado. Llegué a Veraval y me dijeron que había un bus directo de allí a Dwarka, mi próxima etapa. No es que me crea las cosas a la primera. Pregunto al chofer, al cobrador, a alguno con uniforme que pasa por allí, a alguno que esté detrás de una ventanilla y a un par de pasajeros. Pues después de 5 horas de autobús cuando llegas a Porbanda de noche me dicen que el autobús de Dwarka sale al día siguiente a las 6 de la mañana. Y te preguntas: ¿Porbanda? Pues la ciudad donde nació Gandhi. Y aunque no tiene nada especial no esta mal. Y así al día siguiente llego a Dwarka: uno de los cuatro lugares más sagrados de la India.
Aquí con las cosas sagradas pasa como en España con quién tiene el mejor aceite del mundo.
Dwarka está en el extremo occidental de la península de Kathiawar, que es también como se llama a Saurashtra. Lo que hay que ver aquí es el templo dedicado a Krishna. Y éste a diferencia del de Somnat sí merece la pena y el viaje. Este es un pueblo volcado en el peregrinaje de indios que vienen a ver a Lord Krishna. También tiene muchas prohibiciones como lo de la cámara fotográfica pero lo más curioso es que te hacen firmar un formulario donde tienes que escoger entre:
– Quiero hacerme de la religion hindú (aquí no puse nada porque no sabía si te hacían un examen o si te cortaban algo)
– ¿Crees que la religión hindú es superior a todas las otras? (tampoco lo marqué porque me imaginaba que te pedían una donación importante)
– ¿Eres un seguidor de Lord Krishna? (marqué esta porque me acordaba de cuando en la plaza de Cataluña de Barcelona los seguidores de Krishna repartían galletitas a la gente y si eso es lo que tenia que hacer…)
Firmé y me dieron un numero de registro: el 61. Y todo esto va en serio. Se distingue porque no te hacen pagar nada. Aunque me sentí un poco como Enrique IV el de «Paris bien vale una misa». Para los cinéfilos «La reina Margot» donde Miguel Bosé hace un magnífico papel de malísimo duque de Guisa. (A lo peor me equivoco).
En el templo de Dwarka tuve la suerte de que me «adoptó» un brahmin. O sea un cura de allí. Se parecía a Rodolfo Valentino. Hablaba algo de inglés y me explicó muchas cosas de las que desgraciadamente me enteré sólo de una pequeña parte, pues, por ejemplo, después de hablar mucho rato, yo pensaba que me hablaba de los «huesos» pues decía «bone» resulto que decía «born» o sea nacido. Debió ser todo así. Menos mal que luego no me hizo pasar un examen.
Había mucha gente rezando y sobre todo muchas familias enteras que cogen a un cura y les hace un ritual muy complicado. La gente canta, grita, toca palmas e incluso algunos contratan a unos músicos. Pero me parece que es como los católicos y los fotógrafos que no puedes llevarte el tuyo, que el negocio tiene que ser con alguno que ya esta dentro. Parece que también cuanto más pasta mas follón, mas curas y más músicos. Había un grupo grande que imaginé que serían todos del mismo pueblo. Como cuando en los años 50 iban a Lourdes. Habían llevado una bandera nueva, enorme, preciosa. Todos sentados en el suelo aplaudiendo la hazaña de un equilibrista que subía a una plataforma por encima del pináculo del templo, retiraba el mástil con la bandera que había en aquel momento y ponía la nueva enrollada con una piñata dentro. Cuando la desenrollaba, caía la piñata, a mí me daba un susto de muerte y los del pueblo además de aplaudir se lanzaban a coger los dulces que caían y a comérselos con gran regocijo. Un buen espectáculo.
El presbítero krisnático (acepto sugerencias para los seguidores de Krisna: krisnáticos, krisneros, krisnófilos… ) me sugirió que volviese a las 7 de la tarde en que se hacía la ofrenda a Krisna. Como volví a la hora que me dijo, comprobó que estaba interesado y me dió una charla extensa sobre los antepasados y muchas cosas más. Por ejemplo que en aquel templo trabajaban 400 curas. Y que sólo recibían dinero de las donaciones como de los del pueblo que habían ofrecido la bandera.
Lo digo solo por si lo lee alguno y cree que las religiones, o mejor sus profesionales, tienen que recibir dinero de los impuestos. También me explicó la diferencia entre las 7 ciudades santas y los 4 lugares santos. Y bueno… es bastante complicado.
Me dio su dirección de correo electrónico y se alegró mucho, como todos los indios con los que hablo, cuando se enteró de que estaba casado y de que tenia dos hijos como él. Intenté explicarle lo de la Conferencia Episcopal Española, pero no me entendió.
Me dijo que me quedase en un sitio determinado y que cuando llegase el momento de la ofrenda me vendría a buscar y que me colaría delante. Gajes de tener un amigo presbítero. Lo malo de estar en primera fila es que todos los fieles se te echan encima para ver mejor. Pero estuvo muy bien.
Una particularidad de estos curas es que visten unas camisas sin mangas de colores muy brillantes. Nada sobrio.
En Dwarka acabé con una magnifica puesta de sol sobre el mar de Arabia.